Exalumnos del LEA por demolición de 'La casona vieja': "Es una tristeza"
IDENTIDAD. Estudiantes del establecimiento, durante los primeros años, relataron sus experiencias dentro del recinto artístico, que explican "no supieron defender ante el progreso urbano" .
Como una completa tristeza, es descrito el sentimiento que por estos días embarga el corazón de los exalumnos del antiguo Liceo Experimental Artístico (LEA) y exconservatorio de Música "Armando Moraga Molina", al ver que el edificio donde realizaron sus primeros acordes musicales, actuaciones y bailes improvisados, fue demolido para el desarrollo de un proyecto inmobiliario, por parte de una constructora privada.
Así lo expuso Rafael Ramos, hijo de Rafael Ramos Divar, fundador del establecimiento en 1969 (el que se traslado a la ex casona de Antonino Toro en 1974), al relatar las dificultades que tuvo que pasar su padre para llevar adelante este proyecto educativo artístico.
"Es triste porque es uno más de los edificios históricos que han desaparecido, que de alguna manera tiene un valor patrimonial, porque representan una época, y además por todo el significado que tenía ese edificio para los que pasamos por ahí; era algo especial para nosotros, porque teníamos esa experiencia artística que nos marcó a muchos. Pese a que no todos salieron músicos, actores o bailarines, que eran las tres especialidades que tenía el LEA antiguamente. Ese colegio le dio un plus especial a nuestra enseñanza media", recordó el estudiante de la generación de 1980.
"Mi padre -continuó-, empezó el '74, apenas seis meses después del golpe militar, y ahí hay una historia bien especial y que muy poca gente conoce. Mi papá se arriesgó mucho para poder partir con el LEA en esta casona. Comenzó sin tener todavía la autorización del ministerio de Educación de la época, ya que los documentos estaban tramitándose y aun no estaban aprobados; el problema, es que ya estábamos en marzo, y el octavo año, de la escuela experimental, que en ese momento era básica, necesitaba comenzar el proceso para no perder el año, y por eso mi papá comenzó con el colegio cuando todavía no estaba permitido", precisó.
Acotó que según le relató su padre, antes de su muerte en 2017, cuando fue el día de la ceremonia de inauguración del colegio, "se hizo algo muy breve, íntimo, con tal de no llamar mucho la atención, ya que mi padre temía que lo fueran a buscar los militares por haberse arriesgado. No fue fácil, pero mi padre no quiso que esos estudiantes perdieran su trabajo artístico".
Una experiencia similar relató el exdiputado por Antofagasta, Manuel Rojas (primera generación del año 1969, en 4° Básico), al comentar que si bien hay otros edificios, en importancia histórica o patrimonial, mucho más relevantes para la ciudad, resulta una pérdida perder un lugar con tanta identidad.
"Ciertamente siento una pena muy grande respecto de la toma de decisión que se hizo de la venta de este colegio. Pero debo ser responsable, y decir que no sé si esta casa era tan importante para la ciudad como lo fue para mí. Para mí, esa esquina de Antonino Toro, con la Av. Brasil y con José Miguel Carrera, tiene una relevancia significativa. Me hubiese gustado que la preocupación de la comunidad hubiese sido antes, no ahora cuando ya se derrumbó", dijo.
Acotó que actualmente hay otros edificios y lugares emblemáticos, como el Barrio histórico, que están deteriorados. "El mismo muelle, donde se gastaron más de 6.300 millones de pesos y mira como está. Es una pena lo que pasa con estos lugares y el deterioro en el que están".
Valor
Según el Plano Regulador Comunal del 2002, y la plataforma gubernamental de monumentos patrimoniales, el edificio en cuestión no contaba con ninguna clasificación meritoria, ni como monumento nacional, ni como edificio de primer orden (lo que hubiese hecho imposible su demolición), algo que el arquitecto y urbanista Mauricio Ara, insiste debe aplicarse a edificios de este tipo.
"Cuando un edificio no cuenta con una protección de edificio de primer orden, o como monumento nacional, la verdad es que ningún organismo público puede hacer nada para protegerlo, ni la dirección de obras podría revocar un permiso de demolición, ni el Minvu, por eso es importante que los instrumentos de planificación territorial, como el plan regulador, los planes seccionales, estén actualizados, para que todos los edificios que, por su singularidad sobre todo, merecen y debiesen estar protegidos, lo puedan estar", precisó.
Sobre el punto, la directora regional del Servicio Nacional de Patrimonio Cultural, Valentina Díaz, explicó que es importante que las ciudades, en el objetivo de desarrollarse, merecen un crecimiento armónico, sin dejar de lado el contexto histórico, no solo de los valores patrimoniales.
"El inmueble en cuestión no tenía protección oficial ni a nivel nacional, como monumento, ni a escala comunal bajo el plan regulador, no había declaración que permitiera protegerlo (...) el inmueble era de alto valor cultural para la ciudad, entre otras razones, por ser un espacio de mucha identidad y características arquitectónicas sobresalientes para la época", comentó.
Agregó que "es importante unir esfuerzos entre la comunidad y entidades públicas y privadas, optimizar el aprovechamiento de los recursos y situar el patrimonio como una de las bases de crecimiento armónico en la ciudad".