Las barras bravas y su espiral delictiva
Mayoritariamente jóvenes son los que se agrupan bajo los colores de un club deportivo y liberan sus angustias, rabias y necesidades cometiendo vandalismo y delincuencia. Si bien este tipo de hinchada no es más que el reflejo de una sociedad violenta, es necesario poner especial atención como se hizo en otros países que controlaron con éxito a estas agrupaciones
Hace poco un equipo de periodistas deportivos se preguntaba respecto a las razones que tuvo el gobierno para no poner un foco específico en el vandalismo y delincuencia que proviene de las barras bravas de equipos de fútbol. Aseguraban que debió ser incluido en los planes antidelincuencia que liderará el aparataje estatal en distintas comunas del país.
Y esta posición se entiende si analizamos los últimos acontecimientos ocurridos al interior de los estadios del país y en sus inmediaciones. De hecho, las sanciones hacia los clubes se repiten cada fin de semana, sin que ello logre mermar los hechos de violencia.
Una situación que pareció incontrolable, tras publicarse las imágenes de un cortejo fúnebre que ingresó hasta el mismo estadio Monumental, sin la autorización del club. Pese a que allí no hubo violencia, fue precisamente porque no hubo resistencia de parte de los guardias de seguridad del recinto, porque el objetivo era ingresar a cómo diera lugar, para cumplir la última voluntad del hincha de Colo Colo.
Parecía surrealista, pero lo que sostiene a este tipo de agrupaciones es un código que los lleva hasta los extremos, primero para liberar su ira contra la sociedad y segundo por los colores del club que los une.
Siguiendo con la cavilación de los comentaristas, es muy posible que desde el gobierno se piense que el plan Estadio Seguro es suficiente para controlar a estos barristas. La experiencia nos pone los pies en tierra y nos hace coincidir que poco es lo que se ha avanzado.
El vandalismo y la delincuencia siguen. Y, claramente, requerirá de una intervención mayor.
Ya lo dijo el expresidente de la ANFP, Harold Mayne Nichols, quien criticó con dureza los resultados de esta plan, que a su juicio, lo único que ha logrado es alejar a los buenos hinchas desde los estadios. Y no sólo por temor, también por la sensación de impunidad que impera, debido a que sobre ellos cae el peso de las restricciones mientras que los barristas gozan de una extraña impunidad.
Si bien este tipo de hinchada no es más que el reflejo de una sociedad violenta, es necesario poner especial atención como se hizo en otros países que controlaron con éxito a estas agrupaciones. Y todo se basó en sofisticar los sistemas de vigilancia en los estadios y aplicar penas ejemplarizadoras a quienes rompen la tranquilidad en los estadios y alrededores. Es posible.