Ingenuity, el pequeño helicóptero que sigue volando en Marte un año después
ASTRONOMÍA. Se pensaba que el pequeño dron no podría seguir el ritmo del Perseverance, el rover que lo llevó a explorar el planeta, pero tras 25 vuelos y casi seis kilómetros recorridos, se convirtió en la "avanzada" de la misión.
Agencias/Redacción
Ingenuity, un helicóptero de solo 1,8 kilos de peso, escribió hace un año una página en la historia de la exploración espacial al volar por primera vez en otro planeta. Sus cinco vuelos planificados en Marte son ya 25 y se ha convertido en los ojos aéreos del rover Perseverance.
El 19 de abril del 2021, el helicóptero de propulsión solar ascendió a tres metros, se mantuvo en vuelo estacionario durante 30 segundos y volvió a tocar la superficie. En total, 39,1 segundos de vuelo.
"Qué cosa tan espectacular", dijo a la agencia de noticias Efe sobre aquel día el ingeniero de sistemas de la Nasa Elio Morillo, quien "tuvo el gran privilegio de enviar el comando que despertó al helicóptero el día de su primer vuelo".
Un año más tarde, el dron ha hecho 25 vuelos, en total 46,5 minutos en el aire, para recorrer 5.824 metros, con una altura máxima de doce metros, en una misión que estaba prevista solo como una demostración tecnológica de que se podía volar en Marte, pero que ha ido mucho más allá.
Las dudas iniciales
Ingenuity había llegado al cráter de Jezero, en Marte, solo dos meses antes, en la panza de Perseverance, que recorre el planeta con el objetivo principal de buscar rastros de vida.
Morillo, que estuvo implicado en los 30 primeros días de la misión, explicó que, tras los cinco vuelos programados, el helicóptero habría quedado atrás, mientras Perseverance continuaba su camino, pues se pensaba que "iba ser incapaz de seguir su ritmo".
Pero con cada vuelo han aprendido que puede seguir al rover, mantener la comunicación con él, cargar sus baterías, pasar las heladas noches sin sufrir daños. Poco a poco han ido ensanchando los límites para "volar más lejos, más rápido, tomar imágenes y sumar al valor científico de la misión".
De hecho, Ingenuity se ha convertido en una especie de ayudante: "Ya no tenemos que enviar a Perseverance a algún sitio que, a lo mejor, pueda ser peligroso, por ejemplo un terreno arenoso donde sus ruedas se puedan encajar".
El helicóptero va y toma fotos, que ayudan a los científicos a entender los componentes geoquímicos de una zona, sin "preocuparnos de si Perseverance tiene que llegar o no", indicó Morillo, que en la actualidad se ocupa de seguir y analizar la información procedente de los motores del rover.
Flotilla d edrones
Ingenuity abre la posibilidad de que, "en cinco o diez años", en lugar de un rover, se pueda mandar a Marte una serie de drones con diferentes instrumentos científicos, este solo está provisto de cámaras.
Volar en Marte no es fácil, pues la presión de la atmósfera en la superficie solo es el 1% de la terrestre, por eso, sus dos parejas de palas, colocadas una sobre la otra, tienen que rotar muy rápido, a 2.537 revoluciones por minuto.
Pero ya en Tierra se habían hecho pruebas, por lo que "teníamos la confianza y la certeza de que podíamos lograrlo", aunque antes de ese momento hubo que superar otros de "nervios" e incluso "de miedito", relató Morillo.
Los primeros para asegurarse, con una serie de pruebas, de que el helicóptero no había sufrido ningún daño durante el viaje y la separación del Perseverance.
La primera noche
Los segundos se centraban en la primera noche que Ingenuity debía pasar lejos de la protección del rover, que le proporciona calor para que no se congele su batería. También se habían hecho pruebas en la Tierra, pero el ambiente en Marte es "muy incierto".
"Una vez que sobrevivimos a esa primera noche dijimos: ok esto sí se puede lograr" y cuando voló supieron que la misión Mars 2020 de la Nasa iba a ser "espectacular de ahí en adelante".
Aún así, Ingenuity ha tenido que enfrentarse a algún problema, como cuando se aplazó su estreno en la atmósfera marciana por un problema de software que hubo que resolver en la Tierra, o una reciente tormenta de arena que dejó polvo en sus rotores y que también fue solucionado.
Previsto para una misión de 30 días, lleva ya en servicio un año y Morillo espera que dure "mucho más", aunque conocen bien ciertos límites mecánicos en sus finas patas que, en "algún momento, puede que se doblen y rompan, porque no están concebidas para durar tanto tiempo".
5 o 10 años más, los científicos esperan enviar a Marte una serie de drones con diferentes instrumentos y no sólo una cámara.