Vieja y querida casona
Vieja casona, que aguardas tu demolición, te dedico estas palabras de recuerdo a modo de despedida:
Pasé gran parte de mi infancia y adolescencia en tus dependencias, sintiendo el olor a madera de tus pisos, y a palmera de tu patio. Habías sido construida antigua y originalmente como una mansión, con amplias dependencias, hall de acceso, amplios dormitorios (y hasta chimenea), las cuales, ante el otro uso que se te dio, acogieron, por varias décadas, actividades de tipo académicas entre sus muros.
Bajo propiedad de la Universidad de Chile sede Antofagasta, en ti funcionó la Escuela de Servicio Social, el Conservatorio Regional, en donde inicié mis estudios musicales, y el Liceo Experimental Artístico (LEA), del cual me gradué de enseñanza media.
Por las mañanas, teníamos las asignaturas del plan científico-humanista del liceo, con las sillas tipo universitarias de las salas orientadas hacia la pizarra "normal" (sin pentagrama), y en las tardes, después de almorzar en nuestras casas, entrábamos a las mismas salas, ahora con las sillas orientadas hacia la pizarra "musical" (con pentagrama), para tomar nuestras clases de música, lo que me producía la extraña sensación de estar en un mismo lugar (sala) que se sentía tan diferente según el momento del día y la actividad que hacíamos, ya sea, en una clase de matemática en la mañana, o en una clase de instrumento por la tarde.
En las tardes, tus salas rebozaban de música, ya que los estudiantes del LEA practicábamos nuestros instrumentos. A mitad de semana los miércoles en la tarde, y el fin de semana los sábados en la mañana, en el salón del segundo piso, se efectuaba el ensayo de orquesta, el cual hacía voltear las miradas de los transeúntes que en ese momento pasaban por la calle.
Cuando se oscurecía el día, comenzaban las funciones vespertinas del conservatorio, es decir, acogías a muchas personas desde temprano en la mañana hasta bien entrada la noche, todo aquello sin cesar, por décadas.
Espero que tu desaparición debido a negocios inmobiliarios sea el inicio de un cambio de mentalidad -con acciones concretas- que eviten que la arquitectura patrimonial de Antofagasta se siga extinguiendo.
Rafael Ramos Psijas. Profesor. Magister en Educación