"El mayor desafío del sistema escolar es la recuperación socioemocional"
Desde el 2020, y a fin de apoyar el proceso de aprendizaje de docentes y educadoras, Fundación Minera Escondida (FME) inició un ciclo de conferencias de educación, que se reeditó con éxito durante 2021.
Este año, FME continuará generando espacios de reflexión colectiva, a través de conferencias a cargo de destacados expositores nacionales e internacionales. La primera charla de esta nueva versión, se realizará el 20 de abril a las 10:00h en el Edificio Comunitario de FME. En la oportunidad, Ernesto Treviño experto en educación de Harvard realizará la conferencia "Retorno a clases: el valor insustituible de la presencialidad" analizará las ventajas, desafíos y recomendaciones para el regreso a clases presenciales.
¿Es posible cuantificar el retraso en aprendizajes que generó la pandemia? Los impactos de esos rezagos son similares por niveles educacionales o existen diferencias significativas?
-Cuantificar los aprendizajes podría ser posible con algunas mediciones, sin embargo, la pandemia generó muchas pérdidas y rezagos clave para el desarrollo infantil y juvenil. Por un lado, la falta de oportunidades de socialización, la pérdida de contacto con el entorno, los miedos que ha generado, las pérdidas de seres queridos, entre otros, han mermado las posibilidades del desarrollo integral de los estudiantes. Esto ha afectado especialmente al desarrollo social y emocional, que en el largo plazo es más importante que los aprendizajes curriculares para el desarrollo de un país.
Respecto a los aprendizajes se han dado rezagos de dos tipos. En primer lugar, en el desarrollo de habilidades de colaboración, aprendizajes en contexto y vínculo con el medio. En segundo lugar, ha habido retrasos en el aprendizaje de contenidos. En ambos casos, se puede adelantar que se han visto más afectados los estudiantes de nivel socioeconómico bajo por la falta de acceso a Internet, aunque esta brecha parece haberse reducido en el segundo año de pandemia. Con respecto a los niveles educacionales, la educación parvularia y la educación media técnico-profesional, que se enfocan más en "aprender haciendo" parecieran ser los más afectados por la pandemia.
¿Existe alguna situación histórica a la que podría servir de ejemplo para asimilar este retorno a la presencialidad de clases?
-Lamentablemente sí, las guerras y los desastres naturales (terremotos, huracanes, etc.) han sido situaciones históricas que han interrumpido la continuidad educativa y han dejado secuelas muy marcadas entre toda la población, no solamente los estudiantes. En contextos de conflicto armado, se han llevado a cabo planes de recuperación socioemocional con apoyos psicosociales específicos en las comunidades escolares, para reconocer el trauma causado por la experiencia vivida, las pérdidas sufridas, y hacer un duelo comunitario. Reconocernos en comunidad como partes afectadas y empatizar con los demás son elementos claves para el retorno a la presencialidad. De nada sirve machacar contenidos y guías sin hacer primero un genuino trabajo de reconocimiento y reparación socioemocional a nivel comunidad escolar. Todos hemos sido afectados por la pandemia, y no debemos obviarla. Sería como intentar tapar el sol con un dedo.
¿Cuáles diría que son los mayores desafíos que enfrenta el sistema educacional en esta reactivación de clases presenciales?
-El mayor desafío del sistema escolar es la recuperación socioemocional. En un sistema con el tipo de rendición de cuentas, altamente controlado, con pruebas con consecuencias, y acostumbrado a pasar contenidos como prioridad, no necesariamente existen los conocimientos y capacidades para hacer esta pausa reparatoria para los estudiantes, familias, docentes y directivos. Estamos como sociedad al límite, y no podemos volver a la "normalidad" anterior. Pensemos que tuvimos una experiencia de guerra de dos años, y volver a la escuela como si nada hubiera pasado no es sano mentalmente. Eso ha quedado demostrado en las situaciones de convivencia y salud mental que hemos visto en las últimas fechas en las escuelas del país.
Autoridades locales apuntan a actividades como karaokes o jornadas de reflexión para mejorar la convivencia escolar. ¿Cómo evalúa estas medidas?
-Las actividades sociales, de disfrute, sin presión, donde la comunidad se reencuentre son indispensables para la vuelta a clases. Estas actividades deberían ser para verse las caras, preguntarse cómo están los demás, si les pasó algo en la pandemia, y tener espacios lúdicos de esparcimiento. Son actividades que siempre deberían estar dentro de la jornada escolar, y ahora con mayor razón. Solo que en la actualidad, deben tener el propósito claro de ayudar a la recuperación y reparación socioemocional individual y de la comunidad. Escuchar a los demás, y sentirse escuchados.
¿Qué medidas estima urgentes para la implementación de una propuesta que apunte a la atención de necesidades socioemocionales de las comunidades escolares?
-La investigación sobre conflictos armados y desastres ha mostrado que las terapias de tipo cognitivo-conductual tienen eficacia para tratar las necesidades socioemocionales en las escuelas. Aunque, se debe considerar que existen al menos tres niveles de necesidades. En primer lugar, se pueden tener este tipo de actividades centradas en el grupo curso. En segundo lugar, un porcentaje de estudiantes podría requerir ayuda especializada de los equipos psicosociales de los establecimientos. En tercer lugar, un porcentaje menor de la población requerirá atención individualizada por el sistema de salud para cubrir las necesidades socioemocionales que dejaron las cicatrices de la pandemia.
Actualmente en la ciudad existe un paro docente donde la demanda por atención en salud mental es parte del petitorio. ¿Cómo se compatibiliza esa necesidad con la urgencia de la recuperación de contenidos pedagógicos?
-Los contenidos pedagógicos son importantes, pero desde el punto de vista de las ciencias del desarrollo humano, se deben atender primero las necesidades socioemocionales para poder posteriormente avanzar hacia el aprendizaje de habilidades y contenidos curriculares. Ahora bien, toda la sociedad tiene padecimientos de salud mental, y a los docentes les toca lidiar con esa realidad acumulada en sus salas de clases. Es necesario desarrollar programas integrales de apoyo. Los paros no ayudan en esto, sino que afectan a los niños y niñas que más lo necesitan. Por eso es urgente el diálogo para que los docentes cumplan con el rol central que les cabe en el desarrollo de las futuras generaciones del país, y tengan también los apoyos que requieren para salir adelante con sus comunidades. Los sostenedores y el Ministerio de Educación deben ser muy claros en atender primero lo socioemocional de forma prioritaria, y pensar en que se deberá seguir atendiendo de forma permanente en el sistema educativo.
¿Cree posible en el futuro, implementar un sistema híbrido que combine clases presenciales con telemáticas?
-Las clases telemáticas podrían pensarse para el futuro, pero vale la pena recordar que la escuela en nuestro país cumple varios papeles. En primer lugar, es donde se educan las futuras generaciones. En segundo lugar, es un lugar de encuentro y desarrollo social. Y, en tercer lugar, son un entorno de cuidado, e incluso alimentación, para una buena parte de los estudiantes cuyos jefes o jefas de hogar trabajan. En este sentido, las clases telemáticas, si bien pueden ser una fórmula adecuada, dejarían sin el entorno escolar a niños y niñas de hogares donde los apoderados trabajan, o bien, aquellos que no tienen acceso a Internet y computador. Por el momento no parece que esa sea la avenida a explorar, sino que debería ser prioritario el encuentro presencial.