(viene de la página anterior)
con un proceso en que nos encontráramos unos y otros de diferentes orígenes y pudiéramos ofrecerle al país un texto que aportara a la unidad; y yo observo que Chile hoy está más dividido que al inicio de este proceso, y eso es un problema.
-¿Está decepcionado del trabajo que ha realizado esta Convención?
-Más que decepcionado, estoy preocupado, porque creo que cuando a uno le dicen que hay que ver el texto final, uno tiene que analizar dos cosas: uno, si el texto constitucional que se propone aporta a la cohesión social como el punto básico de un sistema democrático. Lo segundo, si garantiza gobernabilidad, vale decir, si el sistema político administrativo está bien diseñado para esta sociedad. Esos son los dos grandes elementos. Porque, claro, la tentación para algunos es decir "¿sabe qué?, vote a favor de esta Constitución, apruébela, porque el derecho del deporte está consagrado, o de educación gratuita o de vivienda digna"; y la tentación de los que rechazan es decir que lo hagan porque en la expropiación se puso el justo precio y no el precio de mercado, o cualquier otra cosa. Más que ver cualquier artículo en particular, hay que ver el conjunto. Esta Constitución, ¿actualiza los valores?, ¿aporta a la cohesión social desde el punto de vista de la redistribución del poder y económica, creando derechos sociales garantizados?, ¿da buena gobernabilidad? Son elementos importantes y me preocupa. porque uno va mirando lo que va quedando y uno se va dando cuenta de que junto con ir quedando reglamentaria e identitaria, algunos de estos elementos todavía, y digo todavía porque aún no votamos el sistema político, no van en ese sentido.
-¿Ya hay suficientes artículos como para tener opinión o hay que esperar a que esté terminado el borrador?
-Yo creo que hay que esperar hasta el final. Nosotros tenemos un deber ético y encuentro muy legítimo que la gente que no es parte del proceso ya tome una decisión con lo que hay, porque tenemos más de 300 artículos, pero los que somos parte del proceso y que nos la hemos jugado por él desde el comienzo y durante él, debemos esperar. He sido derrotado en múltiples oportunidades en el pleno, pero bueno, hay que dar la pelea hasta el final. Yo soy de la lógica de presentar las indicaciones, defenderlas, exponer mi punto de vista, porque tengo una visión, la del Estado social democrático de derecho, pero creo también que, en sociedades como la nuestra, tenemos que apuntar hacia una sociedad mucho más justa y equitativa y desconcentrar el poder. Pero también hay que ser realista, promover también la iniciativa privada, la innovación.
-Todas las encuestas están mostrando un sostenido crecimiento del rechazo y una visión crítica del trabajo de ustedes. ¿Les afecta esta sensación ambiente? ¿Han cambiado algunas cosas con esto?
-Habemos algunos que hemos sido críticos constructivos, críticos de lo que ha ido pasando, de los maximalismos, pero hay otros, a los que yo llamo negacionistas, que son aquellos que creen que todo está fantástico, que lo estamos haciendo increíble y que Chile va a cambiar completamente. Claro, plantean propuestas maximalistas que al final terminan asustando a la gente, porque cuando a alguien se le dice que vamos a relativizar el derecho de propiedad, que le vamos a expropiar la casa que consiguieron con mucho esfuerzo y no se le va a pagar, entonces la gente empieza a decir, "chuta, esto tampoco es solo contra los ricos". Yo soy un liberal, reconocido como tal, trabajé en el proyecto del aborto en el Senado, pero la redacción del derecho al aborto es derechamente mala, porque no solo garantiza el derecho de las mujeres, lo que me parece fantástico, sino que establece una frase que dice que no podrá tener ningún tipo de interferencia. O sea, ¿la ley puede ser una interferencia? Alguien podría invocar esa expresión para decir que hay que derogar la ley de aborto en tres causales. Ahí empieza el punto más allá, que la mala redacción puede generar efectos que ni siquiera fueron buscados por los constituyentes. Se dice por ahí que la ignorancia suele ser insolente y que la arrogancia, peligrosa.
-¿Y si gana el rechazo, qué cree que debiera hacerse?
-Lamentablemente lo que yo creo es que el 4 de septiembre, cualquiera sea el resultado, no va a terminar el proceso constituyente. ¿Qué significa esto? Que si gana el apruebo, va a ser una Constitución en permanente reforma porque adolece de calidad en muchos de sus artículos y para poder aplicase van a tener que ser reformados y vamos a entrar en un período de ensayos constitucionales como ya se vivió en el inicio de la República. Si gana el rechazo, no es que se mantenga la constitución del 80, porque creo que hay consenso de que ya cumplió su ciclo y que fue superada por la realidad cultural, social, económica y política de Chile. En consecuencia, el Presidente de la República o el Congreso Nacional tendrán que mostrarnos a los ciudadanos cuál es el camino a seguir. ¿Una nueva asamblea constituyente? ¿Un plebiscito, una convocatoria a expertos, una nueva constitución que nazca del Congreso con participación ciudadana? No sé, eso será responsabilidad de los líderes, pero en cualquier caso el triunfo del rechazo no significa el término del proceso tampoco. Los que dicen "usted no puede rechazar, porque si lo hace queda la Constitución de Pinochet", se equivocan, porque evidentemente el Presidente de la República, y ya lo dijo, está evaluando cuál es la fórmula de salida que le va a dar al país.
-¿Cuáles son los nudos que definirán el apruebo o el rechazo?
-El primero es que el tema de lo plurinacional. Creo que es políticamente incorrecto decirlo, pero se está generando una situación identitaria que va aumentando el nivel de preocupación y animadversión. Cuando usted le explica a una persona que si comete un delito va a tener una determinada pena, pero si usted es de pueblo originario, la pena va a ser distinta, o que si el delito se comete donde hay una comunidad, va a ser distinto, eso genera ruidos. Segundo, cuando usted dice que va a haber terrenos que van a ser autónomos territoriales indígenas, "ah, chuta, vamos a tener muchos Temucuicui…", es lo que la gente va interpretando. Lo otro dice relación con el ánimo refundacional. Si usted mira lo que están tratando de buscar en materia del Poder Judicial, que los jueces van a tener que ser evaluados cada cinco años, el juez no va a estar preocupado solo del cumplimiento del derecho, sino también qué dice su evaluación, porque se puede quedar sin pega. Entonces, creo que hay que hacer reformas importantes, pero refundarlo todo, no.
-¿Hay tiempo para revertir esto o la comisión de armonización?
-No, la comisión tiene facultades reducidas. La verdad es que la capacidad de revertir decisiones tomadas por dos tercios solo va a radicarse en el pleno y nuestra comisión podrá hacer esfuerzos de hacer un texto más coherente, pero de ahí a hacer correcciones de fondo, no hay que generarse expectativas.
Seguridad pública
-Usted fue subsecretario del Interior, a cargo de la seguridad pública: ¿cómo lo ha hecho el gobierno en este mes?
-Creo que hoy la democracia está amenazada por el crimen organizado. Estamos viendo situaciones extremadamente delicadas. La masificación del uso de armas de fuego, la ampliación de espacios dominados por el narcotráfico y el crimen organizado. Sumado a eso, todo el terrorismo que tenemos en la macrozona sur y el descontrol absoluto en materia de orden púbico, hacen un cóctel extremadamente delicado, donde creo que la democracia chilena se encuentra seriamente amenazada. Entonces, cuando uno se fija en eso desde afuera y luego ve las señales de gobierno en estos primeros días, habrá que perdonárselas, porque vienen partiendo, pero lo que tenemos es un gobierno que arrastra un complejo, el de entender que el control es propio de la derecha y no de la izquierda, lo cual es un tremendo error, porque los grandes procesos que terminaron con el terrorismo en Europa fueron liderados por Felipe González, Rodríguez Zapatero, Miterrand y otros, todos progresistas, porque la gente razonable entiende, sobre todo la gente del mundo de izquierda moderna, que la seguridad es una condición básica de la libertad. Pero acá hemos tenido gobernantes, como el ministro (Giorgio) Jackson y otros. que validaban "el que baila, pasa", una práctica que usaban los nazis. Hay un sector de este país que ha normalizado la violencia como una forma de lucha política y esa gente que hoy día está en el gobierno se da cuenta de que ha cometido un error. Bienvenido sea si enmiendan el rumbo y entienden que gobernar es mucho más difícil que estar en una asamblea universitaria y que se requiere garantizar el derecho a manifestarse, pero no tener tolerancia con los hechos de violencia, porque si no, esto puede ser incontrolable. Fíjese que el Presidente ha tenido tres salidas y en las tres ha sufrido agresiones (La Serena, la ex Posta Central y Punta Arenas). ¿Qué quiere decir? Que no solo se ha perdido el respeto a la autoridad, sino que también se le está dando una señal al Presidente de que más allá de que sea de izquierda o revolucionario, también es parte de los sujetos activos de violencia y eso no puede ser, no puede ser.
-¿Le pesan al Gobierno sus declaraciones cuando no estaban en el poder?
-Creo que sí, pero por el bien de Chile uno tiene que cerrar os ojos y echarle para adelante. Lo que hay que hacer es ayudar para que al país le vaya bien. Aquí lo que corresponde es que esta es una lucha entre personas que quieren vivir en paz y tranquilidad, y violentistas que no quieren aceptar la democracia independiente de quién esté en el gobierno. Ante esto, los demócratas tenemos que unirnos, debemos tener acuerdos en el desacuerdo, vale decir, pensamos distinto, pero el acuerdo básico es que la violencia no se acepta.
-¿Repondría el estado de excepción?
-No dudaría un minuto en hacerlo.
enfrentamientos armados en el barrio meiggs de estación central hace una semana, el 1 de mayo. Harboe cree que la violencia tiene en jaque a la democracia.
"Hemos tenido gobernantes, como el ministro (Giorgio) Jackson y otros, que validaban 'el que baila, pasa', una práctica que usaban los nazis. Hay un sector de este país que ha normalizado la violencia como una forma de lucha política y esa gente que hoy día está en el gobierno se da cuenta de que ha cometido un error".
"Lamentablemente lo que yo creo es que el 4 de septiembre, cualquiera sea el resultado, no va a terminar el proceso constituyente. ¿Qué significa esto? Que si gana el apruebo, va a ser una Constitución en permanentes reforma porque adolece de calidad en muchos de sus artículos".