Miles de británicos llegan a dar el último adiós a Isabel II: hasta 15 kilómetros de fila
REINO UNIDO. Filas por el centro de Londres, a orillas de río Támesis, y esperas de más de 30 horas para ser los primeros ingresar a la capilla ardiente en Westminster, la sede del Parlamento. El traslado del féretro desde Buckingham duró 45 minutos.
Un profundo y generalizado respeto marcó ayer la procesión de los restos mortales de la reina Isabel II por las calles del centro de Londres, Reino Unido.
Cumplido el luto en familia, detrás de las puertas de los palacios reales, Isabel II volvió ayer al pueblo, y durante los 45 minutos que demoró el trayecto del féretro desde el Palacio de Buckingham, sede de la monarquía, al Palacio de Westminster, el santuario de la soberanía popular, la monarca recibió un homenaje tan silencioso como abrumador por parte de sus ciudadanos.
El cortejo, que comenzó como estaba previsto a las 14.22 horas de Londres, trasladó el ataúd de Isabel II cubierto con el estandarte real y con la corona imperial encima.
Por primera vez como rey, Carlos III dirigió al resto de los deudos por detrás de la cureña de la Artillería Real Montada sobre la que iba el féretro. Escoltándolo a su lado, sus hermanos pequeños, Ana, Andrés y Eduardo, y por detrás sus dos hijos, William y Harry, pese a que las relaciones no pasan por su mejor momento.
Ambos caminaron juntos, tal como los registraron fotografías hace 25 años, tras los restos mortales de su madre, Diana de Gales.
En el corazón de Londres, decenas de miles de personas hicieron hasta más de 30 horas de espera en las aceras para rendir tributo la monarca en absoluto silencio, solo roto por aplausos una vez la comitiva ya había pasado y por los cañonazos, uno por minuto, disparados en Hyde Park.
Capilla ardiente
Un servicio religioso celebrado por el primado de la Iglesia anglicana y arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en el edificio de Westminster Hall, el más antiguo del complejo parlamentario, marcó el inicio de la capilla ardiente de la reina.
A partir de las 17:00 horas locales los británicos comenzaron a desfilar ante el féretro de la reina. Emocionadas, muchas con lágrimas en los ojos, se vio a las primeras personas que pudieron saludar el féretro de la monarca, colocado sobre un alto catafalco púrpura, y sobre el cual se puso la corona imperial; el orbe real, pieza que representa al mundo cristiano, y el cetro de oro, que simboliza el poder.
Los súbditos, varios de ellos después de dormir hasta dos noches en la calle, desfilaron apenas unos segundos frente a los restos de Isabel II, custodiados por la Guardia Real.
Desde ayer y hasta el lunes -día del funeral de Estado en la Abadía de Westminster y su posterior entierro en la capilla Jorge VI del Castillo de Windsor- se espera que entre 400.000 y 750.000 personas pasen por dicha sala dotada con toda la pompa de la monarquía británica, y que solo cerrará de forma esporádica por motivos de limpieza, mientras las orillas del río Támesis son testigos de filas sin precedentes que alcanzaron hasta 15 kilómetros, según estimaciones.