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taba. Primero iba creando relaciones, los invitaba, nos conocíamos y cuando había la suficiente confianza también me invitaban a que conociera sus comunidades, pudiera hablar con su gente. De esa forma se fue tejiendo algo, pero es un tejido lento, porque lo que más prevalece ahí es la desconfianza. Hay desconfianza entre los distintos grupos, hay desconfianza de todos, no solo mapuches, sino que también de agricultores, víctimas, de los empresarios, de todos, con el Estado, porque muchas veces, digamos las cosas como son, las cosas no han resultado como se previó, así que hay que construir confianzas y para eso hay que ser sumamente respetuoso de cada una de las personas que está allá.
-Hubo un registro de prensa de una actividad en la que a usted no querían dejarlo ir. ¿Fue así?
-No que yo recuerde. La única vez que pasó algo fue cuando fui a una comunidad donde me detuvo Carabineros previamente para decirme que era peligrosa y que querían acompañarme. Yo les dije que no, que me habían invitado y que naturalmente no iba a llegar con carabineros a un lugar donde me habían invitado. Si ellos me expresaban la confianza de invitarme, yo tenía que mostrarles la confianza de que si iba, iba a estar seguro y sin problemas. Fui solo y no tuve ningún problema.
-Se ha hablado de protocolos mapuche para una visita. ¿Qué aprendió usted de la cultura mapuche en este sentido?
-Lo principal de esto es que sabemos muy poco de lo que sucede en la región y de los pueblos originarios en general y de los mapuche en particular. De hecho, nuestra educación está centrada en otros grupos, que los incas, que los aztecas, que los griegos, que los romanos… en fin, todos los grupos que fueron dando origen a la civilización, pero nuestras raíces las conocemos poco o nada. Eso hace que tengamos ideas preconcebidas que en las épocas anteriores ha llevado a mucha discriminación y que la han vivido por generaciones. Hay que trabajar sobre un problema que tiene muchos dolores anteriores. Y, también la violencia ha causado muchos dolores profundos en personas que han perdido a sus padres, que han sufrido atentados, que han perdido a sus hijos, sus casas, sus campos, que han vivido atemorizados. Vivir atemorizado todo el día sin poder dormir pensando que hoy me puede tocar el ataque es algo que destruye la vida de cualquier persona.
-¿Ha aprendido algo de la cultura y cosmovisión mapuche?
-Ya que estamos hablando de conversar y dialogar, ellos son expertos en eso. Si uno llega a una casa de algún lonco o de alguien que lo recibe, hay una manera organizada de relacionarse. Se sientan en una redondela y se presentan por orden, cada uno va indicando quién es y por qué está ahí. Mientras todo eso sucede no hay ninguna conversación. Yo recuerdo que no iba con escolta, pero sí con un chofer o un asesor y nunca dejaban a nadie afuera. Siempre me pedían que también ellos estuvieran en la rueda. Debían estar todos. Ahí todos éramos iguales y todos conversábamos. Segundo, y como muchos otros pueblos originarios, ellos tienen un tremendo apego a la tierra. El nombre mapuche viene de hombre de la tierra, que es lo mismo que los apaches o comanches. Aquí hay una vida totalmente rural, algo que el hombre de la ciudad ha ido perdiendo, pero es una vida con una pobreza multidimensional enorme. La Araucanía es la zona con mayor pobreza del país. Tienen carencias en vivienda, agua, es la región con la proporción menor de caminos pavimentados. Cuentan con una enorme red de caminos, pero difíciles de transitar. Después de Valparaíso, Maule y La Araucanía son las regiones más atrasadas en acceso al agua potable. Esta no es la pobreza que vemos en una población periférica de Santiago, donde hay una pobreza por ingresos y de seguridad; son otros los problemas. Aquí hay una pobreza material de no tener los elementos para poder tener una vida digna.
-Hay consenso en que el plan que encabezó iba en la línea correcta, pero que se vio interrumpido por el asesinado de Camilo Catrillanca. ¿Está frustrado?
-Más que una frustración, siento un tremendo compromiso con la gente de ahí. La gente se olvida de dónde partimos. Hay que recordar que la Operación Huracán fue en febrero de 2018. No se habían tomado las medidas correspondientes a eso, y el Presidente Piñera cuando asume tiene que sacar a 50 o 60 coroneles de Carabineros, desde el general director, el mismo 11 de marzo. Así partimos. Teníamos atentados en cuatro regiones del país, a veces varios al día, muy parecido a lo que hemos visto el último tiempo. Teníamos el problema de Celestino Córdova, quien quería salir de la cárcel con su problema de su rewe, que no lo podían entender los que no eran mapuche. Hace poco había sido lo del matrimonio Luchsinger, que habían sido quemados vivos en su casa. O sea, los problemas eran gigantescos. La desconfianza era enorme por ambos costados y costó mucho lograr la confianza de todos los grupos, juntarlos y juntar además a la fuerza política, porque esto no era algo que pudiera resolver un gobierno, es un problema de Estado y todos los países que lo han solucionado se han demorado varios años y varios gobiernos. Se han tomado el tiempo necesario para resolverlo bien, porque una mala solución puede ser peor que el problema. Siento que la semilla quedó, que la percepción de la gente es que íbamos en el camino correcto. Pero queda muchísimo camino por recorrer y todos tenemos que tratar de ayudar en todo lo que sea posible para que cualquiera que sea el gobierno o las circunstancias, la gente que vive ahí no siga viviendo lo mismo. Por el bien de ellos y del país, porque este problema se está extendiendo y se va a seguir extendiendo a menos que resolvamos sus causas más profundas.
-¿Pudo hacer más el gobierno de Piñera?
-Sin duda. Lo de Camilo Catrillanca fue muy duro. Después, creo que nos equivocamos en avanzar muy rápido hacia el cambio de la ley indígena, que lo hicimos posteriormente, en el momento en que estábamos muy débiles en esto, porque las confianzas no estaban bien. Era algo que las propias comunidades querían realizar, pero debía hacerse en un contexto de confianza y además después tuvimos un estallido social. Me fui en julio al MOP y el estallido fue en octubre. No pasó mucho y ya teníamos con el estallido un problema enorme en todo el país y luego tuvimos la pandemia, las urgencias fueron otras. Yo vi a la ministra Rubilar en un esfuerzo enorme en tratar de que al terminar el gobierno todo lo que se había comprometido se hubiera hecho. Pero sin duda que si no se hubieran dado todas estas circunstancias, pudimos haber avanzado mucho más.
-¿Está el gobierno en el camino correcto?
-En lo general, creo que la opción de poner esto como primera prioridad como lo hizo el presidente Piñera cuando asumió, es lo correcto. También lo es poner a la ministra del Interior a cargo, aunque después hay que ver cómo se desarrolla su trabajo en la práctica, ya que hay que hacerlo bien y dedicarle mucho tiempo. Yo no sé cómo la ministra va a resolver eso si su trabajo es muy intenso. La gente en La Araucanía se siente abandonada así que hay que demostrar con hechos concretos que uno está ahí. Yo trataba de ocupar la mayor cantidad de tiempo, pero yo tenía muchas menos responsabilidades que las que tiene Interior. Y después habrá que ver cuáles son los caminos de solución, porque hay alternativas y hay experiencias en otros lugares que han sido exitosas y hay otras que no lo han sido. Tenemos la prueba nosotros mismos, porque tenemos una ley indígena que tiene muchos años, que fue hecha con la mejor intención, tratando de resolver el tema, en el 93, pero los primeros atentados son del 97, sólo cuatro años después. Se han entregado 250 mil hectáreas de tierra y no parece haber realizado ningún efecto positivo. La situación de pobreza de las comunidades sigue igual porque la tierra que se les entregó no es posible trabajarla dada la forma en que se les entrega. En fin, las condiciones en las cuales se ha hecho requieren mantener el mismo espíritu, manteniendo los mismos elementos, pero con algunas modificaciones. Hay que trabajar todos juntos para construir confianza y lograr que las personas se puedan sentar y conocer de esa manera el problema desde los distintos ángulos, porque nadie ve el problema completo, sino que desde su propio lado.
-Usted en su momento se reunió con Víctor Ancalaf, exlíder de la CAM, y habla hasta hoy de siempre de "estirar la mano" a todo el mundo. ¿Hasta dónde? ¿Invitaría a todos los grupos extremistas?
-Absolutamente. El problema se resuelve cuando los tenemos a todos y hay que intentar que ojalá sea por la vía no violenta. Hay que pensar que el futuro para aquellos que permanecen en la vía violenta es que sus hijos y la gente que los acompaña van a terminar metidos en balaceras, a lo mejor algunos muertos. Hoy los líderes mapuche que están por la vía política casi todos tuvieron un pasado violento. Muchos de ellos han estado en la cárcel, son gente que estuvo en la CAM, que hicieron atentados en algún momento, y luego de eso han cambiado y hoy son elementos extraordinariamente positivos. Esperemos que haya muchos más, que la gente vaya madurando y viendo que hay otras alternativas. Ahora, de la misma manera el Estado tiene que asegurar la protección de los débiles, y no puede dejar que aquellos que se creen fuertes porque tienen una ametralladora o una pistola, o porque tienen el dinero del narcotráfico, o porque tienen el poder de controlar un determinado territorio, puedan abusar de los más débiles; y digo más débiles como los integrantes de sus propias comunidades, porque lo que se vive ahí, donde no hay ley, usted se lo puede imaginar: no hay orden, no hay policías, impera la ley del más fuerte. Marcelo Catrillanca ayer quería entrar a su casa con la ministra. Ya expliqué que no me parece una buena idea, pero mal que mal iba él con ella a su casa. Y a otros señores les pareció que él no podía recibirla en su casa. El grado de ocultación de los derechos que tenemos ahí es enorme.
-¿Lo han llamado para pedirle su opinión sobre el conflicto?
-Sí, me han preguntado…
-¿Gente del actual gobierno?
-Sí, y les he dicho las mismas cosas que estamos hablando.
-En algún momento usted fue una carta presidencial. ¿Qué pasa con su futuro político?
-La gente siempre mira la fotografía, pero para poder entender las situaciones hay que mirar el video, hay que mirar la vida. Yo no he estado nunca en la política, aunque parezca raro decirlo. Nunca he estado en un partido político, nunca he sido candidato a nada, ni a presidente de curso. He estado toda mi vida en el sector privado, en cosas civiles, como presidente de la Teletón o de los empresarios. Me alegra que haya gente que crea que yo lo puedo hacer, pero es algo en lo cual nunca he estado pensado ni he trabajado para eso. Yo vuelvo a lo que he hecho siempre. Uno es honesto con lo que hace y cuando entré al gobierno vendí todo lo que tenía y lo puse en un fideicomiso ciego y todavía no me he juntado con el caballero que lo administró, así que todavía no sé cómo me fue. Hay que partir de cero de nuevo.
la ministra del interior fue impedida de circular por un camino hacia temucuicui. Su comitiva fue emboscada con disparos al aire y una barricada.
"La única vez que pasó algo fue cuando fui a una comunidad donde me detuvo Carabineros previamente para decirme que era peligrosa y querían acompañarme. Yo les dije que no, que me habían invitado y que naturalmente no iba a llegar con carabineros a un lugar donde me habían invitado".
"Hoy los líderes mapuche que están por la vía política casi todos tuvieron un pasado violento. Muchos de ellos han estado en la cárcel, son gente que estuvo en la CAM, que hicieron atentados en algún momento, y luego de eso han cambiado y hoy son elementos extraordinariamente positivos."