El horror del Sename, según Claudia Huaiquimilla
"Mis hermanos sueñan despiertos" triunfó esta semana en el Festival de Valdivia. Antes ganó Guadalajara. Y ahora llega a los cines para recrear la crudeza de un centro de detención juvenil.
Claudia Huaiquimilla (1987) debutó en 2016 con "Mala junta", ópera prima que, sin aspavientos, presentó una historia íntima en la que salen al ruedo asuntos tan coyunturales como son el conflicto mapuche y la adolescencia sin oportunidades. Ahora regresa a los temas urgentes con "Mis hermanos sueñan despiertos", largometraje que acaba de ganar el Festival de Cine de Valdivia tras triunfar en el de Guadalajara. En este contexto, aterrizó esta semana en salas chilenas.
El centro de atención es ahora el Sename, inspiración que coincide con la de otros trabajos chilenos en desarrollo: la obra "Feroz" de Teatro La Peste (por estos días, en gira por Francia y Bélgica) y "Nos quieren ver", serie que estrenará próximamente HBO-Max. Es evidente que en los últimos años, y especialmente en esta era de cambios sociales, el arte nacional se ha consolidado como un gran espejo en el que se reflejan los tiempos que corren.
El cine de Huaiquimilla toma distancia, sin embargo, de la denuncia discursiva y reduccionista para, a través de la recreación cinematográfica, tratar de visibilizar y entender a las víctimas del sistema. No hay aquí buenos ni malos -ni el adolescente más violento del grupo ni la profesora de buenas intenciones que interpreta Paulina García-, sino que la degradación de un sistema y la falta de humanidad cuando la pobreza y la delincuencia operan como amenazas endurecidas por el prejuicio.
También está el peso de la burocracia. Angel y su hermano menor están atrapados en el centro de detención esperando un juicio que no llega. La claustrofobia, el abandono familiar y la violencia de los gendarmes vuelven aún más difícil la permanencia y la fuga brilla como una fantasía posible.
Huaiquimilla se nutre de la realidad, pero probablemente también del cine. Su empatía por los personajes y su intención de retratar el hastío cotidiano a través de escenas agridulces convocan a los fantasmas de clásicos sobre infancias vulneradas como son "Los 400 golpes" de François Truffaut, "Cero en conducta" de Jean Vigo y "Crónica de un niño solo", del gran Leonardo Favio.
Una de las virtudes de Huaiquimilla, que no siempre se encuentran en realizadores jóvenes, es el rigor que demuestra en la construcción narrativa. Hay aquí espacio para el desarrollo psicológico de los personajes, tiempo para que las cosas sucedan, una noción de realismo con la que no se negocia en beneficio del espectáculo porque el cine chileno está, de alguna manera, participando en las discusiones del país, iluminando las pequeñas historias que la televisión y los discursos políticos ignoran. "Mis hermanos sueñan despiertos" se preocupa, sin adornos ni artificios, de los seres invisibles de nuestra sociedad.
En cine, por supuesto, los énfasis pueden ser sensoriales, emocionales, musicales. En este caso, la banda sonora de Miranda y Tobar acentúan la tragedia con cierta majestuosidad. Desde el primer plano de una naturaleza imponente y fría que, como nos enseñó Raúl Zurita, queda siempre impregnada de nuestro sufrimiento.
la banda sonora de "mis hermanos sueñan despiertos" fue realizada por los músicos y productores "Miranda y tobar".
En resumen
En la película actúa Andrew Bargsted, Iván Cáceres, Paulina García, Sebastián Ayala y Claudio Arredondo.
Por Andrés Nazarala R.
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