Día de la Madre: los inspiradores relatos de mujeres que vencieron las adversidades
CONMEMORACIÓN. Historias de vidas complejas, pero que gracias a su esfuerzo lograron sobreponerse.
Hoy en nuestro país se celebra el tan esperado Día de la Madre. Las familias se reúnen para conmemorar el esfuerzo de las personas que hicieron todo lo posible para criar a sus seres queridos. Sin embargo, muchas veces la adversidad y las inequidades pueden provocar que para algunas el proceso de maternidad y crianza sea un mucho más difícil.
El relato de tres mujeres antofagastinas demuestra que las redes de apoyo y el esfuerzo personal, resultan fundamentales para superar adversidades del entorno para el bienestar propio y de sus familias.
La madre de todos
Ana Luisa quedó embarazada de su primera hija a los 15 años y como les ha ocurrido a muchas mujeres, "el papá se lavó las manos, nunca supe más de él".
Tras el parto la joven de inmediato continuó con sus estudios, por lo que cuando acudía a clases, dejaba a la pequeña durmiendo dentro de un pupitre que funcionaba como suerte de cuna.
Si bien logró concluir su enseñanza, por motivos personales terminó viviendo en la calle, "no se lo doy a nadie", afirma. Ana recuerda que dormía en el puerto y que para que su hija no pasara malestares, decidió entregarle el cuidado a su madre.
Siendo aún menor de edad, Ana decidió comenzar una nueva vida en Valparaíso, en donde trabajó como garzona por varios años. Sin embargo, la distancia con su primogénita, de 8 años en ese entonces, la motivó a regresar a Antofagasta para mantenerse cerca de ella. "De repente le podía hablar y otras veces no porque mi mamá no dejaba que tuviéramos contacto. Yo me conformaba con pararme en la esquina a mirarla", confiesa.
Durante ese tiempo, Ana nuevamente quedó embarazada. Después de algunos cambios de casa, con su hijo ya crecido, se instaló por 7 años en la población Teniente Merino. En ese hogar, el segundo de sus hijos, de 15 años, decidió abandonar la casa de su madre. No obstante, quien acompañó a Ana tras su partida, fue su primogénita quien llegó a buscarla con un bebé en su vientre.
Desde ese entonces, confiesa, comenzó un periodo de mucha felicidad, pues pese a que su hija repitió su historia de madre adolescente, pudo brindarle el apoyo que nunca le dieron sus padres.
Con el nacimiento de su primer nieto, comenzó una etapa de "eterna crianza", pues al pasar los años más nietos fueron llegando a su vida. En este contexto, es que la hija de Ana decidió entregarle el cuidado de su segundo hijo, a quien adoptó como uno más de sus hijos.
"Mis nietos empezaron a crecer, a formar su familia y tener sus parejas. Muchos vivieron conmigo y mi hijo decía que mi casa era como el "Hogar de Cristo". Estaban un tiempo, solucionaban sus problemas y después se iban."
En la actualidad y con 68 años, se encuentra a cargo de su bisnieto de 15 años, quien fue diagnosticado con fibrosis quística. En ese tiempo, buscando donde vivir, decidió dirigirse hacia el campamento Israel y tomar un terreno. Sin embargo, el 30 de diciembre, ocurrió uno de los momentos más difíciles luego que un incendio arrasara con su hogar.
"No quería asumir que era mi casa, pero cuando llegamos estaba todo consumido por el fuego. Perdí mi emprendimiento, vendía artículos de librería, zapatos, ropa, cosas que con mi jubilación compré y me servía para el día a día, perdí todo."
Ahora, como muchas veces en su vida, busca recomenzar. Se encuentra viviendo en la casa de una vecina junto a su hijo y busca formas de generar dinero para cubrir con los gastos que significa criar a su bisnieto.
Criar y trabajar
Paulina Cerón tiene 41 años, tiene 4 hijos y es comerciante ambulante. Su primer embarazo fue a los 16 años, los que recuerda con mucho miedo. "Tuve que aprender a criar a una guagua siendo una niña y agradezco a mi madre ya que por ella no hubiese sido responsable con mis otros hijos también".
El padre estuvo presente los primeros meses de gestación, pero luego tomó otro camino y no volvió más.
Paulina consideró su primer embarazo como normal, pero tuvo que paralizar sus estudios que completó hasta octavo básico. El criar a su hijo mayor involucró la ayuda de su madre. Una etapa que recuerda compleja, ya que tenían que compatibilizar el horario de ambas, para que pudiera trabajar mientras su hijo quedaba al cuidado de su abuela.
Después de 3 años, conoció a quien es el padre de sus hijos y quedó embarazada por segunda vez. Luego de 18 horas de trabajo de parto, nació la nueva integrante de su familia. Para ella, el hecho de que su primogénito con 3 años fuera más independiente, le ayudó a compatibilizar la crianza de la recién nacida con su rutina diaria. Cuando la segunda hija cumplió un año, Paulina decidió emprender en el comercio ambulante.
"Vendía gomitas de eucalipto en la calle, después vendí alfajores de pica, dulces envasados, empecé a hacer queques y después empecé a vender cosas que no tuvieran una fecha de caducidad", cuenta.
Con la llegada de su tercer hijo y cuarto hijo su situación cambio completamente. La diferencia de edad de ambos era muy poca y la demanda de tiempo era constante. El primer año, comenta, se sintió muy afectada, pues por necesidad debía seguir trabajando, por lo que no disfrutó mucho de los hijos menores.
"En la mañana se iban los dos pequeños al jardín 8:30 y nos salían hasta las 16:30 y en ese tiempo trabajaba vendiendo cosas en la entrada del antiguo Hospital Regional. Mis hijos grandes entraban en la jornada de la tarde y tenía una señora que sólo me los cuidaba, porque yo dejaba todo listo la noche anterior."
A pesar de todo el esfuerzo, afirma que podía estar "en todas" con sus hijos, porque su trabajo se lo permitía. "Si uno de ellos se enfermaba, simplemente no trabajaba". Por ello, Paulina valora la flexibilidad que ele otorgaba su trabajo en el comercio ambulante.
Falta de oportunidades
Mónica Cuña, es madre de cuatro niños. Tiene 37 años y su profesión actual es ser operadora de maquinaria de alto tonelaje.
Recuerda que una de sus mayores dificultades con su primer hijo fue que vivían de allegados.
Tenía 18 años y recuerda que fue un embarazo sorpresivo porque se suponía que no podía tener hijos hasta que no cumpliera con un tratamiento. Pero tras una intervención de urgencia por una peritonitis aguda, el médico le informó sobre su embarazo.
Mónica comenta que el padre, quien estaba muy feliz con la noticia, sólo se hizo cargo el primer año de vida del menor, pero luego no se hizo responsable.
Así la crianza pasó a ser únicamente responsabilidad y decidió emigrar hacia la comuna de Baquedano. En su nuevo hogar, ingresó a la pequeña a un jardín infantil para buscar trabajo.
"Fue bien complicado tener un bebé y trabajar porque los horarios tienen que encajar con el del jardín. Muchas veces me la tuve que llevar al trabajo y fue muy desafiante eso".
Durante ese tiempo, Mónica administró un restaurante y trabajó en el municipio, pero no era lo que quería. Después de eso, quedó embarazada de su segundo hijo, por lo que junto a su hija mayor viajó a Santiago, pero luego de un tiempo regresó a Baquedano con sus dos hijos.
"Volví porque necesitaba trabajar y en la capital no había trabajo, además de volver acompañada con el papá de Gabriel con la promesa de que cumpliera su rol en la crianza del niño. Al año nació mi tercer hijo, pero no resultó bien y decidimos terminar la relación".
A los meses de haberse separado, Mónica aprovechó la oportunidad de sacar licencia clase D, como operaria de maquinaria pesada. Lo que llevó a que al año siguiente, postulara a un programa de minería por comunidades, que era destinado sólo para mujeres.
De las quinientas personas que postularon, solo a ella le ofrecieron un contrato indefinido. Afirma que el nuevo trabajo le trajo muchos beneficios, "pero lo que uno deja en casa es lo que a uno le complica".
Como debía trabajar, dejaba a sus hijos al cuidado de personas que contrataba quienes, afirma, cometieron distintos tipos de abusos.
"Se robaban la mercadería y las cosas de los niños. Muchas veces fueron golpeados. Les tomó años contármelo. Es una carga emocional súper grande pero en el fondo si tú no sales a trabajar, ¿quién lo hace'", finaliza.