Evocando lo antiguo
José Miguel Serrano Economista U. de Columbia
Los científicos ingenuamente piensan que conocen el origen de todo, pero se equivocan. Sólo están capacitados para ver los objetos físicos, y luego realizar complejos cálculos matemáticos a través de los cuales intentan adivinar el resto. La modernidad, más el arribo del hombre blanco al nuevo mundo, se encargaron de borrar casi todo rastro de la antigua sabiduría.
Son millones y millones de años los que se encuentran perdidos en un gran espacio multidimensional, el cual difícilmente podrá ser captado por una combinación de lentes, aunque sean inmensamente poderosos. Pero hay un velo del recuerdo que en algún momento surgió acá en el sur, en las tierras postreras. Porque los que aquí habitaron supieron mejor que nadie del comienzo y el origen de las cosas. Sus mitos y leyendas encierran conocimientos que no fueron adquiridos a través de la experiencia científica, sino entregados por espíritus superiores que están más allá de la lógica material que hoy nos controla, y domina.
Y ese entendimiento, esa concepción del universo, está íntimamente ligada a sus símbolos y su lenguaje. En el caso de los Selk'nam, muchos piensan que se han acabado, que ya no quedan descendientes de su estirpe. Puede que no estén físicamente entre nosotros, sin embargo, seguimos hablando de ellos y su espíritu permanece en el colectivo; nadie conoce su origen, pero de seguro están en los cerros y bosques, la tierra y las estrellas que un día los acompañaron.
Así también ocurre con los mapuches, que intentan mantener vivas sus tradiciones, su lengua y cosmogonía, muy anterior a lo que nosotros podemos imaginar. En vez de apreciar esta riqueza inestimable, y los grandes misterios que ella encierra, hay quienes miran en menos su cultura, cuyo origen debe tener conexión con espíritus que nunca podremos ver, ni entender.
Orgullosos deberíamos estar de poder cultivar su antiguo saber, que se encumbra más allá del tiempo que somos capaces de suponer. ¿Qué ahora los quieren utilizar de manera nociva, en convenciones consideradas como sacrosantas? Es un aprovechamiento más, realizado por personas inescrupulosas. Porque la inmensa mayoría de los mapuches viven en paz y armonía junto al resto de los habitantes del país, como buenos ciudadanos que son. Pero hay unos pocos que usan y abusan de la violencia y el amedrentamiento; son ignorantes de su propia sabiduría ancestral, pues no captan que el alma siempre triunfa por sobre la agresión.
Los Selk'nam parecieran dormir, pero en el mundo de los recuerdos están más vivos que nunca. Somos afortunados de tenerlos en ese plano, y mayor fortuna aún es tener la compañía y presencia de nuestros mapuches, aimaras y otros pueblos indígenas, que aportan diversidad cultural a un solo Chile, con sus múltiples riquezas. Si logramos dejar atrás la violencia y las odiosidades, ellos pueden enseñarnos valores traspasados desde las épocas más antiguas. Y también ayudarnos a que no se pierda ese invaluable conocimiento.
"En el caso de los Selk'nam, muchos piensan que se han acabado, que ya no quedan descendientes de su estirpe. Puede que no estén físicamente entre nosotros, sin embargo, seguimos hablando de ellos y su espíritu permanece en el colectivo"