Buscando a Hobbes
"El Estado de Excepción no resolverá nada a mediano ni largo plazo, menos si no va acompañado de medidas serias a nivel de proyectos regionales". Cristian Zamorano, Cientista político
Hoy no se puede negar que al gobierno le cuesta enfrentar los hechos delictuales con las herramientas del Estado de derecho que tiene a su disposición. Esto, ¿es solo debido al contexto que estamos viviendo o es fruto del balance del gobierno anterior? Cuando se menciona a este último, se olvida muchas veces el rol jugado por el actual oficialismo cuando era oposición. Se atacó, y a veces pudo ser de manera justificada, pero se cuestionó todo lo que se asimilaba a "autoridad". De lo más "micro" hasta lo más "macro". Y los chilenos saben perfectamente que, por múltiples factores que también tienen que ver con el sistema, esa autoridad ya se discutía a nivel parental para luego desplazarse a varios otros compartimientos de nuestra sociedad.
Si uno lee la columna y entrevista, de ayer, del gobernador Ricardo Díaz, nace la impresión que sus descargos tienen más que ver con alguien ubicado en la vereda de la construcción de las políticas públicas que con un político que sabe lo que debe realmente cumplir dentro de su mandato. Como gobernador regional parece estar atrapado, por un lado, en un cargo que no le da potestad alguna en materia de seguridad pública, y por otro, en un espectro político que le impide abogar por una visión autoritaria del tema. Y si se decide por ir claramente y con vigor hacia un Estado de Excepción, que no es la impresión que se desprende de sus declaraciones, debería ir, si o si, en contra de la delegada presidencial y de su superior jerárquica que es la ministra del interior. ¿Hay realmente voluntad política para aquello? ¿Querrá complicarse a dos semanas de un crucial plebiscito? Pero, ¿hay realmente un piloto en el avión?
De los tres senadores de la región; una ya no tiene peso mediático, ni tampoco en términos de "muñeca política"; otro no se ha pronunciado ni por si acaso acerca de lo que está pasando; y el último, que es un viejo lobo de mar de la política, sobreviviente de un mandato de 8 años sin mayor relevancia, hará política en función de lo que puede ganar y sobretodo no perder. De los 5 diputados, uno es hermano del último citado y fueron criados en la misma escuela de formación, obteniendo pocos resultados concretos pero electoralmente viables a todas luces; tenemos a Catalina Pérez que dirige ahora desde Santiago; una diputada PDG que marca en redes sociales; un diputado RN amigo de los anímales, de las posturas y del alcalde, y para terminar un ciudadano de nombre de "Videla", que trata de aparecer como diputado pero utilizando la misma metodología que utilizó como candidato … quizás ahí hay lo que se denomina como un "hiatus", es decir "un problema en la continuidad". Sin embargo, el hecho que haya iniciado y abrazado esta campaña para obtener un Estado de excepción, para la región, es quizás" LA" etapa que le permitirá cambiar de piel, de salir por fin de la mediática crisálida de la cual no se puede conformar si quiere seguir en política, la real, más que en los medios.
El Estado de Excepción no resolverá nada a mediano ni largo plazo, menos si no va acompañado de medidas serias a nivel de proyectos regionales financiados, de cambio legales y de colaboración entre políticos con voluntad de obtener logros sin calculadora en mano. La ciudadanía estimará quien tomó el liderazgo acá y quien lo hizo correctamente. Porque hasta ahora las semanas pasan y la inseguridad sigue aumentando. Hace varios siglos, en Inglaterra, el primer contrato social teorizado consagró el principio de seguridad por encima de cualquier otro, para que una sociedad humana pueda desarrollarse. Eso era una de la plusvalía esencial de Chile comparando a su entorno. Hoy, la perdimos. No estamos seguros que se podrá recuperar.