Andrés, siempre Andrés
Cada 26 de agosto vienen a mi memoria los recuerdos de "Don Andrés", como acostumbré a llamarlo, desde que le conocí cuando niño. Y confieso que fui un afortunado, porque la vida me permitió continuar disfrutando de sus saberes, escuchando sus animados relatos o acatando sus atinadas recomendaciones. Por el tenor de sus charlas, me hice hombre de mar. Por sus consejos, asumí mi compromiso como hombre de prensa. En ademán de mi gratitud, mis dos hijos llevan su nombre.
Y el viernes pasado, dada mi ausencia del acto que lo honra cada año, se agolparon los recuerdos de esos años en que don Andrés acudía -sagradamente- a entregar su "Linterna de Papel" a la sala de redacción del diario "La Estrella del Norte". Era el momento que todos esperábamos con ansiedad, menos el director del tabloide, que estimaba que el vate nos distraía, quitándonos valioso tiempo.
En esos instantes, emergía el genio creador de don Andrés. Nos ayudaba a cuadrar los titulares, colaboraba en la redacción de alguna nota de complejo desarrollo y nos alentaba a dar lo mejor de nuestros esfuerzos. Es que en "La Estrella" era bien querido por aquellos periodistas que habían sido sus alumnos, en los inicios de la carrera de periodismo de "la Norte".
Evocando sus tiempos de trabajo en el diario "Las Noticias Gráficas" en la capital, el poeta contaba jugosas anécdotas, matizándolas de episodios no tan gratos, en tiempos previos a la presidencia de Aguirre Cerda. ¡Cómo le dolía la matanza del Seguro Obrero, donde cayó abatido un grupo de jóvenes soñadores…!
Ese era don Andrés… Para muchos "nuestro Andrés".
Pensamos confiados que no se ha ido. Que sigue aquí entre los suyos. Debe andar escondido entre sus versos, hurgueteando papeles, perfilando sus trazos para colorear sus dibujos. Talvez luciendo su ojo parchado, esperando el próximo "zafarrancho". Tarareando por las calles el tango "Las Cuarenta", que alguna vez entonamos a dúo, varios tintos de por medio.
Por eso lo extrañamos… Desde el día mismo de su zarpe a la eternidad, en Iquique.
¿Ve…? ¡Su amada Antofagasta no lo olvida, querido maestro!
Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista.