El fin del Estado de Excepción
El objetivo de esta medida fu controlar la migración informal y se logró pese a que las reconducciones hacia otros países fue un fracaso. Sirvió para frenar la circulación de foráneos y asistir a los que llegaron en busca de la unificación familiar con parientes instalados en la zona centro.
Durante dos meses una vasta extensión de la Provincia El Loa estuvo bajo el Estado de Excepción de Emergencia, que en palabras simples entregó facultades especiales a las Fuerzas Armadas para apoyar el control migratorio en la zona fronteriza. Las autoridades de gobierno conscientes del aumento en el ingreso irregular intervinieron de este modo para ordenar el flujo y no colapsar las principales ciudades de la Región, las que ya presentaban dificultades entre los nacionales y quienes ingresaban de forma irregular.
Para algunos la medida adoptada durante el mandato presidencial de Sebastián Piñera llegó tarde, cuando el problema ya había escalado. No obstante, distintas autoridades de la Región comparten que sirvió para frenar la circulación de foráneos y asistir a los que llegaron en busca de la unificación familiar con parientes instalados en la zona centro.
Ya a los pocos días de la entrada en vigencia de esta excepción se empezó a ver menos gente caminando por las carreteras, en las calles y en terminales de buses. Y, por supuesto, una menor cantidad de extranjeros en las fronteras exigiendo la posibilidad de ingresar.
Ese es un aspecto es positivo y evidente. Por ello no era necesario una extensión de ese estado excepcional, más bien ahora había que enfocar los esfuerzos en ver de qué modo se trabaja con quienes ya están irregulares en el país.
Según cifras entregadas por el gobernador regional, Ricardo Díaz, en reciente entrevista con Soyantofagasta.cl, entre agosto y diciembre del año pasado fueron 45 mil los irregulares que llegaron al país y la mayoría de ellos siguió camino a Santiago. Hubo un número no menor que permaneció en las ciudades costeras, principalmente en Tocopilla, Mejillones y Antofagasta.
Algunos pasaron a engrosar la población de los campamentos y otros aún los vemos en carpas en las zonas de playas y en parques. Viviendo necesidades y con pocos opciones de optar a trabajo por encontrarse indocumentados.
Su presencia causa preocupación y genera inconvenientes en los distintos vecindarios, por lo que se hace urgente intentar ayudar.
La gente en situación de calle aumentó y las políticas de apoyo son insuficientes, lo que obliga a replantear las formas de asistencia a quienes hoy lo necesitan.