Correo
Acto denigrante
Hace un año, en una carta en esta sección publicada el 16 de agosto y titulada "Retroceso", reflexionaba cómo era un retroceso que la Convención Constitucional se inaugurara pifiando nuestro himno nacional. Hoy, puedo confirmar que lamentablemente ese retroceso es real, al constatar -con gran asombro- cómo en un acto de cierre de la campaña que busca aprobar la nueva Constitución se ofende y denigra, en un acto público y con autoridades presentes, otro de nuestros emblemas nacionales, como lo es nuestra bandera chilena.Carlos Fanta De la Vega
Ultraje a la bandera
Los símbolos patrios y monumentos son valores históricos que representan nuestra nacionalidad y generan un sentido de pertenencia con nuestras raíces. En ellos están nuestros ideales, cultura y tradiciones históricas que provienen junto con nuestras tradiciones. Los hemos heredado desde nuestras familias, es decir, son reales, pues es imposible desconectarnos de nuestras raíces, no podemos cortar ese vínculo indubitable; hacerlo constituiría una falta de compromiso y agresión a la identidad nacional. Aun así, últimamente hemos sido testigos de la profanación y ataques al monumento al General Baquedano y al Soldado Desconocido, al Monumento a los Héroes de Iquique, al Monumento a los Mártires de Carabineros, a nuestro himno y recientemente a la bandera nacional en un acto en la plaza Victoria de Valparaíso de quienes llaman a aprobar la propuesta constitucional.
Estas públicas profanaciones y su vulneración constituyen graves ofensas a la patria, que lamentablemente son aceptados por algunos sectores políticos.
Este domingo 4 de septiembre, quienes rechazan estos atentados a la identidad nacional tienen la oportunidad de manifestar con su voto el rechazo a aquellas corrientes de opinión que apoyan o guardan silencio ante estos vejámenes.
Iván Stenger Larenas
Vergüenza
Por trabajo vivo fuera del país hace más de cinco años y este mes de agosto tuve la oportunidad de ir de vacaciones a mi ciudad natal, Valparaíso. Quise hacer mi tradicional vuelta por sus cerros, por el plan, como le decimos los porteños al centro de la ciudad, y me encontré con una ciudad sucia, abandonada, insegura, hedionda (con un olor que por suerte aún no es transmisible por fotos y videos).
Este domingo, estando de regreso en mi país de residencia, a través de la prensa y redes sociales pude ver el denigrante espectáculo de partidarios del Apruebo efectuado en Valparaíso el sábado 27 de agosto, con una falta absoluta de respeto por las familias, por esa tradicional Plaza de la Victoria y por nuestra bandera. Al enterarme que uno de los convocantes es el alcalde de Valparaíso, entendí y tuve respuesta a lo que me tocó ver en mis vacaciones, es decir, lo que yo considero una falta de interés y abandono por parte de la principal autoridad local por su ciudad.
A todo esto, en mis vacaciones me arrepentí de mostrar mi ciudad a mis amigos extranjeros que viajaron conmigo, me dio tristeza, rabia, impotencia, vergüenza, de todo, menos orgullo por la ex Joya del Pacífico.
Anthony Covarrubias Castro
Comisión especial
Si la dirigencia política decidiere incumplir lo que está claramente establecido en el artículo 142 de la Carta Fundamental, en el sentido de que si la propuesta "fuere rechazada, continuará vigente la presente Constitución", lo razonable no sería hacer una nueva Convención con menos integrantes como se ha planteado.
A mi juicio, el Congreso, que es el Poder Constituyente derivado y cuyos integrantes son los representantes del pueblo, debería designar una comisión formada por destacadas personalidades del mundo académico y político para que redacte una nueva Constitución que se aproxime en la mayor medida posible al desiderátum de construir "la casa de todos".
El texto de dicha Constitución debería ser redactado sobre la base de la Carta Fundamental actualmente vigente, para la cual Chile es una república democrática; las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos; la familia es el núcleo fundamental de la sociedad; el Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines específicos; el Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común; el Estado de Chile es unitario; es deber del Estado resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la familia, promover la integración armónica de todos los sectores de la nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional.
Adolfo Paúl Latorre