Después del 4… viene el 5
"Si de alegrías se trata, bienvenidas; si de dificultades se trata, a afrontarlas, con la formación, con el conocimiento conseguido". Raúl Caamaño Matamala, Académico UC de Temuco
Así no más es. Matemática básica, simple. Cualquier infante lo sabe y no debemos engañarlos. Después del 4, el 5.
El 4 no termina nada, y el 5… no comienza nada. El 4 es un día, y el 5 es otro día. No es preciso cualificarlos. Ni siquiera intentémoslo.
Cada día tiene su afán, se dice. No hay que abrumarse con lo que suceda mañana o en un futuro próximo, pues ya tenemos suficiente con afrontar las vicisitudes de cada día. Enfrentemos los avatares de cada día con optimismo, con alegría, y ante las dificultades que se alleguen en ese tránsito, tomarlas, abordarlas, y buscar modo de solucionarlas, una tras otra. No hay otro modo. Es necesario buscar la luz, esa que va en lontananza, esa que alumbra todo camino, en consecuencia, los pasos deben ser ágiles, no pesarosos, y así procurar que el día de mañana sea menos enigmático.
Ahora fijo mi atención en el calendario. 4 y 5. Sea cual sea el resultado, debemos procurar contraponer, buscar y hallar puntos de equilibrio, de entendimiento, de concordancia, de armonía cordial.
Hablando se entiende la gente. Es necesario tratar, tratar de entablar lazos, vínculos, si no se tienen, o restablecer los rotos o que están en mute. Debe primar el diálogo, la prudencia, la conciliación, el compañerismo, el respeto, la familiaridad, el sosiego, un trato horizontal, franco, de iguales.
Un día tiene veinticuatro horas, y tras uno, viene otro, igual, y así, ad infinitum. Y hay que vivirlo, vivirlos con todo, con todas sus consecuencias. Si de alegrías se trata, bienvenidas; si de dificultades se trata, a afrontarlas, con la formación, con el conocimiento conseguido. El control, la reflexión, la paz han de concertarse. Cada uno con su historia de vida hemos de buscar el punto de equilibrio, en diálogo ponderado, en parsimonia, y de hallarlos, que sí los hay, avanzar en los mínimos consensos y fortalecerlos en el tiempo.
Que en la ventura de un nuevo día nada nos amilane, que nadie nos arredre, que nada nos abata, que nadie nos doblegue, que nada nos mengüe, que nadie nos turbe, que nada nos provoque desesperanza, que nadie nos confunda, que nada nos acobarde, que nadie nos atemorice, que nada nos desaliente, que nadie nos intimide, que nada..., que nadie...
"La felicidad de Chile, hogar de todos y todas, dependerá del esfuerzo que juntos despleguemos, unos en favor de otros, por el bienestar común, por la dignidad de cada uno y cada una, especialmente de los más vulnerables entre nosotros". En CHILE, UN HOGAR PARA TODOS. Carta Pastoral del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, octubre de 2017.