Crisis de confianza y corrupción
La comunidad regional volvió a citar como un problema grave a la corrupción. Hoy le preocupa mucho más que la seguridad ciudadana y el empleo. Y eso no es gratuito es fruto de una seguidilla de situaciones y acciones que obligan a pensar en aprovechamientos y abusos en el ejercicio del poder.
La desconfianza está instalada en nuestra sociedad y en va en aumento, principalmente, porque lejos de hacer esfuerzos para que esa percepción cambie cada vez son más las señales que refuerzan esa sensación ciudadana.
La encuesta Barómetro Regional, que prepara el Instituto de Políticas Públicas (IPP) de la Universidad Católica del Norte, reveló algunas percepciones de la comunidad regional en estos ámbitos. Por ejemplo, que la democracia como sistema de gobierno es claramente valorada, pero una gran mayoría no está conforme con la clase política y sus representantes.
Esto más que una dicotomía es fiel reflejo del sentir ciudadano y la crisis de confianza que existe con instituciones y con la política partidista. Y eso no es gratuito es fruto de una seguidilla de situaciones y acciones que obligan a pensar en aprovechamientos y abusos en el ejercicio del poder.
Las muestras se repiten con frecuencia y lo peor es que la aplicación de la justicia denota rasgos discriminatorios con quienes no ostentan cargos en la estructura política, en reconocidas instituciones o en el ámbito de los negocios.
Por ello es que la desconfianza está asociada con la corrupción que es otro de los temores de los habitantes de la Región. De hecho ocupa el primer lugar desplazando a otras como el empleo o seguridad ciudadana.
Aquí también los casos suman y siguen, como lo ocurrido con la arista del Caso SQM, relacionado con el financiamiento ilegal de la política y contratos muy oscuros. Allí pese a varias evidencias no hubo persecución de algún eventual delito y la Fiscalía determinó no perseverar ante la negativa del Servicio de Impuestos Internos de iniciar acciones legales contra quienes pudieran haber incurrido en delitos.
Para cambiar esa sensación se la debe enfrentar con mayor decisión que lo visto hasta hoy. Casos de esta índole se vienen arrastrando en los últimos años y no se ha puesto atajo, salvo algunas leyes cosméticas que son meramente figurativas y no cambian el problema de fondo.
La gente entiende lo que ocurre y ha hablado con fuerza. Pero la inacción y el estancamiento vuelven a irritar a una comunidad que siente despreciada y soslayada por sus gobernantes y círculos de poder.