La ciudad donde los templos religiosos se convierten en centros de eventos
TRANSFORMACIÓN. En Nueva York, numerosos centros de culto han sido vendidos y transformados en salas de conciertos, galerías, discotecas y hasta en pizzerías.
La ciudad de Nueva York está llena de templos de todos los credos de la tierra, pero muchos de ellos están vacíos y otros han terminado destinados a los usos más diversos: museos, teatros, gimnasios o pizzerías ocupan hoy las naves de las antiguas iglesias desacralizadas, y también de alguna sinagoga.
Si Nueva York se llenó de iglesias en el siglo XIX y principios del XX, muchas levantados por las pujantes colonias irlandesa o italiana (profundamente religiosas), en la segunda mitad del siglo XX, la ola del laicismo en todo el mundo cristiano dejó muchos templos vacíos.
En los años ochenta y noventa, la Iglesia católica, seguida por las distintas iglesias protestantes, vendieron buena parte de sus inmuebles al mejor postor: a veces era un promotor inmobiliario que lo convertía en un bloque de apartamentos, pero otras el comprador prefirió guardar el "caché" que da tener una fachada poblada de crucifijos y santos.
Fachada engañosa
En algunas ocasiones, solo se ha conservado el caparazón para dar empaque a un edificio funcional: es lo que ha ocurrido con la sede de Fotografiska, el mejor museo de fotografía de Nueva York, construido en lo que un día fue la Iglesia de las Misiones, de estilo "renacimiento-revival" y levantada a fines del XIX.
Hoy, a excepción de los muros exteriores, con su ventanas cuadradas o de medio punto, todo el espacio interior (1.300 metros cuadrados) responde a las necesidades de un museo moderno, salvo por un pequeño secreto guardado exclusivamente para los socios: el Chapel Bar, una antigua capilla donde el retablo sirve de estante de bebidas alcohólicas que se sirven por la ventanilla de lo que una vez fue confesionario.
En todo caso, el empaque del edificio, en plena Sexta Avenida, llama mucho la atención, y no por nada la famosa estafadora Anna Delvey (que ha merecido hasta una serie en Netflix) intentó comprar el edificio para montar ahí la sede de su "fundación" donde se iban a dar cita lo más de lo más de la élite artística neoyorquina.
Teatros y conciertos
Pero la segunda vida más frecuente de estos antiguos templos ha sido como teatros o salas de conciertos, gracias a sus buenas condiciones acústicas y al particular decorado compuesto por los rosetones, las vidrieras o las ventanas ojivales, abundantes en el estilo neogótico que tan en boga estuvo en Nueva York en el siglo XIX.
El Teatro de Saint Climent´s o el Harlem Parish son algunos de estos templos cristianos convertidos en salas multiusos: lo mismo se presenta un libro que un perfume, o se asiste a una obra de teatro, o a un concierto de flamenco, o sencillamente se cierra para una fiesta privada a quien quiera agasajar a sus amigos en un espacio inolvidable.