Cuando Droguett tecleó en la urgencia otra guerra mundial
"Mi ignorancia tiene disculpas: Crónicas de patria, pobreza y guerra mundial" (La Pollera) nos trae de vuelta la escritura en prensa del escritor, fallecido el año 1996, en las que se pregunta por Dios, los conventillos y la guerra.
Cada cierto tiempo, las compilaciones que se hacen de cronistas nos recuerdan lo circular de la historia. "Mi ignorancia tiene disculpas: Crónicas de patria, pobreza y guerra mundial" (La Pollera), compila la escritura en prensa de Carlos Droguett (1912-1996), uno de los mayores narradores de nuestra literatura, autor de "Eloy" y "Patas de perro". La obra reaparece justo cuando los diarios imprimen crónicas de la guerra entre Rusia y Ucrania.
A Droguett le tocó escribir durante el fuego de la II Guerra Mundial. Así escribe en el diario La Hora del 11 de septiembre de 1940:
"No es necesario estar sufriendo la enfermedad de Rilke para sentir, de noche, el ruido de la guerra".
"Mi ignorancia tiene disculpas: Crónicas de patria, pobreza y guerra mundial" le dedica un apartado a los escritos de la gran guerra, pero hay más. La mayor parte del libro contiene textos sobre la realidad chilena y también perfiles de personajes de su época.
Son publicados en diarios que hoy no existen, como La Nación,La Hora y Extra. En el último, incluso, Droguett participó de su creación. Hay textos desde 1939 hasta los años años sesenta. Esta edición estuvo a cargo de Claudia Darrigrandi, especialista en crónica y profesora en la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Darrigrandi califica el estilo del cronista como "ensayístico, muy reflexivo. Si Droguett publicara hoy, tendría que ser un espacio que apreciara la crítica, la reflexión y el ensayo. Es muy diferente esta época de la prensa, a la de los años cuarenta o cincuenta, en los que hay un boom de diversificación que partió en los años treinta".
Por los conventillos
Darrigrandi nos da luces de qué tipo de personajes elegía perfilar Droguett: "Las crónicas periodísticas literarias responden mucho a lo que está pasando en el momento. Hay crónicas que son obituarios (como la de James Joyce, entre otras figuras de la literatura). También escribe sobre personas como Hitler. Henri Bergson (filósofo francés) aparece en más de una crónica. Hay figuras heroicas también, como Prat y O'Higgins".
Uno de los textos más llamativos del conjunto es uno donde el escritor defiende los conventillos, aquel espacio de vivienda popular del que todavía quedan restos en nuestras ciudades. Para la editora, "a mediados del siglo XX todavía hay una fuerte creencia o tensión sobre la búsqueda de la identidad chilena. Lo nacional, lo propio o lo autóctono. En ciertas novelas de Droguett está la Colonia, la Conquista, está esa pregunta sobre 'lo que somos'. Ahí estaría el conventillo, muy vinculado a una cultura popular. Hay una poética interesante, que me recuerda al dramaturgo Juan Radrigán".
"Dios y la Patria", escritos con mayúscula en las crónicas, son otros aspectos que se repiten en los textos más allá de las divisiones temáticas del libro. Sobre qué significan para Droguett, la editora precisa que "está la conciencia por la humanidad, la interrogación por el ser humano. 'Dios y la Patria' es algo más grande que explica lo que el ser humano no puede explicar, no puede controlar. En cierta medida son motivaciones, la idea de 'lo colectivo' se menciona de forma muy sutil, muy suave. Hay una tensión con miradas individualistas. De Dios no había un cuestionamiento todavía".
El compromiso de Droguett se manifiesta en el libro. La especialista define su forma de pensamiento político: "De anhelos radicales. Era de férreas convicciones, mantenía su distancia e independencia. En sus crónicas, se hace más evidente en los sesenta que en los cuarenta, esa búsqueda de justicia social".
Darrigrandi destaca una crónica que le escribe a Pedro Aguirre Cerda, en tiempos de Navidad, donde compara el nacimiento de su gobierno con el de Jesucristo. "Toda esta emocionalidad y expectativa que despertó el Frente Popular en los sectores medios y en los sectores populares, significó una ilusión muy grande para un sector muy amplio de la población. Eso se desarma con el tiempo".
Juan Rabón y su burro
Un libro importante para la lengua, a principios del siglo XX, fue "Platero y yo" del español Juan Ramón Jiménez. En la sección chilena y americana de "Mi ignorancia tiene disculpas: Crónicas de patria, pobreza y guerra mundial" hay varios textos de "Platero y yo" y una columna publicada en el diario Extra, con seudónimo.
Para Darrigrandi, es "una sátira" de la obra de Jiménez. Nos explica por qué Droguett elegía firmarla como Juan Rabón: "Hay un juego de palabras interesante. Lo que vi en el diario es que no firmaba con su nombre en el diario las secciones. Por un lado, estaba este burro, Rabón también es que tiene un rabo corto o no lo tiene, pero también Rabón en Chile significa que está desnudo o que está vestido con una camisa. Dándole una vuelta, es como estar desnudo".
"Me inclino a pensar que es la distinción entre el amo y el animal. Hay un juego con colocarle la cola al burro. Es un poco parte del tono del periódico Extra. Es un diario si bien no del todo de sátira política, sí recurre mucho a la sátira en general, un diario combativo en contra de los conservadores. Es muy diferente si hubiera firmado Carlos Droguett, le resta ironía, juego, humor. Habla mucho más el burro que del amo en esta crónica dialogada", remata Darrigrandi.
El primer libro del escritor carlos droguett, autor fundamental de la literatura chilena, fue una crónica: "los asesinados del seguro obrero".
"Eloy" de Droguett fue publicado por Seix barral en 1960.
"Mi ignorancia tiene disculpas: Crónicas de patria, pobreza y guerra mundial"
Carlos Droguett
La Pollera
181 páginas
$13 mil
Por Cristóbal Gaete
cedida por la Familia Droguett
cedida por la Familia Droguett