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Briones advierte que el país podría perder miles de millones en el futuro si no aborda ahora el ausentismo escolar.
el país no se hicieron cargo de arreglar esto tan evidente.
-¿Y cómo se hace?
-Hay varias experiencias en la materia porque esto ha sido un daño grande en varios países. Ahora, cuando uno mira los países europeos, allí sí que se cumplió la máxima de que los colegios son los últimos en cerrar y los primeros en abrir. Basta ver la estadística, los datos de la Unesco para entender que en Chile cerramos demasiado tiempo. Pero eso ya fue, ya cerramos, ahora hay que recuperar. En Estados Unidos, donde hay recursos, hay un plan, hay una red de tutorías para apoyar. La iniciativa que uno recoge al revisar la experiencia internacional tiene varios elementos en común. En primer lugar, hay esfuerzos por ampliar la jornada, cambiar currículums, de forma tal de recuperar los aprendizajes básicos que se perdieron, pero todo esto previo a haber medido. En segundo término, hay iniciativas para atraer alumnos que han desertado que tienen baja asistencia y que es un problema que tenemos en Chile también. Con distintas iniciativas que van desde bajar los costos del transporte, mejorar los apoyos alimenticios, de forma tal que los padres tengan mayor preocupación o más incentivos para mandar los chicos al colegio. Toda una campaña de concientización de los daños que implica no hacer esto. Hay una batería de herramientas y por último en casos como Inglaterra han designado autoridades a cargo de este plan de emergencia. Igual que ocurre con cualquier emergencia, hay un responsable claro, un plan nítido. En Chile no la estamos realmente abordando a la altura del desafío y nos va a costar carísimo. Nos vamos a arrepentir por mucho tiempo si no nos ponemos al día con esto.
-La gran duda es si el mundo político está disponible para hacer acuerdos. Ya se habla de una acusación constitucional contra el ministro Ávila.
-Yo separaría los planos. Creo que en la educación como en la delincuencia son áreas fecundas para que exista un acuerdo político. Yo creo que sí, porque delincuencia es la principal preocupación ciudadana. Hay que pensar en los ciudadanos, no en los partidos ni los gobiernos. Me cuesta pensar que en un área como la de la emergencia o el terremoto educacional haya quien se oponga. Pero creo que el primer llamado es desde el Gobierno. Ahora, yo separo las discusiones de las dificultades de llegar a acuerdos en cuestiones legislativas, pensando en la reforma de pensiones y otras, que es un problema mucho más estructural, que es el gran problema de Chile hace bastante tiempo, que es de gobernabilidad. Tenemos un fraccionamiento, una fragmentación de la política muy severa, de que hay 20 partidos con representación en el Congreso, varios otros que se han anunciado en formación, y la verdad es que necesitamos menos partidos, no más. Y más fuertes, más robustos, con buenos incentivos a cooperar y llegar a acuerdos. Porque, entendámoslo bien, sin acuerdos no hay reformas. El mejor ejemplo es la reforma de pensiones, que lleva tanto tiempo en discusión; hemos fracasado en dos intentos. Vamos al tercero y está súper difícil, porque no somos capaces de lograr acuerdos sobre las cuestiones sustantivas, porque lo que prima son las reglas del sistema político actual, subrayo las reglas, es la pelea y el combo, tu derrota es mi victoria, pero eso suma cero y nos impide avanzar y la ciudadanía se cansa de ver eso y ve a la política en un mundo paralelo.
-Pero cuando el sistema era menos fragmentado, tampoco se pudieron hacer reformas estructurales.
-Nooo, perdón, en esos 20 años que estuvo el sistema binominal, tuvieron sus vicios, sus problemas, pero es un sistema que fomentaba los acuerdos y se produjeron muchísimas reformas. Lo que pasa es que la idea que ha instalado la izquierda radical es que estos fueron 30 años, 30 pesos, pero bajo la métrica que usted quiera medirlo, los 20 primeros años del retorno a la democracia fueron los mejores de nuestra historia tanto en lo económico como en lo social, sin que ello signifique fue que perfecto ni mucho menos.
-Entonces usted no es partidario de dejar de lado lo constitucional, como han señalado algunos.
-Absolutamente. Los que argumentan aquello cometen un profundo error conceptual y político. Conceptual porque videntemente dar continuidad al proceso constituyente bajo el formato que sea, no implica en caso alguno desentenderse de las prioridades ciudadanas que con justicia reclama la gente; y creo que es un error político porque si uno no cierra este tema y no lo cierra bien, y ahora hay una oportunidad de cerrarlo bien, en un formato distinto, sin repetir los errores del desastre que fue la Convención, van a haber radicales que van a reflotar y reflotar este tema en el futuro. Cerrémoslo, rápido y bien, y pasemos a discutir los temas país más relevantes y particularmente con una mirada de mediano y largo plazo.
-En lo estructural ya hay dos reformas avanzando. ¿Están bien encaminadas?
-Es innegable que Chile tiene que ir recaudando cada vez más, porque tenemos demandas sociales que financiar. La PGU (Pensión Garantizada Universal) es un ejemplo, que tiene que recaudar más porque acá las opciones son dos: o las financias de forma responsable o en forma irresponsable. La irresponsable es a punta de deuda. Pero sabemos cómo termina eso. Yo prefiero la forma responsable, que si usted va a tener gastos permanentes, tiene que allegar ingresos permanentes. Esos son impuestos por un lado, pero también es aumentando el gasto público por el otro.
-¿Cómo evalúa la gestión del ministro Marcel?
-Tengo una buena impresión de la gestión del ministro, porque creo que primero es una garantía de responsabilidad fiscal que me aparece fundamental. Hoy me alegra ver que hay una acuerdo transversal respecto a la importancia de la responsabilidad fiscal. No hay peor política social que gastarse lo que uno tiene y después tener que cortar los programas. Eso es lo peor del mundo. Entonces, lo que destaco es el tono, el ministro es una persona pausada, dialogante, no se exacerba, evita la pelea pequeña, yo creo que eso es muy importante para lograr cosas. El ministro tiene capacidad de diálogo y una forma de expresarse que a mí me parece muy bienvenida sobre todo en el espectáculo de la política que tantas veces vemos que parece que el que más grita, la lleva. Así, que tengo una buena evaluación. Por supuesto hay cuestiones que discrepo de lineamientos del Gobierno, en materia de tipo previsional, la reforma tributaria, y cuestiones no menores, pero bueno, cuando uno es ministro le toca también conducir un programa, articular distintos actores.
-¿Será candidato presidencial nuevamente?
-Hay tanto espacios para contribuir, pero nunca me ha animado buscar un cargo, para nada. Las cosas siempre han ocurrido como consecuencia de lo que he hecho en la vida. A mí no me interesa andar buscando cargos políticos, candidaturas, yo hago las cosas por convicción, por motivación y no por un afán de beneficio personal. Me siento mucho más cómodo donde estoy hoy día, me gusta mucho la universidad, reflexionar, pensar, participar del debate público. Por supuesto el día de mañana hay cosas que no están en el radar de uno que pueden pasar y eso es lo que ha pasado siempre en mi vida y uno la abraza con esa voluntad de aportar. Mire, estamos en un momento histórico. A veces se nos olvida esto. Luego del resultado del plebiscito con el 62% nos salvamos, porque creo que nos salvamos de una grande y uno dice "ya, relajémonos", y como que aquí no ha pasado nada. Pero no nos olvidemos estamos en medio de un libro de historia. Nuestros hijos nos van a preguntar dónde estaban ustedes, qué pasaba, qué hicieron y yo creo que este momento es histórico, aunque el día a día nos lo oculte, porque tenemos otras preocupaciones. Tenemos que contribuir a su solución y nunca dejar de mirar el horizonte, el futuro, esa es mi invitación a salirse de la mirada corta y mirar la larga, y en esa mirada larga siempre estaré disponible, pero como decía, no he perseguido la ruta lógica de una candidatura. Mi interés es contribuir desde las ideas y estar disponible para aportar lo que pueda, con una crítica firme, pero siempre constructiva. Con propuestas.