Sin acuerdo, todos pierden
Gobierno y oposición están jugando un peligroso juego a propósito del tercer retiro, cuyo resultado podría ser sólo más decepción y desconfianza. Lo peor que podría pasar es que todos se queden en su trinchera. Se requiere un ánimo de entendimiento que en las primeras horas no se ha visto y que es clave para destrabar un tema de alto interés social.
En ajedrez, cuando ningún jugador supera al otro, se dice que hicieron "tablas". Hoy el gobierno y la oposición están en un escenario similar, pero no se trata de un juego intelectual que terminará en un saludo de caballeros.
Como se sabe, el gobierno enviará al Congreso su propio proyecto para un tercer retiro del 10% de los fondos previsionales, en respuesta al aprobado el viernes por el Congreso, que se encuentra amenazado por una reserva de constitucionalidad enviada por el Ejecutivo el miércoles de la semana pasada.
El del gobierno respeta lo propuesto por los parlamentarios en cuanto a los montos (de 35 a 150 UF), pero establece el pago de impuestos para aquellos que tengan rentas superiores al 1.800.000 pesos.
Además, incluye un bono de 200 mil pesos, de cargo estatal, para los 3 millones de chilenos que ya no tienen ahorros previsionales (aspecto no considerado por los parlamentarios) y un sistema de recuperación de los retiros, que se financiara con una cotización adicional del 2% de cargo del empleador y el Estado.
Respecto a las rentas vitalicias, el proyecto de los parlamentarios permitía el retiro anticipado del 10% y el del gobierno un "adelanto" por ese mismo monto, el cual luego será descontado de lo que reciban los pensionados.
Sin entrar a calificar qué proyecto es mejor, o cuán oportuna es la propuesta del Ejecutivo -que, claro, pudo haberse sumado antes a este debate- el tema es que gobierno y oposición, y los chilenos junto con ellos, están en una peligrosa encrucijada.
Si el gobierno no retira el requerimiento ante el TC, lo más probable es que el proyecto de los parlamentarios sea declarado insconstitucional, como ya ocurrió antes; y por el contrario, si el parlamento no acepta discutir el proyecto del gobierno, éste no tiene los votos para prosperar.
El dilema es enorme, porque que si nadie cede en sus posturas y cada parte se atrinchera, todos pierden, porque lo que prometieron no será realidad, y entonces la decepción será enorme.
Es de esperar que en este momento, con tanto en juego, y tan poco espacio para jugarretas y gallitos, aparezca la política de calidad.