A las Mujeres de la Arquidiócesis de Antofagasta
Arzobispo de Antofagasta y Gran Canciller UCN
Ya al iniciar el año pastoral 2023, celebramos otro 8 de marzo, y con ello rememoramos a tantas mujeres que en la historia han abierto camino en medio de las contrariedades sociales que han tenido que experimentar. Como en años anteriores, aprovecho la ocasión para agradecer a todas ustedes y también a aquellas que las precedieron en el camino de la vida y de la fe.
Hacer memoria del origen de esta conmemoración, me lleva a reflexionar sobre lo difícil que ha sido y sigue siendo para ustedes, en todo ámbito de la vida, convivir con las desigualdades. El día internacional de la mujer nos tiene que hacer pensar como Iglesia de los muchos espacios que necesitan de su presencia, de su aporte y de fuerza.
Reconocer que aún tenemos mucho que avanzar en este deseo, es un paso hacia una convivencia más humana, más justa y más evangélica. Cada año pienso en ustedes, mujeres de fe: en sus vidas y su misión en la iglesia. En sus comprensiones pastorales y relacionales de las que aún tenemos mucho que aprender. Claramente el camino sinodal nos da más luces en este sentido. Se nos invita a escuchar, a acoger y a caminar juntos, que nadie quede en los márgenes, que nadie quede sin voz.
En nuestra diócesis hemos asumido, en las orientaciones pastorales, tres verbos que esperamos, den dinamismo a nuestra experiencia de fe: "salir, acoger, formar". Me atrevo con cariño a pedirles que pongan su empeño creativo en impulsar estas acciones. Ustedes que, hasta en las exigencias más pequeñas de la vida, saben salir de sí mismas para ir solidariamente hacia otros; como María de Nazaret en las bodas de Caná y que anunció la hora de su Hijo. Ustedes que, en este camino nada fácil en la sociedad y en la Iglesia, se convierten generosamente en cuenco que acoge; en una Betania de humanidad como amigas de Jesús y de sus hermanos y hermanas de camino. Ustedes, que siempre están para dar vida a nuestras comunidades, a nuestras pastorales, a nuestro caminar. Son una presencia que sostiene y anima, son como la roca donde se construye vida eclesial. Ustedes se trasforman en formadoras para tantos a su alrededor. Son escuela viva de la fe en Aquel que sostiene sus vidas.
Nuestra diócesis necesita de ustedes más que nunca, no dejen que como Iglesia nos cerremos al futuro, que nos paralicemos por los temores y resistencias a lo que Espíritu nos pide hoy, no dejen que la Iglesia envejezca mirándose a sí misma. Salgan al encuentro de los jóvenes, de los niños, de los que más las necesitan y recuérdennos cada cierto tiempo, que no solo son más numerosas en la Iglesia, que tenemos que avanzar en mayor igualdad, sino que están para protagonizar en este tiempo de la historia el caminar sinodal que nos lleve a transfigurar el rostro y la vida de nuestra Iglesia.
Mi gratitud siempre con ustedes por su testimonio de fe y por su entrega en la Iglesia y en la sociedad. Que el Dios de la vida les de sabiduría y fuerza para ser mujeres de fe firme y alegre esperanza.
Les bendigo con afecto de pastor.
Ignacio Ducasse Medina