"Luis Miguel, la serie": un culebrón de la vida real
Hoy se estrena en Netflix la segunda temporada de la historia del astro mexicano convertida en melodrama con su aprobación. Se podrá ver un capítulo cada domingo.
Probablemente lo más interesante de "Luis Miguel: la serie" sea el hecho de que el mismo cantante está detrás de ella en calidad de productor ejecutivo. Para alguien que siempre ha sido reacio a hablar con la prensa, la aceptación a revelar detalles íntimos de su vida a través de los mecanismos de la ficción refleja un avance en términos comunicacionales. Pero no seamos ingenuos. Esto no es un testamento sino que un espectáculo. "Luis Miguel: la serie" moldea la realidad a la luz de las telenovelas. Él, siempre la víctima de este culebrón, debe sobrevivir en un mundo repleto de villanos y traiciones. Esa dinámica, ya conocida por los espectadores latinoamericanos, asegura el triunfo de la apuesta junto con las revelaciones que Luis Miguel depara para la audiencia. Son golpes noticiosos que sirven como promoción constante.
El problema que dejó la primera temporada es que el villano era más interesante que el héroe. Luisito Rey, interpretado por el carismático actor español Oscar Jaenada ("Cantinflas") se robó la serie. Astro infantil de la música en su España natal, terminó en México lidiando con su fracaso y proyectándose en su pequeño hijo, a quien explotó desde temprana edad. Más siniestra aún fue la relación con su mujer Marcela Basteri. No solo la golpeaba sino que la prostituía para conseguir favores políticos. La primera temporada termina con la sospecha de que él mató a la mujer. La búsqueda del paradero de esa madre ausente será también el leit motiv de este nuevo ciclo.
El primer capítulo de esta segunda temporada abre con el funeral de Luisito Rey en Cádiz y nosotros nos preguntamos: ¿Cómo sobrevivirá la serie sin su mejor personaje? Pronto nos daremos cuenta de que en las fórmulas de la telenovela los villanos no desaparecen; solo se reemplazan. Es así como Luis Miguel será nuevamente víctima de inescrupulosos en el ámbito profesional y abusadores en lo familiar. A pesar de que está en su mejor momento como cantante, sus problemas lo consumen. Y el fantasma de su madre pesa en el aire. Su desaparición es un misterio. Ni el Mossad, (una de las agencias de inteligencia de Israel), contactado para dar con su paradero, la tiene fácil.
Como también pasaba en la primera temporada, la trama se teje en dos madejas temporales: los años 90 y el año 2005, con un Luis Miguel algo decadente que debe lidiar con la tinnitus, un zumbido en los oídos que no de le deja vivir. En la primera época se filtran también los excesos, las fiestas, el vacío del ego elevado. El gran apoyo del cantante sigue siendo su manager, el argentino Hugo López, una especie de figura paterna. Del resto de los personajes se puede desconfiar, como dicta el manual del culebrón.
A pesar de que la ausencia de Jaenada (actor que personificaba a Luisito Rey) se siente, "Luis Miguel: la serie" logra mantenerse en pie gracias a un guión dinámico que va arrojando hitos musicales dentro de la carrera del "Sol de México", como la grabación de la balada "Hasta que me olvides", escrita por Juan Luis Guerra. Las canciones van rematando los golpes emocionales de la trama. La televisión las devuelve en tiempos de nostalgia, una operación rentable que Netflix maneja a la perfección.
En "Luis Miguel: la serie" el cantante mexicano participa también como productor ejecutivo.
En resumen
Diego Boneta, como Luis Miguel, carga con una mayor responsabilidad dramática en este nuevo ciclo.
Por Andrés Nazarala R.
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