Chileno construye el telescopio más grande del mundo
ARIZONA. Gustavo Rahmer trabaja en Estados Unidos en el instrumento que desde 2030 permitirá estudiar objetos hasta ahora invisibles para los científicos.
Agencias
El chileno experto en telescopios Gustavo Rahmer trabaja en Estados Unidos para construir en Chile el que será el más grande del mundo, que permitirá estudiar objetos hasta ahora invisibles para los científicos.
"Vamos a poder ver cosas con más detalles, por ejemplo ver planetas que giran alrededor de otras estrellas. Nos permitirá estudiar la atmósfera, su composición, ayudando en la búsqueda de planetas como la Tierra, buscando atmósferas donde puedan existir indicadores de vida", explicó el ingeniero electrónico a agencia Efe.
Se estima que el telescopio, cuyos siete espejos fueron hechos en un laboratorio de la Universidad de Arizona, estará terminado a principios de la década de 2030 en Chile.
Actualmente Rahmer, con más de 25 años de experiencia en investigación y desarrollo de tecnología de telescopios espaciales, está a cargo en coordinar el desarrollo de cámaras que sirven para captar la luz y llevarla a diferentes instrumentos como parte del llamado Proyecto del Telescopio Gigante de Magallanes (GMT).
El chileno, que es el ingeniero de instrumentación de más alto rango del GMT, es también el líder del programa de educación en Mount Lemmon Sky Center en Tucson, Arizona, que busca fomentar el interés por la ciencia y la astronomía, compartiendo su experiencia personal a través de presentaciones y charlas.
"Siempre me interesó la astronomía. Desde chico me gustaba desarmar cosas y ver cómo funcionaban. La astronomía es una ciencia que nos permite investigar cómo funciona el universo", dice Rahmer, de 51 años.
En mayo pasado se integró al GMT, una colaboración internacional que se encuentra bajo construcción en Chile.
"Estamos evaluando nueva tecnología, pero tenemos que encontrar un balance entre lo innovador y lo confiable," expuso Rahmer, quien cuenta con una maestría en Ciencias de la Imagen del Instituto de Tecnología de Rochester, en Nueva York.
Máquinas del tiempo
"Los telescopios son máquinas del tiempo; nos permiten ver y plasmar en imágenes un momento en el tiempo. Nos permiten ver lo que pasó hace miles de años en nuestro universo", apuntó.
El experto, que ha trabajado con NOIRlab, el Observatorio Europeo Austral, el Instituto Tecnológico de California (Caltech) y el Very Large Telescope (VLT), en nuestro país, entre otras organizaciones, explicó que cuanto más lejos vemos a través del espacio gracias a un telescopio, más atrás en el tiempo podernos ver.
"Las imágenes que estamos viendo de nuestra galaxia más cercana, la galaxia Andrómeda, tardan 2,5 millones de años en alcanzarnos. Eso significa que estamos viendo cómo era 2,5 millones de años en el pasado", dijo.
La tecnología que ayudó a desarrollar ha permitido captar imágenes cada vez más claras y de alta definición de estrellas, planetas y galaxias.
EL RETO de la distorsión
En 2005 llegó a Estados Unidos y se integró al Caltech, donde comenzó a trabajar en el desarrollo de una nueva tecnología, evaluando candidatos de detectores dentro de las cámaras para un posible proyecto espacial.
En 2011 Rahmer experimentó con el uso de rayos láser en el Large Binocular Telescope Observatory de la Universidad de Arizona, el telescopio binocular más grande del mundo, con dos grandes espejos de 8,4 metros de diámetro.
Es un campo relativamente nuevo dentro de la astronomía, donde se disparan rayos láser para crear "estrellas artificiales", que se usan como referencia para corregir las distorsiones atmosféricas y mejorar las imágenes.
"Uno de los principales problemas que tenemos en la astronomía de alta precisión desde la Tierra es que todo lo vemos a través de la atmósfera, la cual crea una distorsión que evita que veamos los objetos tal como son", explicó.
Indicó que esa es una de las principales razones por las que los observatorios están en las montañas y no en los valles, para tener la menor distorsión atmosférica posible.
"En los últimos años se ha podido medir estas distorsiones, logrando que los telescopios se adapten a ella con un sistema de control electrónico necesario. Estamos hablando de miles de medidas por segundo", dijo.
2,5 millones de años tardan en llegar a nuestro planeta las imágenes que estamos viendo en la actualidad de la galaxia Andrómeda.