"Es aburrido estar siempre leyendo cosas correctas"
A dos siglos de su publicación, se reedita "Liber amoris /O el nuevo Pigmalión", una novela corta sobre la intensidad amorosa del también autor de "El placer de odiar", William Hazlitt, traducido por Alfil Gómez.
Hablar de amor siempre equivale a caminar entre espinas. Dudas, celos, malentendidos constituyen el material de estudio del crítico británico del siglo XIX William Hazlitt, famoso por el ensayo "El placer de odiar", reeditado innumerables veces, que poco antes de su muerte exploró la novela con "Liber amoris", una suerte de memoria de su amor no correspondido por la joven Sarah, a quien conoció tras su divorcio.
"No puedo describir la debilidad mental a la que ella me ha reducido. Este estado de incertidumbre es como estar colgando en el aire de un delgado hilo: todas mis fuerzas se agotan en el esfuerzo de aferrarlo, y si llegara a cortarse ya no habría nada en el mundo en qué confiar", anota Hazlitt, traducido por el novelista y médico de estética facial Alfil Gómez ("Cordales"), para Libros de la Vorágine en Chile y España (allá salió el año pasado), quien afirma que se trata de "un autor muy esquivo, perdido incluso entre quienes estudian literatura inglesa".
El proceso, dice, duró "seis años, porque la gran complejidad que tiene este texto es que nunca había sido traducido al español. Además lo dejé botado mil veces porque es un poco insufrible el personaje de Hazlitt, pero inevitablemente uno quiere saber cómo puede llegar más bajo, esa relación de amor y odio hacia él me mantuvo".
-¿Por qué traducirlo ahora?
-Porque en la literatura en general pocas veces se encuentran hombres heterosexuales, cisgénero, que sean tan descarnados consigo mismo, tan masoquistas.
-¿Como Søren Kierkegaard ("Diario de un seductor")?
-Si bien era un romántico empedernido, no sé si era tan autoflagelante, (el filósofo danés) es más zorrón. Entonces esa desnudez, esa fragilidad de Hazlitt, me parece que puede ser súper actual, nuevas masculinidades se pueden ver representadas.
-Pero es bien incorrecto a los ojos del hoy. Y quizás a los del siglo XIX también.
-Es que dentro de cada uno no sé si existe una corrección política, eso es hacia afuera ¿quién puede controlar lo que pasa dentro de uno? Es lo que pasa nomás, entonces "Liber amoris" es un ejercicio de honestidad y exposición brutal, que lo llevó a la enfermedad y a morir siete años después de publicarlo.
-Cuando se editó "Liber amoris" se produjo un escándalo moral ¿crees que ahora podría pasar lo mismo?
-Sería estupendo, ¿no? (Ríe). Al lanzamiento fueron varios estudiantes de literatura, de alrededor de 20, 21 años, y hacían esa pregunta: "¿Este tipo tan funado por qué publicarlo (de nuevo)?". Yo creo que siempre el arte y la literatura están más allá de lo que está en boga, entonces la pregunta sería "¿por qué no?" Es aburrido estar siempre leyendo cosas correctas.
"El placer de odiar" es quizás el texto más conocido de Hazlitt hasta hoy, pero "su prosa ensayística es distinta a esta novela corta. Es ácida, pesada, snob, cínica. 'Liber amoris' es algo raro en su obra, donde también es citado como crítico, una especie de Harold Bloom de su época, pero hoy está perdido y la idea es recuperarlo", dice Gómez, cuya editorial incluye en su catálogo a "Don Juan de Kolomea", de Leopold von Sacher-Masoch, referenciado como "el padre del sadomasoquismo".
-Hazlitt cuestiona qué es el amor y qué lo diferencia de la locura.
-Es una cuestión muy juvenil, como Manu (el narrador) en "Cordales", pero también hay locura en un colegio de niñas. Creo que la corrección política no puede dictar cómo la gente tiene que querer, ese es el problema: una cuestión ultra elitista que trata de imponer sobre la población una forma de hacer las cosas, de entender, de querer. Sin embargo, la gente sigue escuchando canciones de Arjona o narco corridos. Creo que levantamos la literatura como algo de círculos cuando quizás no debería ser tan cerrada. Ante el peligro de convertir la literatura en algo totalmente aburrido, es mejor tomar algunos riesgos y ver qué pasa.
-Hoy entras a una librería y lo primero que ves es literatura juvenil.
-Sí, pero ¿cómo los sacas de Harry Potter? De ahí pasas a Stephen King y es muy difícil que llegues a Hazlitt (ríe), aunque a las señoras que leen a Megan Maxwell les puede parecer interesante.
-¿Tus clientas que van a ponerse bótox te compran libros?
-Sí, llegan a eso (ríe). Quiero armar una biblioteca en la clínica.
-¿Piensas que los celos, que tan a flor de piel tenía Hazlitt, son vulgares?
-Técnicamente son de mal gusto, pero es imposible evitarlos. Esto es lo que me parece raro de su obra: a los 24 años recuerdo que amaba como Hazlitt, pero no me puedo imaginar haciendo lo mismo ahora a los 42. Ese es el tema, que vamos perdiendo la capacidad de amar, te da pudor, vergüenza, uno no quiere tirar todo, tiene más cosas que perder y este tipo va y larga todo, entonces si se va a amar de esa forma creo que un poco de celos está bien.
-¿Existe el amor sin celos?
-Imposible. El amor es posesión, decir "te quiero" es poseer.
-¿Cómo ves el poliamor o las relaciones abiertas?
-No creo que sean de verdad, siempre hay uno que llora el fin de semana. Se sufre el doble, hay que escuchar el doble. Me encantaría que el poliamor fuese más común, pero encuentro mucho más adulto un swinger.
-Pero ahí no hay sentimientos.
-¿Y para qué quieres tantos sentimientos? Las relaciones son muy complicadas, no estoy seguro de que se pueda amar a más de una persona a la vez. Hay deseo, pero es algo distinto a entregarse. El poliamor y todo eso creo que son formas de inseguridades, aunque me encantaría ser poliamoroso. Sin embargo, no creo que se pueda amar a varios a la vez con intensidad, locura… El amor es una obsesión, una forma de enfermedad. Hay que ser muy hippie para estar amando a tantos al mismo tiempo, no es real, hay un narcisismo ahí. Se puede amar a muchas personas en la vida, pero una a la vez.
-¿Crees que actualmente hay una política del libro?
-No. Me refiero a las lecturas que son más menos obligadas, siempre son lecturas de la memoria, hay un guión medio armado. La literatura antes de convertirse en patrimonio de la izquierda era un lugar donde podías encontrar todas la ideas, un lugar de experimentación, de lucha. Con la corrección política hay una sola historia y, sin ser de derecha, me parece que es interesante que existan otras lecturas, como un autor como Hazlitt que escriba un libro tan descarnado y violento a la vez… Puede ser chocante, pero, insisto, el tema es la corrección política, aunque también puede convertirse en un campo de experimentación.
Alfil Gómez, traductor del libro, es también autor de "cordales".