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plebiscito muestra también que la Constitución no ha logrado reflotar las esperanzas. Es llamativo que dos temáticas centrales de la nueva Constitución, como son el medio ambiente y los derechos humanos, estén entre los problemas menos nombrados por los chilenos en la Encuesta CEP. Las personas están más preocupadas de sobrevivir cada día que de pensar el país de los próximos 40 años.
-En cuanto al desempeño del Gobierno en estos meses: ¿se nota el cambio de mano?
-Un 49% de la población desaprueba la gestión del Gobierno, y un 32% la aprueba. Un 22% de las personas de izquierda lo desaprueba, y un 48% de las personas de centro también. Incluso entre quienes aprobarán el borrador constitucional, que mayoritariamente aprueban a Boric, un 14% lo desaprueba. Además, la desaprobación es alta en el sector rural: ahí, solo un 14% aprueba la gestión de Gobierno, y un 62% la desaprueba.
Todos estos datos muestran que, para la población, el Gobierno no ha logrado un buen desempeño en sus primeros meses. Es cierto que recién empieza y que las expectativas sobre él eran grandes. El gobierno ha tenido dificultades para instalarse. Hay que conocer la gestión del Estado, la gestión política con el Congreso, la gestión cotidiana de los ministerios. Eso toma tiempo, pero tiempo es lo que no hay ahora, puesto que los problemas sociales son profundos y las expectativas enormes. El discurso del Presidente el 1 de junio puede marcar un cambio en esta desaprobación, pero para que se haga efectivo, el Ejecutivo tiene que empezar a mostrar decisión y resultados, por ejemplo, en el tema indígena y en su agenda social.
-¿Podemos sacar alguna lección de la forma en que se debatió en la Convención Constitucional?
-Creo que la principal lección que se puede sacar de la forma en que se debatió en la Convención es que no se puede hacer una Constitución con dos minutos de discurso por convencional en el pleno. Me parece que este es un tema que se ha destacado poco. En realidad, no hubo debate en los plenos. Cada uno presentaba su posición, pero no hubo deliberación realmente. No hubo presentación de razones, discusión de ellas ni espacio para rebatir, deliberar y llegar a acuerdos. Incluso, se les apagaba el micrófono a los convencionales cuando se les acababa el tiempo. Así no se pueden construir acuerdos. Se suponía que este debía ser un ejercicio profundamente deliberativo y al final fue un espacio formal en el que cada grupo se convencía a sí mismo y después votaba lo que tenía decidido votar desde antes. Uno podría decir que fue un "debate de producción fordista": se construyó una línea de ensamblaje de normas y se fueron produciendo masivamente sin mayor debate.
-Se ha dicho que este borrador es indigenista, ambientalista. ¿Cuál es la mejor definición?
-Con 499 artículos, el borrador puede ser muchas cosas a la vez. Puede ser indigenista, ambientalista, feminista, regionalista, localista, colectivista, individualista, animalista, estatista, autonomista, entre varias otras posibilidades. La mejor definición es la que convenga a quien quiera defender el borrador o atacarlo en un momento y contexto determinados. Por ahora se trata de un borrador con "personalidades múltiples". Los terapeutas de la Comisión de Armonización estarían proponiendo bajar el número a 372 artículos. Veremos si esto logra darle unidad y consecuencia.
-Es una Convención de izquierda. ¿Cómo observa el manejo que hicieron de esa mayoría absoluta?
-En la Convención predominaron fuerzas de izquierda. Eso es un hecho. Había centroizquierda, izquierda tradicional y un grupo de alrededor de 50 convencionales independientes reunidos en listas que se situaron incluso más a la izquierda que la izquierda tradicional. Todos ellos sumaban más de 103 convencionales, por tanto, podían tener los dos tercios sin problema. Incluso el Colectivo Socialista actuó como dique de contención de propuestas más extremas, como sucedió con el unicameralismo que se proponía originalmente. Gracias a esa contención se formó la propuesta de una Cámara de las Regiones con mayores atribuciones. Esta supramayoría de la izquierda permitió excluir a sectores moderados como el Colectivo del Apruebo y por supuesto a la derecha. Esto implica que varios sectores, incluso de la izquierda, no estén plenamente satisfechos con el borrador. Por ello también hay tantos indecisos en relación con el plebiscito de salida como señala la Encuesta CEP (37%), y por esto el resultado de ese plebiscito no será 80/20 como el de entrada, sino que tendrá un resultado estrecho. Y, si esto pasa, la efervescencia política posterior será alta porque, de ganar el apruebo, la Constitución entrará en un proceso de reforma en el Congreso actual, en el que las fuerzas de derecha e izquierda están equilibradas. Y si gana el rechazo, también habrá presión para cambiar la Constitución actual, como la derecha y las fuerzas de centro ya lo han adelantado.
-¿Qué opina del concepto de plurinacionalidad?
-Plurinacionalidad significa que el Estado no está compuesto por una sola nación, sino que dentro de su territorio coexisten múltiples naciones que anteceden a la formación del Estado. En lo concreto, la agenda plurinacional se expresa en autonomías territoriales indígenas, escaños reservados en representación política y agencias públicas, consulta y consentimiento indígena, pluralismo jurídico, y el principio de interculturalidad. Creo que muchos de estos elementos de la agenda plurinacional entran en tensión con una segunda agenda que se expresa en el borrador: la agenda social. La agenda social se compone de derechos sociales universales, de inclusión igualitaria sin discriminación de clase, género o etnia, de democracia participativa y descentralizada, y de un principio de solidaridad institucionalizado. Son dos agendas distintas, que pueden complementarse, pero también entrar en conflicto, como por ejemplo entre objetivos de producción nacional para generar fondos que financien derechos sociales y las limitaciones que puede poner a ello el consentimiento indígena o las autonomías territoriales. Generalmente esto se resuelve en favor del desarrollo nacional, con lo que se sumarán nuevos conflictos con comunidades indígenas o con las autonomías regionales.
-¿Qué artículos o propuestas le hacen más sentido?
-Me parece bien que el borrador tenga un impulso descentralizador, aunque para que su despliegue tenga éxito tiene que ser gradual. Asimismo, me parece bien el énfasis transversal en un enfoque de género. Esta es una transformación que se inició en el siglo 20 con el voto femenino y que ha institucionalizado derechos individuales y sociales de las mujeres desde entonces. El reconocimiento indígena y su participación política democrática también me parecen necesarios. La pregunta es si para ello había que implementar una agenda plurinacional.
-¿Hay artículos que cree que sean impracticables?
-Creo que una de las normas más difíciles de llevar a la práctica será la de la restitución de tierras indígenas en Títulos de Merced. Como ya lo han mostrado algunos estudios, muchas de estas tierras tienen propietarios (no solo empresas, sino también individuos), e incluso abarcan centros urbanos. La conflictividad jurídica y social que producirá la restitución será enorme, y ya sabemos de los niveles de conflictividad alcanzados en la región de La Araucanía. La reparación de tierras puede ser una vía alternativa, pero además debe ir unida a programas técnicos y económicos para el manejo productivo eficiente de ellas. De otro modo, el empobrecimiento de la población indígena continuará como siempre, así como también el desplazamiento de la población joven a centros urbanos. La economía indígena es precaria, no solo por la división de sus tierras, sino también por las capacidades de manejo y producción.
-Hay mucha expectativa por la consagración de derechos sociales. ¿Será capaz su incorporación a la Constitución de bajar las tensiones?
-Lo que puede bajar las tensiones a las que ha estado sometido Chile en las últimas décadas es más bien la implementación de derechos sociales en políticas sociales eficientes y efectivas. En esto el Gobierno tiene una responsabilidad inmediata. Además, en ello se basa su programa político. Esto tendría que llevarse a cabo independiente de si gana el apruebo o el rechazo. Nadie entendería que, si gana el rechazo, el gobierno diga que no podrá llevar adelante su agenda social.
-¿Qué pasará si en el plebiscito hay un triunfo estrecho de una de las opciones? ¿Qué pasará si hay un triunfo amplio de alguna de las dos opciones?
-De acuerdo con los datos que hemos visto en las últimas semanas, no habrá triunfo amplio de ninguna de las opciones como fue en el plebiscito de entrada. El triunfo será estrecho o relativamente estrecho. La consecuencia de esto es una polarización del debate público que dejará heridas. Una situación inédita y no poco probable es que haya un ausentismo electoral significativo a pesar del voto obligatorio, y que el número de votos nulos y blancos en el plebiscito sea mayor que en elecciones recientes. Eso también sería dramático para la legitimidad del sistema democrático, pues mostraría la desafección de la población con el proceso político más importante de las últimas décadas.
-¿En qué momento se encuentra la sociedad chilena? El presidente habla de una fractura profunda y legisladores UDI ven que se incuba un germen de descontento social bastante grande.
-En los años 90 se hablaba de la inseguridad en relación con la vida social. La pobreza, la baja calidad de la educación pública, los atrasos en la atención en salud, la incertidumbre en las pensiones, eran las fuentes de incertidumbre. Esto sigue presente en la actualidad. Pero además de ello, los datos de la Encuesta CEP muestran hoy una inseguridad vital y cotidiana relacionada con la delincuencia, la violencia y el narcotráfico. Es decir, a la inseguridad social de antes se suma la inseguridad vital y cotidiana de ser víctima de algún hecho violento. Todo esto configura un nuevo malestar, entre comillas, más complejo que el de antes. El Presidente y la UDI parecen estar en lo correcto.
-¿Ve factible un cambio fundamental en la política chilena con las nuevas generaciones de líderes?
-En cada momento histórico siempre hay nuevas generaciones. Pero lo nuevo no deriva tanto de la juventud de los actores, sino del hecho que critican la forma en que actúa la vieja generación. Y pasa que cuando la nueva asume el poder, comienza de inmediato su transformación en viejos, porque se dan cuenta que las estructuras sociales no son de plasticina, y que no solo se requiere de ímpetu para cambiarlas, sino también de conocimiento y experiencia. El cambio de la política chilena pasa por esa combinación de factores, por ser sensibles a los nuevos problemas sociales y por no enamorarse de las propias ideas cuando la realidad pide a gritos flexibilidad y pragmatismo.