No cabe duda que las nuevas autoridades electas y por elegir en la segunda vuelta para Gobernador Regional, enfrentaran un escenario históricamente desafiante en lo político, económico y social. El respaldo obtenido en el ejercicio democrático electoral nos convoca a los distintos actores regionales y comunales a brindarles el máximo apoyo y respaldo para una gestión exitosa.
La Región de Antofagasta debe asumir este desafiante escenario bajo una óptica positiva y propositiva, todos los actores regionales, transversalmente, debemos escuchar y aprovechar esta voz ciudadana como una oportunidad para dar un salto estratégico en el desarrollo regional.
Concretamente, nuestra tarea es ir construyendo consensos que identifiquen de manera muy clara y precisa lo siguiente: las necesidades sociales prioritarias que respondan al llamado de nuestra comunidad regional; los lineamientos y principales proyectos para satisfacer estas necesidades y, las responsabilidades y compromisos de cada uno de los actores regionales para que estas iniciativas se hagan realidad. Frente a la justa demanda ciudadana por una mayor y mejor satisfacción de las necesidades sociales de la comunidad y, de poner fin a la corrupción, abusos, cuoteo, colusión, etc., nuestros consensos deben fundarse en un compromiso robusto con los valores éticos que deben guiar el pensamiento y la acción de todos.
Reactivación económica y social, educación, salud, pensiones, salarios, vivienda, adultos mayores, empleo, empresas pymes regionales, política territorial y medio ambiente, son algunas prioridades que la comunidad ha puesto sobre la mesa y que, bajo el liderazgo de las nuevas autoridades, entre todos debemos gestionar con velocidad y eficiencia.
Profesionalización, transparencia, participación y eficiencia en la gestión pública; inversión y creación de valor compartido y compromiso con el empleo y empresas pymes regionales en la gestión de la gran industria; organización, participación, auditoría social y respeto a las normas de convivencia de parte de la sociedad civil, son algunos de los compromisos sólidos que se requieren de estos actores.
Probidad, equidad, transparencia, igualdad en el trato, reportabilidad, respeto, inclusión, son valores en que la realidad nos demuestra que estamos al debe y que cada uno de los actores regionales debemos comprometernos a practicarlos en el día a día.
Las universidades, gremios empresariales, empresas, y organizaciones de la sociedad civil, transversalmente, debemos proactivamente juntarnos con las nuevas autoridades para compartir el aporte e importancia de cada uno en esta nueva etapa y, escuchándonos, ir construyendo los consensos para la nueva realidad que emerge en esta nueva etapa de desarrollo nacional, regional y comunal.
Los jóvenes en pandemia
La pandemia que se ha desatado desde principios de 2020 está provocando una crisis sanitaria, económica y social. El coronavirus afecta con relativa poca frecuencia a niños y jóvenes en sus formas graves. Pero las consecuencias de la pandemia también los están aquejando al afectar su salud psicológica, su aprendizaje y su nivel de vida.
Desde principios de este mes que los hospitales están viendo que cada vez más adultos jóvenes ingresan con Covid-19 a medida que las variantes nuevas y más contagiosas del virus se propagan más rápido que nunca. A nivel nacional, la cantidad de personas de 18 a 64 años que consultan en las unidades de emergencia con Covid está aumentando, mientras que la cantidad de pacientes de 65 años o más ha bajado, según lo informado por el Minsal durante una reciente conferencia de prensa.
Para los menores de 59 años, según datos estatales publicados el 6 de abril. Las admisiones hospitalarias están aumentando para todos los grupos de edad, y el mayor aumento se observa en personas entre 40 y 49 años.
Los expertos en salud dicen que el problema es multifacético: los adolescentes mayores y los adultos jóvenes están priorizados entre los últimos, para recibir las vacunas Covid-19 y muchos de ellos aún no se han inoculado. Además, los adultos jóvenes están involucrados en conductas de mayor riesgo, como practicar deportes de contacto cercano, salir a bares, asistir a reuniones sin máscara o viajar.
Esos factores, junto con variantes altamente contagiosas, probablemente estén generando un aumento en el número de jóvenes que van al hospital, señalan los expertos en salud.
Aunque más jóvenes pueden contagiarse, muchos de ellos no enfermen gravemente, especialmente los niños en edad escolar. No obstante que los niños sean menos susceptibles a la enfermedad, tienen más probabilidades que los adultos de infectar a otros familiares cuando están enfermos. Los adultos jóvenes con comorbilidades como obesidad, hipertensión y diabetes, probablemente sean los que corren mayor riesgo.
Las personas menores de 18 años tienen un riesgo bajo de contraer Covid-19. Cuando este es el caso, la mayoría de las veces desarrollan formas leves de la enfermedad. Sin embargo, la crisis esta afectando su salud generando o agravando particularmente trastornos psicológicos. Las expresiones de malestar, incluso angustia, aparecen en adolescentes y adultos jóvenes. Los estudiantes son los más afectados.
La interrupción de las clases escolares agrava las desigualdades sociales y educativas, perjudicando gravemente a los alumnos con dificultades o imposibilidades de acceso a internet. La crisis ha impuesto la educación a distancia a todos. Las medidas encaminadas a mantener la continuidad pedagógica durante el primer encierro subrayaron la brecha digital, es decir, las desigualdades en el acceso a herramientas informáticas y la subinversión tecnológica de la educación nacional.
La crisis acentúa las vulnerabilidades sociales y lleva a los hogares a la precariedad. Los niños y los jóvenes se ven especialmente afectados. El aumento del costo de vida y los recortes de empleos debido a la crisis están reduciendo el nivel de vida de los estudiantes.