Poder Político
Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
La política es un juego de poderes como bien lo abordan, entre otras, las series televisivas Juego de Tronos (Game of Thrones, 2011) y su versión asiática mejorada, el Ascenso de los Fénix (The Rise of Phoenixes, 2018). Desde la literatura, ya Fausto (1938) en Johann Wolfgang von Goethe se pregunta por lo que sostiene al mundo, y su respuesta es el poder; el precio de ese hallazgo es la venta de su alma al diablo. El concepto de poder en la teoría política es controversial, o difícil de definir de acuerdo a la academia anglosajona. Hannah Arendt (1970) y Talcott Parsons (1993) precisan que el poder es algo volátil que se otorga, que es consensuado y que no es un atributo per se del ejercicio de un cargo, por ejemplo el Ejecutivo. Por tal razón, se entendería el mecanismo de acusación constitucional en contra del Presidente Sebastián Piñera. El filósofo surcoreano Byung Chul Han (2005) argumenta que cuando uno/a se siente con poder, éste ya se perdió. Un buen ejemplo es la caída en picada del presidenciable Sebastián Sichel.
A raíz de todas las problemáticas que estamos viviendo en el país, cuarto retiro, violencia y delincuencia más allá de los discursos de odio de la conmemoración del 18/O, 'Piñera Papers', carrera presidencial y diversas manifestaciones de descontento ciudadano, nos preguntamos dónde está el poder, quién lo ostenta y cómo se ejercita éste. Pareciera ser que en las débiles democracias de América Latina, en especial en Chile, un Estado de Derecho basado en un principio de igualdad política es constantemente amenazado por el poder económico, la instrumentalización del sistema institucional y las malas prácticas o 'habitus' (Bourdieu, 1979) político. Es que el fortalecimiento de nuestra institucionalidad pasa por crear instituciones con 'confianza objetiva' (Carlos Peña, Pensar el malestar: La crisis de octubre y la cuestión constitucional, 2020), que se resistan a los problemas de corrupción, tráfico de influencia e información privilegiada. De acuerdo a Ignacio Irarrázaval, Director del Centro de Políticas Públicas de la UC (Radio Concierto, 24/09/2020), existe una correlación inmediata entre los distintos tipos de confianza, la gente desconfía del Gobierno, del Parlamento, de la Iglesia Católica, del sistema bancario, del retail y de las empresas en general, evidencia empírica presente también en los índices de aprobación institucional que muestran las encuestas.
De acuerdo a Ricardo Querol en su columna "La Política en el fango" (El País, 30/09/2020), ésta se juega en 'tertulias chillonas de televisión' y camorrismo barato en el debate público, estrategias que ensucian por supuesto la democracia. Por ende, no debiera sorprendernos que los debates presidenciales se han convertido en campos de batalla de contra-propaganda y ataques simultáneos por todos lados, lo que el nuevo asesor del candidato Sebastián Sichel, Juan José Santa Cruz, precisa como una carrera presidencial que está en el lodazal (EMOL, 17/10/2021). En el Parlamento, el poder es líquido (Zygmunt Bauman, 2007) y está en los bloques (inclusive no ideológicos ni políticos) que se han formado para capturar más o menos votos frente a decisiones cruciales. Los guarismos constituyen un argumento complejo y simple a la vez para posicionar a un/a candidato/a o un tema de 'gallito político' en función del número de votos, lo que comúnmente se denomina 'con calculadora en mano'. En la 'economía procesal' del sistema judicial, los jueces se ahorran un juicio y dictan condena, los/as inculpados/as son condenados/as obteniendo libertad vigilada, pero con una condena a cuestas y a través de una 'verdad negociada'; y aquí, pareciera ser que toda la institucionalidad se comporta como juez y parte. En resumidas cuentas, el poder sería ejercido desde lo que Amartya Sen llama 'los Tontos Racionales' (1976).
Pese a este mal pronóstico, el caudillismo no se pueden tomar el poder en países que debieran salir del subdesarrollo. Los extremos son siempre nefastos, pues jalan y fraccionan las gobernanzas inteligentes, la participación ciudadana y la legitimidad de las instituciones por parte de la ciudadanía. La infantilización de la política es la máxima expresión del poder mal ejercido. La moraleja es: piense bien en quién va a votar para no decir después "pobre Sudamérica tan lejos de Dios y tan cerca de la corrupción y populismo".
"Los extremos son siempre nefastos, pues jalan y fraccionan las gobernanzas inteligentes, la participación ciudadana y la legitimidad de las instituciones por parte de la ciudadanía"