Aprendí cómo se abre un libro…
Un día, aprendí el movimiento más puro que puede realizar un hombre¸ aprendí cómo se abre un libro, cosa maravillosa en cuyas puertas se halla, limpia y joven, la luz de la frente humana. Era un niño y recibía la lección y la herramienta. En este momento, continúo siendo ese niño, silabeando la lección y la herramienta. La leción resplandece en su hermosa sencillez; hay que ser hombre de libros, hombre de ideas, para que concluyamos con dignidad, tratando, hasta el final, de lograr la cabida exacta del hombre. El libro es herramienta sutil; con ella podemos construir desde una cuna a una estrella. Es la herramiente que (ensangrienta) resplandece por dentro.
Pero ni la lección ni la herramienta si nos brindan para almacenarlas, egoistas nosotros mismos, sino para tenderlas en el servicio de los demás, ayudándolos a que logren un resplandor que ennoblezca más sus vidas. Alguna vez, nuestro Lastarria habló, con desprecio, de "esos hombres menguados que tomando lo sacrifican a sus pasiones y preocupaciones", sin ningúna " utilidad de la Patria" y ciegos para avanzar, sembrando, por el camino del pueblo.
El hombre de ideas, que es hombre de universidad, entiende, Anibal Ponce, que la inteligencia obliga y que los Deberes de la Inteligencia, coinciden todos en esta consigna: trabajar, léalmente, con los hombres, para que el Hombre nazca, de una vez, a una tierra henchida por los dones que conceden la paz, la justicia, la cultura y libertad.
Soy hombre del Norte y me siento, sin mentir n mentirme, sólo un obrero que trabaja en el bellísimo y tremendo material de la palabra humana. Trabajo para el Norte, porque es mi lar. Pero ansío que mi esfuerzo toque a Chile y, enseguida, salte al mundo, pues persigo el equilibrio de mi tierra y de las tierras en mi corazón.
Agradezco a quienes enaltecen este acto con su presencia y ahora tornar a mi viejo cuarto de escritor, un escritor con ventura, porque la vida le regaló lo poco que sabe, a los más jóvenes, rejuveneciéndolo, día a día, con su contacto.
La estrella de la Universidad del Norte condecoró mi plumas de escritor chileno, de escritor que. En la Universidad de Norte cumple faenas, soñando con una Patria Plena, abrazadas todas las patrias al corazón del amor creador.
Andrés Sabella, Anales 11, 1978