"La pandemia es algo que superó totalmente los escenarios que uno imaginaba"
Siendo uno de los principales doctores que han ejercido un rol de vocero para explicar el avance de la pandemia de covid-19, el doctor Francisco Salvador, infectólogo del Hospital Regional y académico de la U. de Antofagasta, recuerda los momentos que le marcaron de estos dos años de pandemia, algo que, comenta, le deja la satisfacción de que todo el personal de salud pudo contener la gran cantidad de contagios y personas que requerían atención de urgencia en esta crisis sanitaria.
En sus años de servicio, ¿esperó vivir, en algún momento, una pandemia mundial como la del covid-19?
-La verdad de las cosas, yo creo que nunca, en mi vida, pensé que íbamos a vivir una cosa tan dura y dramática como lo que hemos vivido estos dos años. Si bien ahora uno termina acostumbrándose a algunas cosas, la realidad superó a lo que nosotros habíamos previsto dentro de nuestra formación. Dentro de la formación de infectólogos siempre se hacen escenarios como de pandemias y de brotes graves, para que nosotros sepamos dirigir un equipo y saber qué hacer. Pero lo que vivimos en la pandemia, sobre todo desde el punto de vista del aislamiento, de repente ver morir personas que no esperábamos ver morir, o que se complicaban; o la impotencia de no poder ayudar más y solamente poder aliviarlos hasta que morían, es algo que no pensé, dentro de mi formación ni de cuando pensaba en ser médico. Es algo que superó totalmente los escenarios que uno imaginaba.
¿Cómo fueron los primeros días enfrentando este virus?
-De mucho temor. Sabíamos que nosotros podíamos ser los primeros en caer, y que teníamos que protegernos. Fueron días que teníamos que estar leyendo constantemente todas las novedades, todo lo que se sabía. Tuvimos la opción de tener chat con colegas de todo Chile, y empezar a generar un crecimiento junto con ellos, compartiendo experiencias, de acuerdo a lo que nosotros leíamos. Fueron días que uno tenía mucho temor de todo.
A lo que nunca me he podido adaptar bien, es a las personas que niegan la existencia de la pandemia, Eso creo que es lo que más me ha costado. Porque es un problema de empatía frente a los que hemos visto sufrir y hemos visto morir. Entonces eso, lamentablemente, me supera.
¿Qué historia recuerda y le marcó en esta crisis sanitaria?
-Una fue recibir a una excompañera de colegio, y tener que decidir entre ella y una embarazada. Esto fue el año pasado, en enero y febrero. No había vacunas. Lamentablemente ella evolucionó muy mal y terminó falleciendo. Es una de las cosas, uno de los dolores más grandes que he tenido dentro de la pandemia, junto con la mamá de un amigo, que la tuve que convencer para que intubara, porque no había muchas opciones. Ella justo estaba en el rango de edad que podía intubarse. Tampoco salió. Fue paralelo (ambos casos), casi simultáneamente, en los momentos más graves que tuvimos en el verano del año pasado. Esas situaciones, afortunadamente, el bebé y la mamá sobrevivieron, pero mi amiga y la mamá de mi amigo, no. Emocionalmente fue un momento muy duro. Todavía me emociona y se me quiebra la voz al recordarlo. Ese es el momento de mayor impotencia que uno tiene.
¿Cuándo empezó a notar el efecto de las vacunas?
-Yo creo que se empezó a ver cuando estaba la segunda dosis. A los 15 días de la segunda dosis empezamos a ver ya una disminución paulatina, y una disminución de la gravedad de los cuadros. Esa es una cosa que empezamos a ver y que hasta el día de hoy se mantiene. Antiguamente, lo que se llama Cenaf, que son cánulas nasales de alto flujo, teníamos aproximadamente un 80% de los pacientes hospitalizados con Cenaf, y que prácticamente teníamos que esperar que uno saliera, o que cayera en ventilación mecánica, para poder dársela a otro. Actualmente no tenemos más de tres pacientes con Cenaf, y tenemos la misma cantidad de cama. Eso muestra que la gravedad ha disminuido, y uno se da cuenta que es la vacuna, porque precisamente los que están con Cenaf o más grave son los que no tienen vacuna, o el esquema de vacunación completo.
Con todo lo vivido, ¿con qué se queda, tanto profesional como personalmente?
-Profesionalmente, logramos crecer. Me di cuenta de que podemos seguir aportando y aprendiendo de las catástrofes. Lo que más me gusto de esto, fue la capacidad que tuvimos como país de darle una atención integral a todos los pacientes graves, y pudiendo trasladarlos a donde hubiese camas. Eso me enorgulleció. En lo personal, yo creo que fue valorar todavía más a mi familia. Eso es lo que más me queda. El valorar estar juntos, disfrutar momentos juntos, aunque sean dentro de la casa.