El hilo y el palo
Antofagasta tiene dos monumentos a la desidia, a la abulia y a la vergüenza. Y están juntos, para mal de males, lo que agrava la situación, por supuesto.
Es lo que mi nieto no tardó en definir como "El hilo y el palo", cuando caminábamos entre el Muelle del Ferrocarril y el Terminal Pesquero. En verdad es deplorable el estado en que se halla el desmejorado "Hilo de Agua", con que la ciudad intentó reconocer la importancia vital del líquido, en estos desérticos parajes. Es un andrajo que refleja inoperancia y desprecio por la estética de ese sector costero. Recordemos que dejó de funcionar a solo días de su pomposa inauguración. Y como era de esperar, el apetitoso metal rojo, de su base, fue arrancado por los facinerosos de siempre.
Y allí está, sin que nadie se preocupe ni intente nada, para cambiar ese estado. Todos le hacen el quite a abordar el asunto.
Lo propio sucede con ese enorme mástil, empotrado unos metros al norte del monumento anterior. Luego de deshacerme en explicaciones, mi nieto lo señaló como "el palo de la bandera", con esa inocente simpleza del lenguaje infantil. Ni hablar del pabellón, que hace unos años, flameó en dicho mástil… ¿Alguien sabe dónde está? ¿Se conoce quien lo guarda? ¿Quién tiene la responsabilidad de izarlo en fechas significativas de nuestras efemérides? ¿Estará la driza en condiciones de sostener el pabellón, luego de tres años expuesto al sol? Tampoco, nadie responde, nadie se hace responsable y ante la consulta, surge el manido "A mí no me corresponde". Es que en esto de "tirarse la pelota", los chilenos tenemos ganada la medalla olímpica… Y nuestras autoridades son las que "las llevan", sin duda.
Lastimosa y vergonzosa es la desidia municipal. Muchos concejales están dados a las acusaciones los unos contra los otros, dando un pobre ejemplo de lo que debe ser su gestión. Se nutren de cahuines, pelambres, dimes y diretes, sin concentrarse en hacer ciudad, buscar mejoras, hallar soluciones, sin preocuparse por aquello que hace bien a Antofagasta.
¿Qué tan antofagastinos son nuestros concejales…? ¿Qué tan honestos son?
Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista