Cada día con más asombro nos damos cuenta que para ser exitoso en la vida, no tan sólo se necesita de un buen cociente intelectual. Hasta hace unos años atrás se establecía que el nivel de éste, tenía una fuerte relación con el desempeño académico y el éxito profesional. Sin embargo, hace también algunos años atrás, lógicamente menos; se descubrió que la llamada inteligencia emocional de las personas juega un importante rol en la vida de todo ser humano, ya que nos ayuda a entender de que manera de un modo inteligente vemos nuestras emociones y nos permite la interpretación de los estados emocionales de los demás. Sustancialmente, este aspecto de la dimensión psicológica humana, juega un papel fundamental tanto en nuestra manera de socializar como en las estrategias de adaptación al medio en el que a diario nos desenvolvemos, ya sea en nuestra vida familiar, social y laboral.
Comportarnos con asertividad y autocontrol no necesita de un alto nivel cognitivo sino más bien de nuestra capacidad de empatía con las personas que nos rodean, en otras palabras reconocer efectivamente las emociones en los demás. Usar la palabra adecuada, saber guardar el debido silencio en el momento correcto, no precipitarnos en reacciones equívocas ante una situación difícil, nos van siempre a crear un ambiente social saludable. Enfocar nuestras emociones hacia objetivos y metas en vez de en los obstáculos, nos permite mantener siempre la motivación y un buen estado anímico.
Gracias a la capacidad de "automotivarnos" para lograr nuestros objetivos personales, laborales, familiares; y que sabemos nos benefician positivamente, podemos dejar de lado aquellos "temores sociales" injustificados que nos paralizan.
Está científicamente comprobado que una sincera y buena relación con los demás es una fortaleza imprescindible para nuestra felicidad personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral. Esto pasa también por tener la habilidad para saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas y cercanas, pero también con aquellas que la comunicación nos resulta más compleja por sus propias características personales. Las relaciones fluidas y claras, nuestra disposición a escuchar antes de prejuzgar, son la claves de la inteligencia emocional.
Controlar nuestras emociones, tarea que requiere de un esfuerzo personal saludable, nos brindará la oportunidad de poder interactuar con asertividad y mantener una mejor calidad de vida.
En este nuevo siglo, las habilidades interpersonales y la "gestión de las emociones", están generando un protagonismo clave para el éxito de cualquier tarea. Actualmente resulta impensable concebir, por ejemplo, un comercial de ventas que carezca de habilidades emocionales con los clientes. De nada sirven hoy en día manejar grandes conocimientos específicos y técnicos en las distintas disciplinas, si uno posee un deficiente conocimiento y control de nuestras emociones. Los seres humanos somos personas racionales pero ante todo emocionales.
"Cuando cambiamos el modo en que vemos el mundo, el mundo que vemos cambia también…"