Chile, un país moderado
"Entonces ¿Chile quiere o no una nueva Constitución? Sí la quiere, pero no el texto que fue rechazado".
El periodista José María del Pino en el diario el Clarín de Buenos Aires dijo a propósito del fracaso del Apruebo que "La izquierda, presa de su identitarismo, se emborrachó con el estallido social y olvidó que Chile, al final del día, es un país moderado"
La ciudadanía rechazó por una aplastante mayoría el texto constitucional propuesto porque advirtió que el contenido era una propuesta maximalista que proponía un experimento político análogo a un salto al vacío con cuestionables innovaciones, esencialmente en el sistema político, el sistema judicial y la definición de Chile como un Estado plurinacional que no corresponde a una realidad indígena como la de Bolivia o el Ecuador, y además, el interminable elenco de derechos que cargó innecesariamente el axioma jurídico que fracturó los ideales de claridad, distinción y economía del lenguaje en su construcción. Y peor aún, unido a la soberbia de algunos convencionales que se sintieron el centro del universo y terminaron quemados por la llama de la vanidad.
Los convencionales que escribieron el texto recibieron como respuesta el 4 de septiembre pasado un rotundo NO de parte de una ciudadanía moderada que no estuvo dispuesta a pasar por ese experimento constitucional ideado por un sector político que no es mayoritario, pero que sí posee un enorme poder para hacerse notar y generar la ilusión de que son mayoría.
Y después de lo anterior, entonces ¿Chile quiere o no una nueva Constitución? Sí la quiere, pero no el texto que fue rechazado, que ya es historia y fue hundido por esas innovaciones políticas y judiciales altamente cuestionables y una plurinacionalidad que promovía la fragmentación de la nación única, entre otros temas que la mayoría ciudadana no estuvo disponible para aceptarla porque la sintió como una frontal provocación cultural.
Así, la ingeniería política propuesta fracasó porque no representó el sentir de una mayoría ciudadana que frenó el intento de la convención de querer imponer un diseño jurídico sesgado, provocando así, el pronunciamiento de un Chile profundo y silencioso; moderado y transversal cuya voz no está en las calles y su discurso no existe en la prensa y menos en los circuitos académicos donde se vive una realidad paralela.
Hay dos principios fundamentales para que un texto constitucional responda con éxito y se prolongue en el tiempo, estos son los de cohesión social y gobernabilidad, sin aquellos no hay éxito de lo pretendido y ciertamente, el texto propuesto y rechazado mayoritariamente en el plebiscito estuvo lejos de estos principios.
Por lo tanto, es deseable por el bien de país, que la nueva propuesta constitucional responda a estos principios y el contenido no violente la cultura nacional.
Patricio Peñailillo
Licenciado en Filosofía