Candidatos
Para los chilenos, la actual elección presidencial es la más importante desde el retorno a la democracia. Para los liberales, una de las más desagradables y complejas. Mientras Gabriel Boric no entiende la importancia de los números y persiste en querer implementar ideas jamás logradas en ningún país exitoso, José Antonio Kast no entiende el valor de la autodeterminación.
Pilar Lorenzoni Fundación para el Progreso
Dudas
Cuando escuchamos la frase que "no son 30 pesos, son 30 años" quiero pensar que cuando se habla de 30 años, el 90% de los chilenos estamos pensando en 30 años de nepotismo, 30 años de secuestro de organismos estatales por los partidos políticos, 30 años de absoluta permisividad a los monopolios, 30 años de permitir que poderes económicos redacten leyes con la complicidad de políticos deshonestos.
Esos son los 30 años que el 90% de los chilenos rechaza, no los 30 años de desarrollo evidente. Pero hay un 5%, siendo generosos con la cifra, que capitaliza ese descontento, culpando de ello a Pinochet, a la Constitución y al "modelo". No es culpa del modelo, de la Constitución ni de Pinochet. Pinochet podrá tener otras culpas, pero no estas. Es culpa simplemente de la corrupción imperante en los partidos tradicionales. Evidentemente, no son todos los políticos, seguramente ni siquiera la mayoría, pero todos han pecado si no de obra, al menos de omisión. Nadie puede argumentar ignorancia, son todos responsables como actores o "cómplices pasivos", para usar un término ya acuñado.
Entonces, razonablemente al mirar la candidatura de Boric quedan dudas de si podrá erradicar la violencia y la corrupción, quedan dudas si no terminará secuestrado por los grupos más extremos o condicionado por "tradicionales". A estas dos dudas razonables se suma la inquietud intrínseca a su equipo, a su persona, si tendrá la experiencia y habilidad de no cargarse la estabilidad económica del país y no terminemos con un país igual de corrupto, con libertades restringidas y en lo económico más parecido a algunos de nuestros países vecinos.
Leonardo Cabrera C.
Crisis chilena
Cuando no se tiene la capacidad intelectual ni política para crear y respetar acuerdos que espera la ciudadanía se concreten pueden ocurrir situaciones muy lamentables, no podemos olvidar los momentos dramáticos vividos en nuestro país, tenemos hechos que demuestran los fracasos de la llamada clase política. La guerra civil de 1891 que dejó diez mil muertos o el golpe de estado de 1973, hechos sangrientos que pudieron evitarse si hubiera existido acuerdos que impidieran estas tragedias. Hoy al parecer estamos reviviendo la triste historia por la discrepancia entre un sistema político en que un sector defiende a ultranza por mantener privilegios y concentración del poder político y económico sin importar los medios como los obtuvieron y por otro lado el clamor ciudadano cansado de soportar la sobrevivencia y la carencia de derechos fundamentales, como el derecho al menos a una vejez digna después de una vida de penurias. Tan solo estos dos hechos debieran llamarnos a la reflexión ante un drama que se vislumbra y es posible evitarlo.
Hoy es posible cambiar la historia. La situación a nivel mundial que lógicamente también nos afecta y afectará por bastante tiempo debe ser una oportunidad de poner un punto de inflexión en la curva de desarrollo de nuestra sociedad e intentar hacer justicia con tantos hijos inteligentes, pero por desgracia de familia pobre no tenga la oportunidad de obtener un título que otros si obtienen por el solo atributo de pagar las cuotas al día. Nuestros dignos viejos que fueron parte del desarrollo del país por su aporte laboral merecen un merecido descanso y un sistema de salud que no los discrimine por su bajo poder económico, el resultado de su ahorro previsional debe ser del nivel que le permita satisfacer sus necesidades, no un pequeño monto que tan solo le alcanza para compra de remedios para aliviar sus dolores.
Nuestro País es inmensamente rico, con tan solo el 0,2% de la superficie del planeta es poseedor de las riquezas fundamentales para el desarrollo de los países del mundo como el cobre y el litio, un mar que lo baña en toda su extensión y una gran riqueza agrícola y forestal, pero el resultado económico de su riqueza se concentra en tan solo el 10% de su población y de las trasnacionales. Esta irracional situación puede y debe cambiar. Debemos intentar los cambios necesarios para tener una sociedad más justa y no ostentar el título que nos declara el INE "Chile es líder en desigualdad de ingresos".
Chile es un país de ciudadanos tristes con un miedo terrible a la vejez, no por el hecho de llegar a viejo que es algo natural, sino, por tener que soportar una etapa de vida en casos inhumana por falta de una política que corrija la desigualdad. Necesitamos un estado más amplio, distributivo, más acorde con una igualdad de oportunidades más efectiva que la imperante hasta hoy.
Alfredo Soto Hilaja