Alberto Abarza se convirtió en leyenda: ganó su tercera medalla en Tokio 2020
JUEGOS PARALÍMPICOS. El nadador nacional completó una participación increíble con una presea de oro y dos de plata. "Pensé que no llegábamos", confesó ayer.
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 habían sido algo frustrantes para el deporte chileno. Pese a tener una de las mayores delegaciones de la historia, no consiguió ninguna medalla durante las tres semanas de competencia. Apenas empezaron los Paralímpicos, todo cambió.
Alberto Abarza fue el primer chileno en competencia en el segundo capítulo en Tokio y de inmediato se convirtió en héroe al ganar la medalla de oro en la prueba de 100 metros espalda de la natación. Pero no fue todo: días después consiguió la plata en los 200 metros libres y ayer se consagró como una leyenda del olimpismo nacional al conseguir su tercera presea, otra de plata, en los 50 metros espalda.
Triple medallista paralímpico, algo solo comparable con la cosecha de Fernando González, quien entre Atenas 2004 y Pekín 2008 obtuvo tres preseas (un oro, una plata y un bronce), y con las dos medallas de oro obtenidas por Nicolás Massú en Atenas 2004.
La de ayer fue la competencia más difícil para Abarza, quien solo fue superado por el brasileño Gabriel dos Santos. Tras ello reconoció que "fue una prueba dura, dolió harto. Ganar otra plata es muy gratificante. Valió la pena todo el sacrificio para llegar a Tokio".
Tiempo en contra
Si para cualquier deportista que se preparaba para estos Juegos la postergación de un año a causa de la pandemia de covid-19 fue compleja, para el campeón chileno fue mucho peor, pues padece una enfermedad degenerativa que empeora con el tiempo: para él un año de retraso en la competencia es un año perdido y por eso dudó de poder llegar en buenas condiciones.
El mal se llama Charcot-Marie-Tooth, le fue diagnosticado cuando era niño y va atrofiando poco a poco los músculos hasta dejar el cuerpo sin fuerzas y completamente postrado en una cama. A Alberto lo obliga a usar una silla de ruedas para desplazarse, pero eso no significa que lo haya derrotado.
"Pensaba que no llegábamos, por la discapacidad, porque esto va avanzando día a día. Pero tuve un equipo que confía en mí, me dijeron que podíamos. Los médicos, mi familia, mi hermana, mi novia, mis hijas me empujaron a este sueño", reconoció ayer.
"No hay algo más grande que ser campeón paralímpico y lo logré con la ayuda de mucha gente. Les agradezco a todos los que fueron partícipes de esto. Es un sueño cumplido, como lo había dicho con la medalla de oro. Abrimos un camino para los jóvenes, los niños, el deporte paralímpico y el convencional. Las cosas se pueden lograr", añadió.
"Somos el último país del mundo, pero podemos llevar nuestra bandera a lo más alto. Lo disfruté mucho. Siempre sonriendo, siempre feliz. Siempre digo que las medallas son una anécdota: el camino que recorrimos para llegar acá fue fabuloso. Fue mucho esfuerzo", sentenció con sus medallas al cuello.
35 años tiene el campeón de Tokio 2020. Cuando era niño le diagnosticaron una enfermedad degenerativa.