Mejillones: Turismo sustentable y gran biodiversidad encantan a visitantes
TURISMO. Mercurio de Antofagasta realizó un tour para dar a conocer las bondades de la biodiversidad que habita en la península de Mejillones. Ballenas, lobos de pelo fino, aves, delfines y marsopas son parte de la enorme riqueza de la fauna del lugar.
"Ustedes conocen el lado de allá (apunta al sector industrial) pero yo les voy a mostrar allá (apunta a la Punta de Angamos)". Jorge Cabrera y Gabriela Rocuant se paran en la lancha frente a los turistas para iniciar la expedición por la bahía de Mejillones, ubicada a 65 kilómetros de Antofagasta.
Son alrededor de 20 visitantes, la mayoría de la capital regional, quienes se mueven de un lado a otro por el vaivén del agua. Son las 09:00 horas y comienza la expedición.
A casi 20 minutos de haber iniciado el tour, se avista la primera especie: un pingüino de Humbolt, un ave no voladora que habita en el Océano Pacífico, específicamente en la costa de Sudamérica.
Las personas sacan sus cámaras, el operador turístico apaga el motor de la embarcación y se escuchan los sonidos de un gaviotín chico, especie protegida y que nidifica en Mejillones. "Ellos emiten un ruido parecido al de la bicicleta, por eso es que puedes identificarlos fácilmente", comenta Cabrera, uno de los socios de la empresa 'Turismo Buena Aventura', a lo visitantes.
El recorrido continúa y rápidamente se asoma el lomo de una marsopa, especie de cetáceo muy común en la bahía, pero que suele esconderse cuando escucha el ruido de las embarcaciones, al igual que el Pingüino de Humboldt.
A los metros de la marsopa, se ve a un lobo de mar flotando, está muerto. Encima de él se observa un petrel gigante subantártico, una especie muy poco común de ver en Mejillones o Antofagasta y más aún en ese estado de plumaje. Tiene dos picos y es carroñero. "Solo el 5% llega a este estado de madurez", comenta José Carrera, uno de los visitantes. Las personas quedan sorprendidas y no dejan de mirar la escena. Algunos sacan sus cámaras y otros graban con sus teléfonos.
La embarcación más conocida como "Poseidón", continúa con el recorrido. El mar calmo con el que comenzó la expedición cambia abruptamente. "Ya estamos navegando en mar abierto, acá nos vamos a mover un poquitito más", indica Gabriela. Algunos se marean, otros no. Un azar inexplicable.
A las seis millas y media de haber navegado, se escuchan rugidos de lobo de mar. Cientos de estos mamíferos están instalados en "las loberas", lugar en el que también habitanpingüino de Humboldt, chungungos, nutrias, aves, entre otras.
"Esto es como un documental en vivo y en directo", dice sorprendido uno de los turistas, quien viajó desde Antofagasta para vivir la experiencia. Los lobos se rugen entre ellos, se empujan con las aletas hacia el mar. Otros caen o toman sol. Los pingüinos, en cambio, parecen convivir de manera pacífica entre ellos.
Alrededor de las 12:00 horas, Gabriela indica que hay que afirmarse porque el viaje continuará mar adentro con el propósito de conseguir un avistamiento de ballenas, especies que viven en la bahía de Mejillones y que son estudiadas por científicos y alumnos nacionales e internacionales. Hace pocos días se firmó la creación de una nueva ruta marítima destinada a evitar el riesgo de colisión y cautelar la integridad de los cetáceos que habitan y transitan por la bahía.
"Si ven un soplo o una aleta deben decirnos porque los picos de las olas pueden confundirnos", dice Gabriela. A partir de ahí, todos guardan silencio tratando de divisar alguna señal. Sin embargo, lamentablemente, no hubo avistamientos en esta jornada. "Esto es a la suerte", nos dice. Como especie de premio de consuelo, entrega un folleto donde aparecen las especies que habitan en el lugar. Frecuentemente se pueden ver dos especies: la ballena de aleta y la ballena jorobada. Y al menos una vez al año, llegan ballenas azules y ballenas bryde.
Durante toda la experiencia, sin embargo, los visitantes pueden divisar un conjunto de aves costeras, entre ellas, el gaviotín chico, piquero, sarapito, garumas y gaviotas.
Playas
Son cerca de las 12:30 horas y ya es hora de volver hacia el interior de la bahía y conocer aquellas playas recónditas que esconde Mejillones. Algunas son de acceso a pie y otras mediante una embarcación. La primera en visitar es la playa de Punta Cuartel (más conocida como Punta Rieles), uno de los destinos más cotizados por los visitantes, sobre todo por el color del agua y por el acceso vehicular con el que cuenta.
El recorrido continúa con Playa Blanca, Los Robles, Quebrada de la Viuda, Ancora y La Rinconada. En el trayecto llama gran atención los restos de ballena muerta. Según informan los guías turísticos, no tenía más de siete metros de longitud y tenía marcas de cabo alrededor de su cuerpo.
"Es lo que queda. Estuvo mucho tiempo acá, hasta que finalmente le hicieron la autopsia", manifestó Jorge Cabrera.
Experiencia
Jorge Rodríguez es ingeniero y es de Antofagasta. Fue con un grupo de amigos a vivir la experiencia, la que encontró a través de Instagram.
"La ruta que tuvimos fue hermosa. Nos contaron la historia de Mejillones y su biodiversidad. Como antofagastino tienes la concepción de que en Mejillones es Romané o las industrias, pero acá hay mucha historia", comentó.
También valoró el trabajo del rescate patrimonial y lo que hacen los operadores turísticos en la zona. "Espero que apoyen este tipo de iniciativas. Aquí hay un contraste bien notorio con las empresas y debe haber un fortalecimiento público y privado para mantener esto", aseguró.
Yaniol es cubano y conocía Mejillones por trabajo. "No tenía idea la vida que hay acá. Hay mucha historia y eso llama mucho la atención. Conocía este tour porque una amiga hizo su tesis con el avistamiento de ballenas. Esta zona tiene mucho potencial y es una fuente de ingreso futura para la región", comentó.
Dijo que "es una zona que no está siendo explotada y deben hacerlo. Las loberas es como ver un documental en vivo. Recomiendo mucho esta actividad, sobre todo que se viene el verano. Ojalá hayan más opciones y que haya una regulación para el cuidado de la naturaleza".
Melany Ocaranza es docente. Conocía Mejillones porque toda su familia pertenece a la zona. "Me gustó mucho el desafío de los jóvenes en potenciar el turismo. Había una deuda con esta zona porque se potenció el área industrial y no la biodiversidad, ahora veo que eso ha cambiado", manifestó.
Dijo que el tour le impresionó. "Las personas deben venir a Mejillones, acá hay mucho que conocer y explotar. Es uno de los puntos a nivel nacional que tiene las mejores playas, son realmente hermosas".
Turismo
Jorge y Gabriela son dos jóvenes que trabajan junto a fotógrafos y audiovisualistas para concretar el sueño de mejorar el turismo en la comuna.
"Para nosotros realizar turismo en Mejillones es muy importante ya que damos a conocer a las personas que toman nuestros servicios la gran biodiversidad que existe en la comuna, que conozcan y puedan disfrutar de las playas mas lindas del norte de nuestro país".
Agregan que "se puede vivir del turismo, se puede cuidar nuestro medio ambiente y por ende necesitamos apoyo de todos sobre todo para proteger nuestra bahía y que Mejillones deje de ser zona de sacrificio. Se puede impulsar muchísimo más el turismo y que éste sea el sustento de muchas familias de la región".