La necesidad urgente de conversación y encuentro
"Una conclusión demasiado importante es reconocer que es difícil o imposible conseguir verdades que expliquen todo".
El reciente fallecimiento de Humberto Maturana Romecín, académico y Premio Nacional de Ciencias, uno de los científicos más relevantes de la historia nacional, nos obligó a repasar algunos de los mensajes de su vida y trabajo. Y no cabe duda de que un mensaje para estos tiempos tiene que ver con sus reflexiones en torno a la comunicación, el amor, la autopoiesis y el dejar que aparezca el otro, lo que el profesor definió como uno de los verdaderos actos de amor y características más intrínsecas de nuestra naturaleza como organismos vivos y en permanente vínculo con otros.
Somos y existimos con los demás, compartiendo, debatiendo, colaborando, jugando en una sinfonía que a veces construye y en otras causa daño.
¿Cuándo ocurre esto último?: En momentos en que aparece el desencuentro, la desconfianza, cuando comenzamos a encerrarnos solo en nuestras convicciones y prejuicios, y despreciamos otros puntos de vista.
Y es que habitualmente confundimos que nuestros juicios son verdades; en tanto son también interpretaciones que otros hacen de aquello que llamamos realidad. Los acuerdos entonces no se erigen en la soledad, sino que en el desarrollo con otros, en la conversación, en el encuentro, cuestión que, recordando las palabras del profesor Maturana, se vincula de manera íntima con el acto del amor, el que a su vez solo es posible cuando estamos con nuestros semejantes.
En esa perspectiva puede aparecer entonces una nueva ética y una nueva forma de desarrollar comunidad y los espacios de posibilidad cambian, pues en vez de concentrarnos en enfatizar solo las diferencias que nos separan, podemos elegir el camino de construir juntos y avanzar aceptando los matices de opinión que legítimamente pueden existir en la sociedad.
Una conclusión demasiado importante es reconocer que es difícil o imposible conseguir verdades que expliquen todo, sino grandes consensos que son los que permiten concretar objetivos para el desarrollo, la paz social y el bien común. Por eso necesitamos de la buena política, que es el bálsamo donde esto puede y debe implementarse con convicción.
Pues es precisamente esto lo que reclaman los chilenos para crecer en un momento difícil como el actual: avanzar sobre la base del diálogo, la empatía auténtica y la racionalidad, pero tampoco desdeñando las emociones que personas y grupos albergan como referencia en sus vidas.
Cuidar la convivencia y el diálogo es mucho más que una cuestión de forma; es también parte del fondo y debemos darle esa respuesta a la sociedad nacional y a las próximas generaciones, porque el mañana se diseña hoy.
Es cierto que las autoridades son las principales responsables de avanzar en esta tarea, pero cada uno de nosotros también tiene la obligación de asumir esta responsabilidad, colaborando con humildad, capacidad de escucha y espíritu de servicio para ayudar al entendimiento entre los chilenos. Los centros educativos, ciertamente, también cumplen un rol fundamental en este plano y ese es el espíritu que como Universidad Católica del Norte buscamos imprimir. Estamos conscientes que vivimos tiempos de definiciones, a ratos álgidos y confrontacionales; mas debemos tener la convicción de que todo es más sencillo y claro cuando las acciones tienen a la persona humana en el centro. Solo el diálogo honesto, la conversación con empatía es lo que mejorará la convivencia nacional extraviada.
No somos un país de enemigos, sino de hermanos que comparten una historia, cultura y un futuro que hay que construir.
Rodrigo Alda Varas
Rector Universidad
Católica del Norte