¿Desconfiado, empático, introvertido?, cómo será el antofagastino post covid
ANÁLISIS. Seis expertos analizaron los efectos que podría tener la pandemia en nuestros comportamientos y relaciones interpersonales. Hay debate, pero también consenso... El virus nos cambiará para siempre.
No cabe duda que el coronavirus ha provocado muchos cambios en el estilo de vida de los antofagastinos. El trabajo, la educación y el transporte son solo algunas áreas que se han visto afectadas por la pandemia y que seguramente tendrán modificaciones permanentes.
Pero es posible que los cambios sean aún más profundos y lleguen a afectar la idiosincrasia de las personas. Son cambios que apelan a conductas sociales y al estado de la comunidad, y que tendrán un periodo de acoplamiento que probablemente dure más que la misma pandemia.
Planteada esta disyuntiva, profesionales de distintas áreas adelantan la manera en que las costumbres y el carácter de los antofagastinos variará una vez superado el Covid-19.
Aislamiento
Previo a la pandemia, existía la impresión de que el antofagastino era una persona fría en el trato con su comunidad y que se limitaba a establecer relaciones con su familia y amigos cercanos. Considerando el aislamiento que implica estar en cuarentena, muchos temen que esa tendencia pueda profundizarse en el futuro.
"Habrá una población que será afectada psicológicamente, estresada en términos económicos y, si bien no me atrevería a afirmarlo de forma absoluta, pero creo que estará muy fragmentada. Los lazos sociales se expresan por medio de la interacción, no por las redes o zoom, que son un sucedáneo de esa conexión", explicó el sociólogo y ex docente de la Universidad de Antofagasta, César Trabucco.
Esto se enfatiza aún más al considerar el estrés incrementado que se provoca con la alteración de la vida cotidiana, lo que a su vez podría generar problemas de salud mental difíciles de erradicar.
"Tal vez existirán muchas más demandas de atención para los profesionales del área de salud mental, pues una vez que la pandemia termine, iniciará otro gran proceso que será reparar y mitigar todo el estrés que este periodo ha contraído en la población", señaló la psicóloga de la Fundación Tierra de Esperanza, Susan Hernández.
Como efecto colateral, estos fenómenos también pueden llevar a un aumento de la violencia en las interacciones.
"Uno puede deducir que los efectos vienen de estrés o crisis familiares, pero esto se evidencia con una violencia que ha llegado a ser un tanto osada. En un contexto de amplio control, se cometen crímenes y asaltos de gran alcance, entonces ahí se puede ver ese aumento de agresividad", señaló el antropólogo y director del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad de Antofagasta, Alejandro Bustos.
Desde una perspectiva más médica, el director del Departamento de Ciencias Médicas de la Universidad de Antofagasta, Luis Barra, nota la incertidumbre ante esta tendencia, pero afirma una perspectiva más positiva.
"Pueden pasar dos fenómenos. El hecho de vivir todo este proceso de temor puede ponernos un poco más desconfiados o puede que también nos lleve a hacer las cosas de manera distinta. Podemos cambiar tanto para bien o para mal, pero hay que considerar que toda crisis es una oportunidad de cambio", manifestó el psiquiatra.
Consumo
Otro aspecto que también se destacó es la conducta consumista que el antofagastino suele tener. Una muestra se dio durante las fiestas de fin de año, en las cuales se formaron largas filas afuera de las tiendas de retail en el centro.
Según Trabucco, esta tendencia se volverá recurrente una vez superada la pandemia.
"Terminado esto, habrá una gran concurrencia hacia centros de consumo, ya que en esta ciudad suele ser más importante "tener" que "ser" y aquí notoriamente la gente se manifiesta a través del consumo. Después de años de privación, es probable que haya un volcamiento hacia este tipo de prácticas", adelantó el sociólogo.
Sin embargo, los elementos y los productor a escoger cambiarían radicalmente, debido a los ya mencionados cambios de conducta en el encierro, así como también como consecuencia de la crisis económica que ha venido ligada al coronavirus en el país.
"El antofagastino será una persona con hábitos muy diferentes. Nuestra cultura alimenticia y el consumo de bienes ha cambiado durante la pandemia. Muchos negocios que visitábamos regularmente ya no existen y el centro de la ciudad también ha vivido cambios. Eso nos obligará a reencantarnos con la ciudad, con los espacios públicos y con la sociedad en general", opinó el economista de la Universidad Católica del Norte, Fernando Álvarez.
Otros profesionales esperan una conducta opuesta, en la cual se valore lo familiar sobre lo económico: "La pandemia nos ha puesto de manifiesto que una sociedad sana desde lo financiero es importante, pero lo que yo puedo poseer como individuo sigue siendo poco al lado de lo básico, como la salud, la educación o la misma libertad de salir. Hay que valorar estos elementos por sobre el resto para vivir mejor", señaló Luis Barra.
Diálogo
Si bien los cambios previstos sean de efectos duros a largo plazo, también hay una esperanza en que se puedan generar espacios comunitarios.
La idea es que en ellos se pueda retornar progresivamente a interactuar como era la tónica antes de la pandemia y que se formen acuerdos para superar las problemáticas generadas por ella.
"La pandemia nos enseñó que debemos tener claridad, integración y la búsqueda de soluciones mancomunadas. La conversación comunitaria es la manera de sacar a la población adelante, considerando que se vienen cambios que requerirán un plazo corto tras superar el virus", indicó Alejandro Bustos.
"Desde un escenario más esperanzador, es posible también creer que como ciudadanos podremos vivir después de este conflicto o epidemia, siendo más empáticos, más considerados y más preocupados por el otro", complementó Susan Hernández.