Creciente sensación de inseguridad por aumento de rucos en Antofagasta
CIUDAD. Según vecinos de sectores próximos a lugares donde habitualmente se instalan estos asentamientos, han debido cambiar sus rutinas por alta ocupación de espacios públicos.
La frecuente presencia de rucos en el borde costero de Antofagasta, a lo que ha contribuido la crisis migratoria de la frontera norte, se ha convertido en motivo de mayor inseguridad para la población que acostumbra a transitar por estos espacios, según reconocen vecinos de distintos sectores de la ciudad.
Una contingencia que se observa a diario en la ciudad. Más aún tras el cierre en diciembre pasado del refugio para migrantes del Arzobispado de Antofagasta, a lo que siguió un mes después el término de operaciones del Centro de Primera Estadía para familias migrantes. Este último recinto operaba con recursos de emergencia del Ministerio del Interior.
Para abordar la creciente ocupación de espacios públicos por parte de personas en situación de calle, entre quienes se cuentan migrantes de tránsito en la ciudad, el municipio ha encabezado una serie de operativos con apoyo de Carabineros. No obstante, en gran parte de estos casos tras el retiro de estos asentamientos, sus ocupantes vuelven a instalarlos en los mismos sitios.
Un panorama que causa inseguridad y ha alterado las rutinas de muchos residentes que habitualmente recorren el sector costero para caminatas familiares, paseos de mascotas y rutinas deportivas. "Vengo constantemente a hacer deporte a la costanera, incluso durante la semana, de siete a ocho porque tenemos un grupo en practicamos educación física; pero ahora con el cambio de hora aumenta la inseguridad, porque a esa hora ya estará oscuro. Hoy trato de bajar con la menor cantidad de cosas posible y andar por donde haya más gente para evitar los sectores donde están los rucos", dice Pamela Games (38), quien agrega que en el sector en que reside hace unos días le arrebataron el celular de las manos a una niña que escuchaba música. El robo ha inquietado a los vecinos del sector, según comenta.
"La gente de otros países que migró, y no tiene donde quedarse, busca refugio en la costanera de nuestra ciudad. Lamentablemente la ensucian, hay olores desagradables para los niños, por lo que se generan un montón de situaciones desagradables para nosotros, los antofagastinos, que amamos nuestra ciudad. Sin embargo, no podemos disfrutarla como antes. También se genera inseguridad, porque ha habido muchas peleas entre la misma gente que vive en esos rucos (…) ocurren situaciones conflictivas entre ellos mismos, y uno se sienta vulnerado ante el riesgo de que te vaya a pasar algo", agrega.
Según datos del Hogar de Cristo, de acuerdo a registros de la labor de apoyo humanitario en la denominada Ruta Calle, la cifra de migrantes en condición de calle en la comuna de Antofagasta ha ascendido hasta un 60% del total de atenciones, que han rondado por momentos las 1.300 prestaciones de asistencia humanitaria entre hombres y mujeres. Desde el municipio de Antofagasta, en tanto, han informado que permanece en situación de calle un número considerable de connacionales, aunque muchos se resisten a trasladarse a albergues.
Sebastián Fuster (36), vecino del sector centro sur de la ciudad, coincide en la que alta presencia de rucos inquieta. "Sé hay personas en situación de calle que son extranjeros, acá hay un problema grande con eso, pero se va mal la costanera debido a que genera inseguridad. Los tipos de repente han asaltado a la gente; además se ve feo por el ambiente que se produce, porque dejan todo cochino, como se puede ver acá. Esto genera que la gente no llegue al lugar. Por ejemplo, acá ya viene poca gente", expresa Fuster en un sector de la costanera, donde una especie de pequeña piscina opera como rompeolas y donde dos carpas se han instalado a pasos del mobiliario público. Junto a las pertenencias de los ocupantes de las carpas, en apariencia migrantes, se distribuye ropa y otras pertenencias distribuidas sobre la arena.
"Se instalan con carpas en cualquier lado y no hay un control de la autoridad pertinente. Llega uno, después otro y otro y así se va poblando. Yo hago deporte en el sector, pero ahora evito los lugares donde están ellos", agrega Fuster.
Disputas en vía pública
Para María Díaz (47) la habitual ocupación de espacios públicos para pernoctar transfiguró Antofagasta. "Lamentablemente al haber muchos rucos cerca de la playa, esto cambió a como era años atrás la ciudad, cuando una se sentía segura para caminar a cualquier hora del día. Sobre todo en la noche para salir a pasear en familia. No quiero parecer discriminatoria, pero están pernoctando (en la vía pública) más personas extranjeras que el mismo chileno. Muchas de estas personas además acostumbran a vivir con perritos, entonces, eso también es una inseguridad para los niños y adultos. Además, que no se ve bien tanto para la ciudad como por el tema de inseguridad, eso finalmente da miedo y uno se encierra", opina.
"Hace como una semana, siete jóvenes extranjeros que pernoctan cerca del estadio (regional), estaban a peñascazos con otro joven que limpia autos. Eran cerca de las 10 de la noche, muchos vehículos transitaban por el lugar, pero les importó un pepino que vinieran autos por avenida Angamos. Eso fue de mucho riesgo para las personas que caminaban por el lugar, como para las personas que venían en vehículos", agrega Díaz.
Según reconoció Luis Fres, director del Departamento de Seguridad Pública de la Municipalidad de Antofagasta, en una conversación reciente con El Mercurio de Antofagasta, hoy se evidencia un aumento en comparación a años anteriores de migrantes instalados en espacios públicos. "Se instalan en carpas y rucos en la zona de borde costero, playas, parques y plazas de la ciudad. El perfil de la mayoría corresponde a gente de nacionalidad venezolana que ha ingresado al país por pasos no habilitados", sostuvo Fres, quien afirmó que entidades como el Servicio Nacional de Menores (Sename) y Servicios Nacional de Mujeres y Equidad de Género (SernamEG) se han restado de estas labores, cuando deberían involucrarse también en esta contingencia.