Escribir de las cosas de la tierra
En diciembre de 1938, en una revista de la Escuela de Minas, los antofagastinos leyeron el cuento "On Ramo". Su autor era el profesor Mario Bahamonde Silva. A la fecha han transcurrido 85 años. Datos tan escuetos, quizás sorprendan a lectores de la actual Antofagasta. Pero no podrían impactar a alguien que recuerde a ese Bahamonde tempranamente reconocido como: "El cuentista del Norte".
"On Ramo" fue para la literatura, en su condición de personaje, un "enganchado" más y por temática, un fiel ejemplo del "empampado" envejecido y respetado como el auténtico símbolo del pampino salitrero. En síntesis: un buen ejemplo de cuento nortino de la Vieja Pampa del Oro Blanco y excepto el haberse publicado al año siguiente en Puerto Rico (1939), luego pasó a un segundo plano, pues no se considera entre los que se han reunido para la cuentística de Bahamonde.
Bahamonde, por aquellos días, aspiraba a ser novelista. La década de los 40, la dedicó a escribir "En la pampa quedan las cruces", título que por décadas rondó en su cabeza. Esta, su primera contribución a la narrativa social, de la cual hay datos en 1943, es una interesante novela urbana que acontece en Antofagasta y con importantes sucesos sociopolíticos en Chuquicamata y Calama.
Tras una década en silencio, en 1950 se decidió a presentarla en un Concurso Nacional. Le cambió el título por "Puerto de embarque" y no resultó ganadora.
Para la vida cultural antofagastina, en poesía, los aportes de este autor - que ya eran significativos para sus seguidores--, se distanciaron. Sus artículos periodísticos, la publicación de sus investigaciones lingüísticas, sus antologías, su "Guía de la Producción Intelectual Nortina", sus ensayos, sus novelas, sus cuentos, lo acreditaron en las letras regionales.
"En la pampa quedan las cruces", permanecía guardada en una gaveta y en 1955, Bahamonde tomó unas pocas página que juzgó suficientes y significativas para publicarse con el título de "Huella rota", protagonizada por Rojo Muñoz, dirigente sindical de Chuquicamata. Esta "nouvelle" aún se lee con agrado y al hacerlo, he recordado el viejo volumen mecanografiado que conocí con título de "Puerto de embarque" o "Desde la tierra misma", porque si algo le interesó a Mario Bahamonde, fue, precisamente, "escribir sobre las cosas de la tierra" de esta, su tierra nortina.
Osvaldo Maya Cortés