Severino Zapata
También clave fue la figura del prefecto Severino Zapata, la única autoridad boliviana de alta jerarquía que estaba el día de la anexión. A Zapata llega la carta de notificación de la toma del puerto. El prefecto, vehemente, responde por escrito.
"Mandado por mi Gobierno a ocupar la Prefectura del Departamento, sólo podré salir de él por la fuerza. Puede Usted emplear ésta, que encontrará ciudadanos desarmados, pero dispuestos al sacrificio y al martirio. No hay fuerzas con que poder contrarrestar a los tres vapores blindados chilenos, pero no abandonaremos este puerto sino cuando se consume la invasión armada-. Severino Zapata. Prefecto del Departamento de Cobija".
No hubo tal "sacrificio y martirio" y Zapata se retiró, acompañado de una escolta, a Calama, donde junto a Eduardo Abaroa, prepararían la resistencia boliviana, cuyo clímax llegaría el 23 de marzo de ese año con el combate de Topater.
Mujeres patriotas
Genoveva Ríos era una adolescente boliviana que, con 14 años, le tocó ser testigo de la ocupación. Su padre, Clemente Ríos, era el comisario de la policía de su país en Antofagasta.
Después del desembarco, ciudadanos chilenos rodearon la prefectura boliviana, quebrando sus escudos y arrancando la bandera altiplánica. Genoveva, advirtiendo este frenesí, corrió hasta el edificio de la intendencia donde flameaba otra enseña boliviana, para bajarla del mástil y ocultarla bajo sus prendas, evitando así que esta fuese profanada.
Hoy, Genoveva es héroe nacional de Bolivia. Una estatua a su memoria en Cochabamba y su rostro en el billete de 20 bolivianos honran su memoria. No obstante, después de esta acción no se supo más de su paradero.
Otra chilena, esta vez, parte de quienes rompían los símbolos bolivianos fue Irene Morales, quien después de la ocupación se enroló en el Ejército como cantinera, llegando a pelear en batallas como la Toma del Morro de Arica en junio del año siguiente.
Al respecto Ana Olivares Cepeda, investigadora histórica y parte de la agrupación Los Viejos Estandartes cuenta que "sabemos que ella estaba en un duelo, ya que cinco meses atrás había perdido, bajo la mano de la autoridad boliviana a su pareja Santiago Pizarro, quien fue fusilado un 24 de septiembre de 1878. Desde ahí en adelante, ella jura venganza, por tanto guarda en su corazón un rencor, y cuando se entera de que se produce este desembarco y finalmente la ocupación de esta ciudad por los chilenos, ella ve la oportunidad para poder hacer efectiva esta venganza, no planeada, pero sí que la tenía guardada, esperando el momento indicado y cuando se inicia esta acción para ella lo fue".
Por lo anterior Olivares agrega que, "ella se une a las manifestaciones de algarabía y alegría que se producen esa mañana durante y se hace parte de estos desfiles y manifestaciones por las diferentes calles de Antofagasta, que llegan a la plaza. En este recorrido, pasan por calle Santa Cruz, hoy Condell, donde se ubicaba la prefectura boliviana (...) es alzada en los hombros de varios hombres que estaban en esta manifestación para que ella pueda dar alcance al escudo boliviano que estaba en esta prefectura. Luego que ella logra zafarlo, lo arroja al suelo y lo rompe a patadas, como una forma de manifestar su enojo con la autoridad".
La tumba de Santiago Pizarro, esposo de Morales, por quien ella tomó venganza se encuentra en el cementerio municipal de Antofagasta, no obstante en 2018 fue destruida por error y hoy se mantiene sin ser repuesta.
Como Morales, Ríos, Zapata, Hicks y Sotomayor, hubo cientos más de nombres y acciones hoy anónimas de esa jornada, donde solo estos nombres, inscritos en estatuas, billetes o calles, han sobrevivido, de momento, al olvido.
Genoveva Ríos Emilio Sotomayor Irene Morales Jorge Hicks
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