Cómo empujar al hijo que no quiere crecer
El director de "Virgen a los 40" regresa con otra comedia en la que revierte los estereotipos. Esta vez, es la historia de un adulto desastroso en busca de redención.
Si uno observa un objeto por un tiempo prolongado éste se desdibuja, adquiere nuevos matices. Es un ejercicio de extrañamiento o desfamiliarización que, de alguna manera, explica las operaciones que Judd Apatow ("Virgen a los 40") ha venido realizando en sus distintas funciones como director, productor y guionista.
Lo familiar sería, en este caso, el caudal de comedia estadounidense que acumulamos durante los años 80 y 90 cuando realizadores como John Hughes ("El club de los cinco") afinaron estereotipos que serían imborrables. Apatow desafío esas clasificaciones, no alterándolas automáticamente sino buscando una contemplación más prolongada de sus personajes para encontrar nuevos matices. Así, a través de un acercamiento lúcido y detenido, el gordo del colegio (duramente burlado en las comedias ochenteras) pudo mostrar su humanidad, heroísmo y atractivo ("Superbad"); un par de drogadictos fueron capaces de abandonar el halo siniestro con que el cine suele presentarlos ("Pineapple Express") y un grupo de mujeres recibió un tratamiento honesto que no escondió la escatológica ni la sexualización ("Bridesmaids"), por nombrar solo algunas películas.
"El arte de ser adulto" (en HBO Max), mala traducción para lo que en inglés se titula "El rey de Staten Island", marca el regreso triunfal de Apatow a la dirección con sus obsesiones, sus chistes registrados y la dinámica de extrañamiento anteriormente planteada. Es que el mundo que el director nos muestra sin escapar de los estereotipos irá adquiriendo nuevos matices y profundidades a medida que la cámara se pose sobre los personajes. Partiendo por el protagonista, Scott Carlin (Pete Davidson), un tipo de 25 años que no hace más que drogarse junto a sus amigos y soñar con un trabajo como tatuador que nunca llega. Pero este fumón abúlico, superficialmente parecido a otros que han poblado el cine americano, irá mostrando sus grietas a medida que lo observemos. Así descubriremos que padece de un estado de depresión constante tras el fallecimiento de su padre, ocurrido mientras apagaba un incendio. La madre (Marisa Tomei), quien trabaja en una sala de urgencias, también parece marcada por esa ausencia, a diferencia de la hermana (Maude Apatow), quien parte a la universidad. Propio de la sensibilidad de Apatow es humanizar también a los supuestos antagonistas, en este caso, Ray Bishop (Bill Burr), un bombero que seduce a la madre, poniendo en riesgo la estabilidad de Scott.
Como es habitual, el director ofrece una seguidilla de bromas y situaciones cómicas, algunas logradas, otras no tanto (hay chistes locales sobre la decadencia de Staten Island en relación a Brooklyn). Lo importante es, sin embargo, la forma en que transforma a estos personajes disfuncionales en seres cercanos y queribles, desafiando los estereotipos de presentación. Para Apatow, las personas parecieran ser más entrañables cuando muestran sus defectos. Y esto vale también para el muerto: un padre idealizado que irá revelando sus vicios y errores, lo que será fundamental para el proceso de redención de Scott.
Lo interesante tras "El arte de ser adulto" es que el actor Pete Davidson perdió a su progenitor, quien trabajaba como bombero, cuando trataba de apagar el fuego de las Torres Gemelas. Su colaboración fue fundamental para un guión en el que buscó transformar un trauma personal en humor y compasión. De eso, probablemente, se trata la buena comedia.
Pete Davidson interpreta a Scott, un adulto de 24 años que lleva una vida desastrosa.
El actor Pete Davidson perdió a su padre en el atentado a los Torres Gemelas.
En resumen
Por Andrés Nazarala R.
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