Inquietudes
Los constituyentes de la Comisión de Medio Ambiente de la Convención Constitucional aprobaron una disposición que "reconoce a los pueblos y naciones indígenas el derecho sobres las aguas existentes en sus territorios para que sean administradas por ellos, de conformidad con su derecho propio y al derecho a la libre determinación". Pues bien, sin perjuicio que no existen los territorios indígenas y nunca existieron; que estas etnias nunca han constituido propiamente un pueblo ni menos una nación; y que los chilenos no gozarán de este beneficio en el resto del país, cabe hacer las siguientes consideraciones que expongo.
Primero, pregunto: ¿los chilenos que viven en los territorios que se asignarían a los "pueblos y naciones indígenas" deberán abandonar sus tierras, pueblos, casas y caletas para entregarlos a los dirigentes indigenistas que ahora gobernarán? O bien, para permanecer en las tierras que les son propias, ¿deberán convertirse en súbditos de estos dirigentes indigenistas, que serán ahora los nuevos dueños y gobernantes, y pagarles para poder permanecer allí? Y si se mantienen en sus tierras, ¿deberán mendigar o pagar al indigenismo por el agua que requieran para sus cultivos y su consumo?
Segundo, pregunto: ¿los chilenos perderemos el derecho de disfrutar de nuestros ríos, lagos y lagunas, teniendo que rogar o cancelar a los dirigentes indigenistas un permiso por ingresar a este nuevo país y gozar de aquello que siempre nos ha pertenecido?
Tercero, afirmo: ha llegado la hora de detener este atropello y denunciar a los dirigentes indigenistas de la Convención, quienes, actuando por ansias de poder y dinero, pretenden fragmentar Chile y adueñarse de parte de un territorio y recursos naturales que nos pertenecen a todos.
Francisco Bartolucci Johnston
Análisis
La presidenta de la Convención Constitucional, María Elisa Quinteros, expresó que "si se rechaza (la propuesta constitucional), es un escenario muy triste". Si llegara ese momento, la convencional debería realizar un profundo análisis, un mea culpa a fondo, para buscar la explicación de por qué llegaron a decepcionar a más del 80% de los chilenos que sí querían una nueva Constitución, tarea que encargaron a la Convención Constitucional.
Luis Enrique Soler Milla
Errores
El Presidente Boric respaldó a la ministra Siches por el problema del avión fantasma con estas palabras textuales: "Absolutamente solucionado. Conversamos en la mañana como corresponde. (…) Ante los errores uno tiene dos alternativas: hay quienes miran para el lado y se hacen los lesos y quienes los enfrentan y enmiendan, y el caso de la ministra es el segundo".
No me parece que existan las alternativas que indica el Presidente, esa disyuntiva quedó en el pasado. En estos tiempos nadie puede "mirar para el lado" cuando comete un error significativo, hoy todo está registrado, grabado, protocolizado, etc., es imposible que se oculte un error importante, sea que se hable de un vuelo inexistente de un avión, algo demasiado documentado como para tergiversar sus pormenores, o sea que se dé ante las cámaras una cifra claramente incorrecta. Así pues, la única alternativa es reconocer el error, ofrecer disculpas y tomar las decisiones políticas que correspondan.
Errores cometemos todos, enmendarlos es una labor permanente.
José Luis Hernández Vidal
El otro lado
La ministra del Interior, en una comisión de la Cámara Baja, ha sostenido que la dictación de estados de excepción contiene una peligrosa consecuencia adicional que no se ha enfatizado. Indicó que debido a aquello los niños chilenos mapuches crecen y se desarrollan en un ambiente de guerra, pues se encuentra en forma permanente rodeados de uniformados fuertemente armados, cuya función, en definitiva, es actuar en contra de sus ascendientes. Esto, agregó, constituye el mejor camino para crear de estos niños verdaderos guerrilleros que serán los que el día mañana llevarán a cabo actos de violencia e impedirán la verdadera paz en la macrozona sur.
Pero la ministra Siches olvidó mencionar el otro lado. No indicó en qué ambiente crecen y desarrollan los niños chilenos que habitan en esa zona y que han visto quemar vivos a sus abuelos, que han sido testigo del asesinato cobarde y a mansalva de algunos de sus parientes o conocidos y que han sufrido en carne propia las consecuencias de la destrucción o despojo de los bienes que durante su corta existencia sirvieron de sostén a los suyos.
Los padres de los primeros niños mencionados son los autores de actos que matan y asaltan a otros chilenos. Los de los segundos son las víctimas. ¿No cree usted, ministra, que la reacción futura puede ser peor en aquellos que descienden de las víctimas más que de aquellos que provienen de los victimarios?
Demetrio Infante Figueroa