Ascensión de valores
No sólo de constituciones vive el hombre. Hay otros asuntos, trascendentales, que nos deben interesar, y de los cuales pretendo ocuparme someramente en esta columna.
A medida que avanza la crisis de valores por Occidente, se va haciendo más patente la confrontación de ideas con muchas naciones orientales, sobre todo con aquellas que mantienen un patrimonio religioso, moral y cultural muy fuerte. No hay nada más peligroso para el mundialismo que estas arraigadas tradiciones, pues representan un verdadero "muro de contención" para la expansión del ideario liberal.
La ideología de gobierno liberal y "progresista" sugiere que puedes matar, robar, violar, y que no te afectará en nada porque eres migrante o eres pobre; hay que proteger tus derechos. Por este y otros motivos, el sistema liberal/progresista entró en un grave conflicto con los intereses de la abrumadora mayoría de la población y está enfrentando una crisis que podría ser terminal. Ciertamente, hay un trasfondo de verdad en todo esto que hoy es patente, y que debe preocupar a quienes creen en la democracia y la libertad.
Muchos pensarán que las grandes corporaciones, la banca, la industria, las nuevas tecnologías y el genio creativo son aún demasiado poderosos en Occidente, lo cual le otorgaría a Estados Unidos y Europa una ventaja fundamental en la carrera por mantener el poder mundial. Pero ese genio tiene pies de barro y está siendo carcomido por su propio cáncer, que no es otra cosa que la entrega a un hedonismo materialista que corroe la mente y el alma (como viene sucediendo con la epidemia de los opiáceos, que se extiende por el territorio estadounidense y algunas naciones europeas). Este grave problema todavía tiene un largo camino por recorrer, y son los propios medios digitales de comunicación - con sus múltiples redes sociales, presentes y futuras -, los que se encargan de crear el caldo de cultivo para que el virus se expanda.
Hemos podido ver cómo, durante las últimas décadas, ha existido una acción psicológica persistente y bien dirigida a través de ellos, destinada a debilitar los valores, estilo de vida y patrones de comportamiento de las mayorías en todo lo relativo a la manera en que las personas se han relacionado tradicionalmente con lo trascendente. De esta manera, el ansia por los asuntos espirituales, que desde milenios se materializó en una convicción y esperanza que abría las puertas hacia la evolución del alma, hoy en día se canaliza hacia banales telenovelas, realities groseros, juegos computacionales, una lista interminable de aplicaciones innecesarias para los teléfonos celulares, y por cierto el exceso de comida, sinónimo de gula. Exagerado materialismo, que sin embargo encuentra fuertes grados de resistencia en el mundo del Islam, que es precisamente donde se guarda lo que sería el mayor acervo religioso y moral de la humanidad, junto con el hinduismo y otras creencias orientales.
Actualmente, existen naciones en Oriente donde se está "criando" al ser del futuro. Este será un individuo que permanecerá ajeno a los avatares y vicisitudes del entorno material - alejado, por cierto, de las debilidades y tentaciones físicas -, dedicando su tiempo a los asuntos de gobierno y al bien común, a través de un potenciamiento del espíritu. Entiendo que puede resultar difícil para nuestra mentalidad occidental comprender y aceptar el paradigma metafísico que entraña la situación antes planteada, pero no así para los habitantes de esa vasta zona geográfica que va desde Irán hasta el Lejano Oriente, incluyendo partes de Asia Central, India y sectores tradicionales de China. Desde allá vendrán los cambios más importantes para la humanidad, para su futuro ascenso en la escala de valores.
José Miguel Serrano
Opinión
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No hay nada más peligroso para el mundialismo que estas arraigadas tradiciones, pues representan un verdadero "muro de contención" para la expansión del ideario liberal.
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Economista Universidad de Columbia