En la columna del 14 de Febrero, hablamos de cómo nació la investigación astronómica en Rayos X: desde experimentos en la Tierra a satélites para detectar procesos energéticos fuera de nuestro mundo. Hoy, nos detendremos a pensar cómo estas misiones espaciales y la astronomía en general han aportado en nuestro progreso. La instrumentación astronómica está constantemente desafiandonos a desarrollar tecnologías cada vez más precisas e innovadoras para la obtención de datos. Y es el análisis y procesamiento de esta gran cantidad de datos lo que está ayudando a otras ciencias a interpretar estadísticamente sus datos.
Hemos sido testigos de cómo la Medicina ha utilizado técnicas instrumentales en Rayos X para mejorar la resolución de exámenes de mamografía, permitiendo la detección temprana de cáncer de mama y así, ayudando al tratamiento oportuno de esta enfermedad. Algoritmos computacionales implementados en bases de datos astronómicos, han sido usados para estudios de diagnósticos y anomalías en Patología al clasificar millones de células e identificar patrones automáticamente. Nuevas técnicas de observación en astronomía, como la óptica adaptativa para corregir el efecto turbulento de la atmósfera debido a cambios de presión y temperatura, son implementadas en instrumentos como el microscopio. Exámenes como tomografías o Resonancia Magnética Nuclear, se han inspirado en la alta resolución obtenidas desde técnicas de interferometría usadas en Radioastronomía. Al mismo tiempo, la astronomía espacial necesita aplicar técnicas de medicina psíquica y de preparación física en las tripulaciones que viajan al espacio.
Cada vez que somos testigos de un nuevo hito astronómico, somos testigos de una retroalimentación entre ciencias y tecnología, de un progreso para nosotros.
Alejandra Rojas Lilayú es astrónoma postdoc del Centro de Astronomía de la U. de Antofagasta, www.astro.uantof.cl