Correo
Brecha de género
Las mujeres han sido el soporte silencioso de la crisis y también las más golpeadas en términos de empleo e ingresos: las actuales brechas de género en lo laboral y en educación podrían costarle a América Latina un 14% de su PIB per cápita en las próximas décadas.De acuerdo con las encuestas realizadas por el Banco Mundial durante 2020-2022, en 13 países de la región al inicio de la crisis, las trabajadoras tenían un 44% más de probabilidades que los hombres de perder sus trabajos. Y a medida que los trabajadores temporalmente desempleados han comenzado a reincorporarse al mercado laboral, la pérdida de puestos de trabajo persistió más entre las mujeres: el 21% de las mujeres ocupadas antes de la pandemia reporta haber pedido su trabajo.
A eso debemos sumar como factor estresor, la sobrecarga de las labores domésticas y de cuidado y el riesgo a perder la autonomía económica, en donde quedarse en casa duplicó e incluso triplicó la carga de trabajo de las mujeres, dejándolas en un estado de demanda permanente, dificultándoles diferenciar los horarios laborales de los familiares o derechamente dejándolas fuera del mercado laboral, sufriendo ellas las consecuencias con mayor impacto.
Dicho impacto no fue solo evidente desde los económico, sino que sostuvo el escenario perfecto para el deterioro de su salud mental, así como también los problemas relacionados al sueño estuvieron vinculados a la fragilidad económica de las mujeres en Chile. En comparación a los hombres, durante la pandemia, las mujeres perdieron más sus empleos y experimentaron caídas relativas en su ingreso de manera más frecuente.
Las cifras y el estado actual de miles de mujeres presentan un panorama preocupante en vista de disparidades de género en salud mental ya acumuladas previo a la pandemia. Datos a nivel nacional del 2017 muestran que la prevalencia de síntomas depresivos era de 23% entre las mujeres, y 13% entre los hombres.
La salud mental debe ser parte integral de toda respuesta sanitaria. Es un derecho humano universal y, como tal, debemos integrarlo de manera transversal, sobre todo en las políticas públicas.
Carla Fica Chueca Académica Trabajo Social. U. Santo Tomás
Constitución
Un cambio de la Constitución Política no resolverá los problemas que afectan a los chilenos, puesto que la solución de ellos no depende de la Carta Fundamental, sino que de buenas políticas públicas establecidas por gobernantes virtuosos, eficientes, realizadores y promotores del bien común.
Si eventualmente fuese promulgada una nueva Constitución y transcurridos un par de años desde su entrada en vigor nos diésemos cuenta de que todo sigue igual o peor, ¿volveremos a iniciar un nuevo proceso constituyente?
Adolfo Paúl Latorre
Consejo de DDHH
Fue electo Chile al Consejo, renovado en un tercio por tres años y compuesto por 47 Estados, por la Asamblea General de la ONU, con 144 votos (Grupo A. Latina y el Caribe), junto a Costa Rica con 134 votos. No se reeligió a Venezuela (88 votos). Los otros Grupos Regionales, eligieron a: Sudáfrica y Argelia (África); Bangladesh y Maldivas (Asia); Georgia y Rumania (Europa Este); Bélgica y Alemania (Europa Occidental). Le compete la promoción y protección de los Derechos Humanos en el mundo. Una gran responsabilidad pues no siempre lo han integrado los más idóneos, como la propia Venezuela, Cuba, Irán y otros que, lejos de cumplir y hacer cumplir estos derechos esenciales, tienen graves acusaciones de violarlos. Un desprestigio para el Consejo y la Organización, que muestra signos de corrección. Postulan para protegerse más que fomentarlos.
Ha sido un logro para nuestra política exterior, que priorizó dicha postulación y postergó otras en su obtención. Coincide con nuestras preferencias gubernamentales, si bien habrá que tomar decisiones y clarificar posiciones, en temas de alta sensibilidad política y humanitaria, especialmente ahora, en que se confrontan las grandes potencias y se agrupan los países en bloques que cuestionan y desafían el sistema internacional, particularmente el mantenimiento de la paz. Habrá presiones políticas y de todo tipo, y deberemos decidir entre mantener posiciones de principio, o actuar caso a caso y con pragmatismo, según nuestros intereses. Nada fácil, pues vendrán múltiples ocasiones para demostrarlo.
Igualmente, habrá tensiones locales, de apoyo o rechazo a regímenes regionales y mundiales que no desean integrar la lista de acusados de violar los derechos fundamentales, y que también buscarán el apoyo o condena, produciendo divisiones inevitables. Una vez más nuestra acción exterior y su posicionamiento interno, serán puestos a prueba. La defensa de los Derechos Humanos debe primar, sin distinciones.
Samuel Fernández