Otra amenaza a la libertad individual
En nuestro país se ha institucionalizado resolver conflictos del orden cívico o de bien común a través de la obligatoriedad o de sanciones, sin ir al fondo del problema. Si no hay obligatoriedad, multa u otro tipo de sanciones no existe la completa conciencia de actuar por el bien común. La conducta cambia en el sentido contrario.
En medio del debate por la obligatoriedad del voto, en paralelo surgió una idea similar pero orientada a la vacunación contra el covid-19. Fue el exministro de Salud, Álvaro Erazo, miembro de la mesa covid, quien planteó que el país debiera ir avanzando en ese sentido, a días que se inicié la inoculación en los menores de edad.
La exautoridad sugirió a modo de ejemplo que "empleadores, por ejemplo, a través de las mutuales, o la propia ciudadanía, vayamos haciendo más exigente la vacunación, es la única herramienta (...) me parece que eso es hoy día una obligación".
Las reacciones fueron inmediatas y muchos como el ministro de Economía Lucas Palacios, mostró su desacuerdo y se refirió a que el actual gobierno respeta a libertades individuales y que ya en este período de pandemia se han visto acotadas por las restricciones sanitarias.
No obstante, hay otros sectores que la ven factible y que creen que es una buena fórmula para frenar las alzas en contagios diarios. Añaden que ciertas libertades individuales, como la de acudir vacunarse o no, están supeditadas al bien común que es la salud pública.
Este tipo de iniciativas parecieran retrogradas en una democracia del Siglo XXI, pero que tiene mucho que ver con el comportamiento promedio de los chilenos. Si no hay obligatoriedad, multa u otro tipo de sanciones no existe la completa conciencia de actuar por el bien común. La conducta cambia en el sentido contrario.
Pero mirado desde el punto de las libertades, una nación o una sociedad mientras más las restrinja menos legitimidad tiene. Las personas nacen libres y en sus vidas tienen derechos y deberes. Y son estos últimos los que no han madurado en la ciudadanía.
Solemos exigir participación en las decisiones y mayores derechos. No obstante, los deberes se olvidan y así se debilita la democracia. Y la solución llega a través de la imposición.
También olvidan que estamos al debe en educación en muchas materias cívicas y de respeto de nuestros semejantes. Excesivo individualismo y falta de empatía conspiran contra ello y nadie se preocupa de buscar esa salida que es la más recomendada.