Desde la semana pasada, el concepto de democracia ha sido uno de los más usados en los programas de televisión, en las discusiones privadas, en las redes sociales y en la opinión pública, a raíz del sketch (una palabra un poco anticuada) que caricaturizó a un militar 'de verdad' de alto rango y cumpliendo sus supuestas funciones. Sin duda, lo que habría pasado como una burda sátira se convirtió en 'trending topic', en propaganda gratuita para el programa y el canal, y en una profunda discusión sobre el difícil proceso de transición democrática de los 90s, que nos remonta desde la dictadura a 'la alegría ya viene'.
El análisis democrático si bien ha estado presente históricamente en la política contemporánea internacional, se ha hecho más palpable en período de pandemia a raíz del uso necesario (e innecesario) de mecanismos como estados de excepción y otras herramientas de dominación y control ciudadano. Los casos más preocupantes han sido Brasil, India, Myanmar, Polonia, República Checa, Turquía y Venezuela, muchos de los cuales ya traían un historial de lo que Luisa Corradina llama 'autocracias electivas' (La Nación, 03/04/2021). Como bien describe la analista, el mundo ha experimentado un retroceso de las democracias, pero utilizando los atributos de éstas para beneficiar a los/as gobernantes y todo su aparataje institucional. Una claro ejemplo de esto es lo que ha hecho el Primer Ministro de Hungría Viktor Orbán, quien se ha apropiado de todo el proceso de reformas de su país, atrincherando su poder político e inclusive apoderándose de los medios de comunicación.
Los autores del libro Cómo mueren las democracias (2018) Steve Levitsky y Daniel Ziblatt señalan que los sistemas democráticos se encuentran agónicos ya no por revoluciones o golpes de estado, sino por gobernanzas populistas y la erosión de las instituciones. "… Los autócratas electos mantienen una apariencia de democracia, a la que van destripando hasta despojarla de contenido" (2018: 128). Es en este momento cuando nos preguntamos ¿cuán democrática es nuestra democracia representativa? De acuerdo al instituto sueco V-Dem, las transformaciones autocráticas presentan patrones similares: los gobiernos empiezan a atacar a los medios de comunicación, van polarizando la sociedad a través del menosprecio de la gente que se opone a la ideología de turno, luego van debilitando las instituciones y todo su aparataje estructural y, finalmente, se sirven de los resultados electorales (algunas veces engañosos) para dar legitimidad a estas 'dictaduras democráticas'.
Desgraciadamente lo que he visto y leído en los medios sólo se remite a la teoría del empate, es decir, en que han fallado las fuerzas armadas y policiales y sus actos de corrupción, violación a los derechos humanos y espionaje a los poderes mediáticos y judiciales. Sin embargo, si analizamos de manera más fina la parodia y otras expresiones en que ha incurrido éste y otros gobiernos post-dictadura, la ecuación nos permite preguntarnos si estamos viviendo todavía en los enclaves autoritarios de la dictadura militar o son nuevos 'enclaves democráticos'.
El concepto de 'enclaves autoritarios' aparece en el trabajo del sociólogo chileno Manuel Garretón (2003) para dar cuenta de la interferencia de los resabios dictatoriales en el funcionamiento óptimo de una democracia sana. Más tarde, Peter M. Siavelis (2009) se refiere a los 'enclaves de transición', señalando que éstos frenaron la madurez política del país. El cuestionamiento de los 'enclaves democráticos' nos dice el profesor de la Universidad de Notre Dame, Guillermo Trejo, es que no hemos analizado en profundidad la verdadera naturaleza de los procesos de transición desde las dictaduras a las democracias liberales (webinar Votes, Drugs, and Violence: the Political Logic of Criminal Wars in Mexico, 20/04/2021). El Dr. Trejo es todavía más crítico al decir que el desarrollo de los carteles y la violencia criminal en México han gozado de 'condiciones democráticas'.
La democratización de las fuerzas armadas y de orden, y de organismos como el Tribunal Constitucional (TC) debe partir de la mirada de los derechos humanos, desde la cooperación internacional y provocando una madurez política, institucional y ciudadana. Ya decía irónicamente Marco Antonio "César era un hombre ambicioso, pero Bruto un hombre honorable" (Shakespeare, Julio César, 1599). Las democracias inmaduras e insanas pueden estar revestidas de todo un manto de 'honorabilidad democrática' y apego al estado de derecho, sin embargo, pueden estar podridas por dentro.