Cuando no solo es avanzar por avanzar
La sociedad quiere cambios positivos y mientras más rápido mejor, lo que no significa que aceptará propuestas incompletas. El Presidente Boric, en una gira por Estados Unidos dijo que entendieron que no "pueden ir más rápido que la gente". Lo que se traduce en que la propuesta era demasiado avanzada.
El pasado martes se cumplió un mes del triunfo del Rechazo, en el plebiscito de salida de la propuesta constitucional realizada por el equipo electo de constituyentes. En todo este tiempo la autocrítica de quienes estuvieron en aquella convención se ha extrañado, salvo contadas excepciones, la mayoría de quienes han aparecido se han limitado a manifestar las causalidades que ellos piensan provocaron el fracaso de su proyecto.
Algunos se atrevieron a criticar la capacidad de entendimiento del electorado, y del chileno en general, acusando falta de preparación e ignorancia. Ello, porque no fueron capaces de informarse bien y "creyeron en las noticias falsas" que fueron masificadas por el sector opositor.
El convencional Stingo criticó al Gobierno por lo que calificó de falta de empeño por jugársela por el Apruebo, como si fuera una obligación gubernamental renunciar a la prescindencia que se debe mantener en este tipo de situaciones.
Mientras que el Presidente Boric, en una gira por Estados Unidos dijo que entendieron que no "pueden ir más rápido que la gente". Lo que se traduce en que la propuesta constitucional era demasiado avanzada para el común de los chilenos.
Pero ninguno, ni siquiera el mandatario, han puesto el acento en el proyecto presentado, el que pese a contener elementos relevantes y en sintonía con la realidad del país, había varios otros que estaban mal planteados, lo que lo convertía en una mala propuesta.
Es más, algunos de los puntos conflictivos y que, según muchos, podían ser parte de las mejoras ya habían sido tratados en el pleno de la CC y no hubo un atisbo de cambiar una coma a lo presentado.
Y no fue ignorancia, muchos intelectuales de centroizquierda que pidieron con fervor una nueva constitución votaron en contra, porque sinceramente consideraron que el proyecto era malo.
Hoy pocos se acuerdan de la propuesta y el debate político se mueve entre los "bordes" o los "principios", situación que vuelve a polarizar y que no es incluyente. Parecen no haber aprendido de lo necesario de dialogar y lograr acuerdos. No todos es negro o blanco, los matices logran los equilibrios, más en una sociedad que en su historia tiene varios episodios tristes.
Pensar rápido, pensar despacio
"Es un libro que nos permite abrir la mente respecto de aprovechar los beneficios de ese pensamiento lento que nos permite reflexionar y deliberar".
Hace tiempo que escasea escuchar y leer un buen lenguaje, aunque sabemos que la expresión y las palabras "no cuestan mucho" o "no cuestan nada". Por lo mismo, en estos días, se extraña la distribución de las palabras no como un rumor mecánico o como parte de ese aire movido por los labios, sino por que se trata de unir contenido y novedad en la información y en el lenguaje.
Así es porque en este tiempo en que la expresión, la cobertura de los datos y el lenguaje público se entremezclan debe haber un principio fundamental para el acto de leer. Lo más escandaloso que nos puede ocurrir, en rigor, es que vayamos en la dirección contrapuesta y no leamos para así convertirnos en cómodos seres que creen solo en la televisión o en las noticias falsas. Y en este sentido, respecto del acto de leer, aun tenemos espacios para recomendar una lectura revolucionaria desde la perspectiva del tema del lenguaje que posee y porque une los dos sistemas que conectan y ordenan nuestro pensamiento: uno que es rápido, intuitivo y emocional; y, el otro, que es lento, deliberativo y lógico. Me refiero al libro "Pensar rápido, pensar despacio" del Premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, (nacido en 1934), un afamado sicólogo, autor de diversos estudios y catedrático, a la vez, de distintas universidades, cuyas investigaciones lo llevaron a obtener el Nobel junto a Vernon Smith en el año 2002 siendo el primer no economista en ganarlo.
El contenido del libro, de más de 600 páginas, intenta explicarnos lo que sucede acerca de nuestras intuiciones y la confianza en ellas, entre otros temas. El texto, nos ayuda a comprender cómo es posible que funcionen dos sistemas tan distintos, pero necesarios, a la vez. Es un libro que nos permite abrir la mente respecto de aprovechar los beneficios de ese pensamiento lento que nos permite reflexionar y deliberar ante las preguntas que tenemos como individuos múltiples y también como seres que vivimos en una sociedad compleja.
¿Cuál es mi estado de ánimo en estos instantes? ¿Cuál es la popularidad del presidente en estos momentos? ¿Cuánta indignación siento cuando pienso y experimento las alzas de las cosas en estos días? Estas preguntas enmarcadas en un ejercicio heurístico generan una escopeta mental, al interior del mismo libro, que debiera hacernos obtener respuestas con variadas posibilidades, pero, en ello, conviene decir, también, que tenemos que asumir capacidades, aunque muchas veces, las necesidades son más que nuestras capacidades.
Es un libro que tiene cinco partes y refiere, entre otros temas, acerca de nuestra atención y esfuerzo, acerca de cómo se forman los juicios; lo que sucede con la disponibilidad, la emoción y el riesgo; los rasgos de los excesos de confianza, los ámbitos falaces del capitalismo y su optimismo ambicioso; la intuición experta, la teoría de las perspectivas, la vida como una historia. Es evidente, según los distintos tipos de razonamiento, que cuando nos preguntan cosas acerca de qué estamos pensando, normalmente respondemos porque creemos tener en nuestra mente un pensamiento que discurre ordenadamente; pero, la mente ni siquiera trabaja en forma habitual. Veamos si nuestra experiencia consciente nos acerca al mundo de mayores interrogantes y nos ayuda a meternos en la multiplicidad de impresiones, intuiciones y multitud de decisiones que desarrolla silenciosamente nuestra mente invitándonos a leer este libro, y otros libros, porque la vida también se escribe.