Hernán Rivera Letelier: "El día que deje de escribir, me muero. Vivo sólo para escribir"
LITERATURA. "La vida oculta de un escritor" es la nueva obra del Premio Nacional, que este año también verá en la cartelera del cine internacional otro de sus libros, "La contadora de películas".
"Escribo todos los días, pero no tengo horario. Este libro, 'La vida oculta de un escritor' se me ocurrió yendo a botar la basura. Pero, ¿te digo una cosa? Cuando empecé a escribirlo no tenía idea qué estaba haciendo, si una novela o un ensayo o unos cuentos. Pero sentía que estaba bien, así que seguía escribiendo. La terminé y no supe nunca qué era. Ahora tampoco lo sé", cuenta Hernán Rivera Letelier, Premio Nacional de Literatura año 2022 y súper ventas del ranking chileno con obras como "La Reina Isabel cantaba Rancheras", "Himno del ángel parado en una pata", "La contadora de películas" y otros veinte libros más.
Su última historia la urdió entre un café, su casa y el avión al que se sube a pesar del mal de Parkinson que le aqueja.
"También salgo de noche", confiesa orgulloso, enfundado en su chaqueta de cuero.
¿Sale a la bohemia o a botar la basura?
-Yo salgo a la bohemia, porque aún me siento joven.
¿Cómo se mantiene el alma joven?
-La felicidad consiste en hacer lo que uno quiere y querer lo que uno hace.
A pesar del Parkinson.
-A pesar del alemán Alzheimer, del inglés Mr. Parkinson y del italiano Franco… Franco deterioro.
¿Cómo ha cambiado la noche en el norte en el último tiempo?
-Ha cambiado por la llegada de los extranjeros. Antofagasta, ahora es una ciudad cosmopolita, llena de personas de América del Sur. Parece una Torre de Babel con acentos de todas partes. Las calles están más alegres, pero en la noche es peligroso. Hay que andar vivo.
En "La vida oculta de un escritor", Rivera Letelier contrata a dos de sus personajes, "El tira Gutiérrez y la Hermana Tegualda" para que busquen qué fue de los protagonistas de sus otras novelas. Por ejemplo la Reina Isabel.
El oficio
Rivera Letelier dice que nunca relee sus propios libros: "Me carga leer mis novelas. La primera vez que releí 'La reina Isabel cantaba Rancheras', fue en una escuela. Y mientras leía tenía unas ganas de sacar adjetivos, borrar y cambiar cosas", cuenta.
¿Por qué?
-Una novela es perfectible hasta el infinito. Una novela no se termina, sólo se abandona.
Antes, ¿corregía a mano o cómo?
-Tenía que recortar papel y pegotear encima. A veces usaba leche condensada.
Ahora ¿cómo lo hace?
-En un portátil.
¿Dónde escribe?
-En mi casa, en el café, en el avión.
En el café, ¿lo dejan tranquilo?
-Poco, pero algo hago.
¿Cómo bautiza a sus personajes?
-Los nombres los saco de una guía de teléfonos de la Undécima Región.
Los nombres marcan a todo el mundo.
-En El Salvador encontraron a un niño que se llamaba Decediez, por un avión que se había caído que era justamente un DC-10.
A propósito de aviones, ¿supo de los niños que cayeron en un avión en la selva?
-Me habría gustado hablar con esos niños. Oírlos. Es una tremenda historia.
¿Usted ve noticias?
-Estoy completamente desconectado. Hay cosas que me llaman la atención, las escucho y después, chao pescado.
¿Tampoco lee diarios?
-Ni siquiera leo las entrevistas que me hacen.
¿Por qué no?
-Porque ya se lo que dije.
El pasado, pisado, ¿dice usted?
-No guardo ni papeles, no guardo nada. Chao.
¿Cómo mantiene viva la llama de la escritura'
-El día que deje de escribir, me muero. Vivo sólo para escribir.
¿Tiene sueños por cumplir?
-Tengo una meta que me hace trabajar seriamente: escribir una obra maestra.
¿Siente que aún no lo logra?
-Aún no, po. Pero cada vez que me siento a escribir digo: ahora sí que viene la obra maestra. Eso me da ánimo. Yo sé que la obra perfecta no existe, pero en cada obra uno puede acercarse más a la perfección, a la belleza.
De todas sus libros, ¿cuál lo llena más?
-"La Reina Isabel cantaba rancheras" me cambió la vida, porque con ella pasé de proletario a propietario.
-El día que murió la Reina Isabel, ¿en qué estaba usted?
-Justo cuando murió, a la misma hora y el mismo día, me estaban dando el Premio Nacional de Literatura. Fue una coincidencia rara.
El ego y la vaca
¿Cómo maneja el Parkinson?
-La cosa avanza lentamente, pero avanza. Lo mantengo a raya con pastillas y humor.
¿Tiene amigos?
-Tengo un grupo de amigos con los que me veo casi todos los días en el café. Todos los días va a gente allá a saludarme y las mujeres, a besarme y babosearme.
¿Todavía se le tiran encima?
-Aún. Y en las ferias, hay fila para saludarme.
¿Su señora no se pone celosa?
-Lo disimula.
¿De qué será su próximo libro?
-En un desierto sin nombre un hombre se gana la lotería y le empiezan a ocurrir cosas que no se esperaba.
¡Qué suerte sería ganar la lotería!
-Yo ya me la gané.
¿Cuando?
-Con la literatura. Con lo que me ha dado la literatura.
Este año un libro suyo irá al cine. ¿Verá el corte final antes?
-Me da lo mismo. Les di 'chipe libre' para que hicieran lo que quisieran. Hay escritores que quieren que la película sea al pie de la letra de su novela y eso es imposible. El director de cine es un artista y su arte es el cine. Se inspira en la novela, pero hace otra cosa. Y lo que están haciendo está precioso. He visto algunas escenas.
Franckfurt
¿Qué piensa de la pelotera que se armó por la Feria de Franckurt a la que Chile no irá como invitado de honor?
-Fue una pachotada del ministro. Cualquier otro país hubiera saltado en una pata de ser invitado a la feria más grande del mundo. Fue un condoro más grande que un buque.
A usted le gusta ir a ferias. ¿Lo pasa bien?
-Voy porque la gente me dice cosas lindas y vuelvo a Antofagasta con el ego más grande que una vaca.
¿Se siente un rockstar?
-Estoy empezando a creérmelo.
De niño, ¿quería ser famoso?
-Yo nací famoso, sólo que nadie lo sabía.
La nueva obra de Hernán Rivera Letelier busca el destino de los personajes de su novela.
"La vida oculta de un escritor"
Hernán Rivera Letelier
Páginas: 176
$16 mil